Enlace Judío México e Israel – Con la misión de ser una institución “volcada al mundo” y “mucho más abierta” que otras instituciones, la Fundación Hispanojudía está pisando fuerte. Su presidente, David Hatchwell, habla en exclusiva con nosotros sobre el origen y el futuro de la FHJ.
“El judaísmo, por definición, no es excluyente. Hay gente que lo hace excluyente, pero el judaísmo no es excluyente. El judaísmo es un poco un elixir intenso de libertad, de libre albedrío, de una manera de pensar que ha sido siempre muy humanista en cuanto a defender la vida humana por encima de todo, sin pasar por las modas”, dice David Hatchwell, en una conversación con Enlace Judío.
Aunque la Fundación Hispanojudía nació formalmente en 2015, la idea que la originó es más antigua: “En épocas que yo tuve el honor de presidir la Comunidad Judía de Madrid, teníamos siempre el objetivo de crear algo mucho más volcado al mundo, una comunidad más abierta, más respetuosa con la diferencia, pero también más internacional”, recuerda el dirigente.
“Y entonces creamos un vehículo que no pertenecía oficialmente a la comunidad, pero donde una serie de personas que creemos en una serie de valores —y que tenemos mucha, mucha identidad judía, pero creemos también en traer y atraer a gente de otras confesiones y de otras ramas del judaísmo— pues creamos la Fundación.”
El objetivo era “educar” y “enseñar lo que somos”, pero también “desempolvar todas esas tradiciones y el pasado judío, no solo de España” sino de todos los países con una herencia judía.
El trabajo de la FHJ se ha dejado sentir en muy poco tiempo. “Hemos creado delegaciones en Panamá, en Nueva York, en Miami, en México, en Argentina, en Israel. O sea que ha ido creciendo maravillosamente y tenemos a 85 miembros del Patronato, unos 25 miembros del Comité Asesor y una de las cosas que más me gustan de esta fundación es que tenemos aproximadamente un tercio de los patronos que no son judíos.”
Partir de la vocación universal de los valores judíos le ha permitido a la FHJ conseguir apoyos y resonancia en otras comunidades. “Los no judíos en general son católicos. También tenemos algunos protestantes y tenemos musulmanes también.”
Pero el Patronato de la FHJ no solo es multicultural sino también multinacional. “Tenemos gente de México, de Estados Unidos, de Marruecos. La verdad que tenemos un patronato muy, muy bonito.”
Una mirada de reconocimiento al pasado
El patrimonio cultural que implica para México y América Latina su pasado sefardí es invaluable, pues constituye una herencia central en la formación de las sociedades que hoy en día constituyen las muy diversas naciones latinoamericanas. Lo mismo ocurre con España.
En ese contexto, la FHJ pretende reivindicar la importancia histórica, cultural y filosófica de la herencia judía. “Cuando uno se encierra y no quiere compartir ese judaísmo, la verdad es que creamos antisemitismo y para mí es muy importante que seamos capaces de enseñar lo que es el verdadero judaísmo, que es un judaísmo respetuoso con la diversidad y además creo que es parte del Tikun Olam. Uno solo cambia el mundo y repara el mundo con esa actitud entre los seres humanos.”
Por lo tanto, sigue Hatchwell, “eso es parte de la misión nuestra, y una de las maneras que tenemos para que esa misión ocurra es con la construcción de un museo hispanojudío en Madrid que realmente irradiará esa manera de proceder. Una manera, como dirían en hebreo, también desde el hadar, desde un espíritu elegante, lo que es el judaísmo, que es una forma de ser, es una gran familia que debe estar abierta al resto de la manera más abrahámica posible.”
Sobre su experiencia al frente de la FHJ y los aprendizajes que ella ha acarreado, Hatchwell dice que “la verdad que he aprendido muchas cosas. La suerte, la bendición de ser una persona intensamente comprometida con la causa de Israel es que me ha permitido tener muchas experiencias distintas.
“Desde mis épocas de presidente de la Comunidad Judía de Madrid y desde patronatos en los que he estado del Centro Peres, la Maccabi World Unión o el Genesis Prize. La verdad es que, gracias a Dios, siempre he tenido mucha intensidad en la causa y he aprendido muchísimo.”
El presidente de la FJH no pierde de vista, sin embargo, que “hay que ser humilde, porque siempre hay gente que hace mucho más que tú y aunque hagas mucho, del camino queda mucho por recorrer. Entonces eso es lo primero. Lo segundo es que lo más importante es sumar a la gente. Un buen proyecto voluntario no puede ser una labor solitaria.”
