“…para que vuestras generaciones sepan que Yo hice habitar en sukkot a los hijos de Israel cuando los saqué de la tierra de Egipto. Yo soy HaShem vuestro Dios”.

Levítico 23:42

Este domingo 9 de Octubre por la noche comenzaremos la celebración de la fiesta de Sucot, que nos recuerda nuestra travesía de 40 años en el desierto, desde Egipto hasta la tierra prometida: Israel.

La Torá dice claramente que la razón por la cual celebramos Sucot es para recordar “que Dios nos estableció en sukkot” cuando nos sacó de Egipto.

Pero, ¿qué eran en realidad esas sukkot? ¿de qué estaban hechas?

Cabañas

De acuerdo a Ribbí Aquibá debemos entender que las sukkot eran simplemente “chozas”. Cabañas con un techo de ramas, que NO protegen de la lluvia como un techo normal, pero que sirve para protegerse del sol, que es lo más necesario en el desierto. De acuerdo a esta opinión al construir las sukkot y habitar en ellas, rememoramos nuestra travesía en el desierto.

Hay por lo menos dos objeciones a esta interpretación “literal”.

1. Que cuando la Torá se refiere a los lugares de residencia de los judíos en el desierto menciona “ohel”, esto es, carpas hechas probablemente de tela. Las chozas o cabañas no se mencionan. 2. Las segunda objeción es un poco más aguda ¿Por qué dice la Torá que “Dios” estableció a los israelitas en las cabañas? Las chozas a las cuales se refería Ribbí Aquibá tuvieron que haber sido construidas por los mismos judíos, no por Dios…

Nubes de gloria

Ribbí Eliezer disiente con Ribbí Aquibá, sostiene que en este versículo “sukkot” no se refiere a cabañas o chozas. Sin importar en realidad si las viviendas de los judíos eran de madera o de tela, lo que debemos recordar es que durante los 40 años de la travesía en el desierto el pueblo judío fue protegido por Dios. A esta protección divina Ribbí Eliezer la llamó “nubes de gloria”.

De hecho, se habla de siete nubes con las que HaShem protegió al pueblo judío. Una de cada lado, una adelante, una atrás, una arriba, una abajo y una adelante, a 3 días de distancia que les indicaba el camino.

Ahora bien, ¿por qué hacían falta estas nubes protectoras? Porque cruzar un desierto es arriesgado, y es vital tener agua y comida, pero agua y comida no son suficiente. Hay por lo menos 4 serios desafíos más que uno enfrenta cuando atraviesa un desierto.

1. EL CLIMA: El calor abrasador de día y el frío de la noche. Los impredecibles y feroces vientos y las tormentas de arena. Quiero recordar lo que sucedió con el ejército del emperador persa Cambises en Egipto. “En el año 525 a.e.c. Cambises envió un poderoso ejército de 50.000 soldados para destruir el templo de Amón en el oasis de Siwa, Egipto. Tras recorrer el desierto durante siete días, el fabuloso ejército llegó a un oasis… pero después de que lo abandonasen nunca más se volvió a saber de ellos, desaparecieron por completo, y presumiblemente fueron enterrados bajo una tormenta de arena”.

Una tormenta de arena hizo desaparecer a 50.000 soldados muy bien equipados. ¿No es fascinante que ningún evento climático irregular haya afectado a los judíos durante 40 años en el desierto?

2. ATAQUES: En el desierto hay bandidos, ladrones y asesinos. A veces pueblos enteros se unen para atacar y saquear a las caravanas que cruzan los desiertos. En el caso del pueblo judío, luego de la guerra con Amaleq, que sucedió al comenzar la larga travesía, no se registraron ataques de ningún otro pueblo.

3. ANIMALES: En el desierto abundan las serpientes venenosas y los escorpiones. Están allí abajo, en el suelo, y es muy fácil pisar sin querer a un animal que para defenderse ataca, inyecta su veneno y mata.

4. DIRECCIÓN: Finalmente, en el desierto se necesita un guía. Alguien que conozca el desierto muy bien y que pueda orientar a los viajeros. Moshé le pidió a su suegro Yitró que los acompañara, ya que Yitró, que era oriundo de Midián (no lejos de Arabia Saudita), conocía muy bien el desierto (vehaiyta lanu le’enayim).

Curiosamente, en nuestros días el ejército de Israel cuenta con unidades especiales de soldados beduinos que se especializan en el reconocimiento del terreno desértico.

¿Nubes invisibles?

Ahora podemos comprender mejor la opinión de Ribbí Eliezer. La palabra “nube” en hebreo ‘anan, no debe ser entendida como “una nube blanca”. Aquí “nube” se usa metafóricamente (al igual que en la actualidad se usa la palabra “nube” o “cloud” para hablar de un mecanismo de almacenamiento informático). Aparte el número 7 no está allí caprichosamente.

En mi opinión: Las 4 nubes laterales, en los costados y adelante y atrás, podrían ser vistas como “firewalls” que protegían a nuestro pueblo de los posibles ataques del enemigo. ארבעה לארבע רוחות השמים וא’ מלמעלן וא’ מלמטן ואחד שהיה מהלך לפניהם La nube de arriba, es la protección divina de las inclemencias climáticas. La de abajo, que Dios nos protegió de los animales venenosos del desierto. Y la séptima עמוד אש וענן nos guio como si fuera un moderno GPS que nos indicaba el camino a seguir.

Nuestros sabios debatieron las dos opiniones y se pronunciaron finalmente en favor de la opinión de Ribbí Eliezer.

Cuando entramos a la Sucá debemos recordar que HaShem protegió a nuestros antepasados de todos los peligros de desierto.

Quiera HaShem extender sobre nosotros Su protección y
cuidarnos de todo mal


 

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