Enlace Judío- La afiebrada aparición de Itamar Ben Gvir en este quinto torneo electoral trastorna sustancialmente a la democracia israelí.

Los oscuros tiempos de Meir Kahana se traducen hoy en el masivo apoyo popular e ideológico a un nacionalismo racista que en su momento esta figura apenas logró concretar.

Circunstancia que obliga a Netanyahu a tomar una bien calculada actitud: eludir, de un lado, cualquier presentación personal y pública con la figura que hoy auspicia sin objeciones ni velos los planteamientos kahanistas e inclinarse, por el otro, a concretar con este afiebrado personaje un acuerdo político que lo conduciría a retornar activamente al ruedo público.

Hasta aquí Bibi ha acertado

Se conoce sólo una fotografía donde él e Itamar parecen tener un diálogo cordial. Así, para conocer la verdadera índole de los lazos que los unen habrá que esperar a la pública difusión de los resultados del torneo electoral que tendrá lugar el próximo 1 de noviembre.

Con plena confianza en el dilatado apoyo público que estaría mereciendo, Ben Gvir se inclina a aceptar sin comentarios la bien calculada actitud de Bibi.
Está convencido de que en el próximo gobierno tendrá un alto lugar y que sus ideas afines a un racismo nacionalista serán al cabo aceptadas. Sin él- así cree- no se levantará una efectiva coalición.

Se trata de un escenario que sin duda dilatará las expresiones antisemitas en el mundo. En particular si Ben Gvir, como ministro del interior o de educación en un futuro gabinete, empezará a concretar sus ideas hostiles al amplia segmento árabe-israelí que hoy representa el 22 por ciento de la población.

Cabe un inesperado giro, sin embargo

Consciente de los costos humanos e ideológicos que traerán la imagen y las acciones de Ben Gvir en el mundo y en las diásporas, Bibi podría inclinarse-conforme a los resultados electorales- a forjar un inesperado entendimiento con Benny Gantz más allá de las censuras y epítetos que hoy le obsequia.

Un arreglo que se antoja probable si ambos acuerdan turnarse en el liderazgo gubernamental.

Ciertamente, este viraje deberá contar con el unánime apoyo del Likud que de momento conoce tensiones internas relacionadas con el futuro de este partido. En cualquier caso no silenciará las voces de Ben Gvir y de sus partidarios que hoy exigen la marginación política- cuando no la radical discriminación y expulsión – de los árabes israelíes. Tema que debe inquietar a las diásporas.

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