Porque “si quieres ir rápido, ve solo. Pero si quieres ir lejos, tienes que ir acompañado. Y yo he tenido mucha suerte, porque en todos los proyectos en los que me he involucrado en el voluntariado siempre he tenido la suerte que amigos míos han querido colaborar y nos han permitido establecer estructuras en diferentes segmentos en los que trabajo para poder hacer cosas más importantes de lo que yo me imaginaba inicialmente.”
Ir (bien) acompañado
Una de esas complicidades que Hatchwell ha forjado a lo largo de su camino como activista y líder comunitario es su amistad y colaboración con una de las figuras centrales de la música pop española de finales del siglo XX, el compositor Nacho Cano.
El miembro fundador de Mecano concibió y llevó a escena una obra musical llamada Malinche, que pretende reivindicar el mestizaje y, de cierta forma, incluso la conquista de México por parte del imperio Español, y en la que Hatchwell participó como productor.
El presidente de la FHJ no escatima en elogios cuando narra su encuentro con Cano. “Es una persona extraordinaria, que tuve además la suerte de conocerle hace siete años en Israel, porque él tuvo la sensibilidad de ir a un curso de Yad Vashem para aprender sobre la música y la Shoá.”
Se trata de “un hombre genial que desde los 17 años lleva triunfando por su sensibilidad artística, y además es un hombre muy sabio, muy generoso, muy humilde. Y nos volvimos íntimos amigos y yo tuve la suerte de vivir los últimos prácticamente siete años de este proyecto.”
La gestación fue incluso previa, pues Cano “empezó cinco años antes todavía. Y el proyecto, efectivamente, es un proyecto construido desde el objetivo de enseñar que el mestizaje es algo positivo, que hay que quedarse, además, con lo bueno de la vida y no mirar sólo los momentos duros que hemos tenido.”
En un momento de retóricas anticolonialistas, monumentos desplazados y duras críticas a la Corona española, Hatchwell y Cano han coincidido en poner algunas cosas en perspectiva.
“Por supuesto que cualquier conquista es dura por definición. Pero en el caso de lo que ocurrió aquí fue muchísimo menos horrible que lo que ocurrió, por ejemplo, en el norte con Estados Unidos, donde los indígenas prácticamente desaparecieron y fueron exterminados y no hubo mestizaje.”
En la Mesoamérica hispanizada, en cambio, “hubo mestizaje, aquí hubo hospitales, aquí hubo colegios, aquí hubo universidades y hubo una nueva nación que se forjó, que es México, que es mágica. Entonces yo creo que lo que hay que hacer es celebrar la diversidad y todo lo que nos une y por eso me encanta ese proyecto y está hecho con mucho cariño y respeto.”
Dentro de todo aquello que conforma al México moderno, y que comenzó a gestarse con ese choque brutal entre civilizaciones, Hatchwell remarca “una identidad judía, que no hay que olvidar que los sefaradim llegaron aquí, pues básicamente en épocas de Cortés y luego han tenido los Yehudim, los judíos han tenido diferentes olas de inmigración trayendo a este país no sólo prosperidad como la gente cree, pero también mucha solidaridad, y se convirtieron en grandes patriotas mexicanos.”
La raíz judía de lo mexicano
Una de las misiones de la FHJ es hacer conscientes a las sociedades hispanoamericanas de su raíz judía, y tiene el propósito de que “se conozca mejor las cosas, para que tanto nosotros como los que vienen después, todos estos jóvenes que están ávidos de saber, pues sepan que todos somos un poquito más de todo de lo que creemos.”
Para una región dominada por las distintas formas del cristianismo, sigue Hatchwell, es importante saber que este “es incomprensible si uno no piensa en su raíz judía. Por lo tanto, hablamos de judeocristianismo y además hablamos de valores compartidos, que eran muy importantes también de hacerlos llegar a esta parte del mundo.”
El judaísmo, admite Hatchwell, no es una religión proselitista. Además, “es una religión complicada”, con rituales y tradiciones difíciles de seguir. En cambio, “el cristianismo tiene menos dificultades en cuanto a la práctica. Es más fácil, no tiene restricciones tan severas en la alimentación, en el comportamiento, en las relaciones matrimoniales.”
Pero los valores esenciales de ambas religiones son los mismos y provienen de la misma fuente. “Es un mundo donde se pone en el centro de todo lo que es la protección de la vida humana y de los derechos humanos.”
Sobre la importancia de México para la FHJ, Hatchwell asegura que “nadie puede olvidar a México porque es una referencia en esta parte del mundo.” Además, “es un país joven, una demografía joven que da mucha fuerza porque hace que cuentes más. No es un país que se está empequeñeciendo en dimensión. Al contrario. Y yo creo que es un país que es una enorme oportunidad, y las oportunidades las puedes desperdiciar o las puedes aprovechar.”
Por ejemplo, la cercanía de México con Estados Unidos, sobre la que a menudo se ironiza, puede considerarse un problema pero también una gran oportunidad, y para Hatchwell, está claro que el intercambio comercial y cultural entre ambos países es principalmente positivo.
No todo es relativo
En la visión de Hatchwell, los valores derivados del universo judío son esenciales para entender a la civilización occidental. En el centro de su lucha, se infiere, está la transmisión de dichos valores y la aceptación de su origen como un motor de hermandad entre los pueblos.
“A mí me interesa realmente que nuestras sociedades no pierdan sus valores. Creo mucho en la familia, creo mucho en la tolerancia, el respeto, y creo que somos más fuertes con una identidad que conocemos, que respetamos y que nos permite también apreciar a otros que no tienen nuestra propia identidad.”
Más aún: “no creo en un mundo de relativismo ético donde no se educa a los niños. Hay gente que dice ‘bueno, yo a mis hijos prefiero dejarles que ellos elijan’, y elegir cuando eres un niño es imposible porque no tienes los elementos. Entonces, está muy bien que los padres te eduquen en una cierta tradición, pero que te den también la libertad de entender que hay otras tradiciones, porque así ese elemento de tolerancia ya está dentro de ti desde, desde pequeñito.”
Hatchwell también habló sobre la firma del Acuerdo “Ingeniero David Serur”, entre la FHJ y el gobierno de San Pedro Garza García, en el que ambas instituciones se comprometen a investigar la historia y la cultura hispanojudía de la región. Dijo que “fue muy fácil el hacerles ver el mérito de hacer algo así. Y yo creo que Monterrey y San Pedro, los sanpedrinos son muy conocedores de su historia y es un fenómeno único, porque la verdad hay muy pocos lugares en el mundo donde una serie de familias claramente identificadas como sefaradim son capaces de construir algo a través del tiempo que se consolida en una de las regiones más prósperas de Iberoamérica.”
Para Hatchwell, hay un inmenso potencial en este acercamiento, y también un gran futuro para la FHJ. “Hemos estado trabajando y hablando con universidades, por ejemplo, la propia Universidad de Monterrey, sobre una serie de proyectos que tienen que ver con estudiantes judíos para estar ahí.”
Además, “hemos estado con la comunidad judía también, que es una comunidad que está menguando en dimensión, desafortunadamente, pero que también están en un lugar donde hay un elemento de prosperidad que puede ser aprovechado. Hemos estado hablando también de investigar más ese pasado que ya se ha empezado a investigar gracias a la Ley de nacionalidades y los estudios genealógicos.
“Hemos hablado también de la colaboración de nuestro Museo Hispanojudío de Madrid con diferentes museos que hay en Monterrey, y la verdad que es que el camino que estamos empezando a dibujar tiene mucho, mucho potencial.”
El Museo Hispanojudío
Dos secciones formarán el proyecto eje de la Fundación Hispanojudía, el museo del mismo nombre que, si todo sale bien, contará ya con un edificio a principios del próximo año. “Una parte que es colecciones permanentes y otra que es temporales.
“Las temporales son muy fáciles de imaginar. Una colección de Chagall durante seis meses, con cuadros que vienen de todo el mundo; esculturas de cualquier tipo de grande del mundo, que será una oportunidad para que en Madrid se puedan ver cosas de todo el mundo que se reúnen temporalmente.”
Y en la permanente habrá cuatro galerías. La primera “cuenta el judaísmo desde Abraham Avinu hasta la Shoá, es decir, desde nuestro patriarca hasta el fin del mundo, prácticamente, porque con la Shoá se rompe el mundo.”
La segura galería será la Hispanojudía, y “cuenta justamente lo que fue el llegar a Sefarad, que la gente no sabe, por ejemplo, que en épocas de Jonah, la propia parashá de Jonah que leímos hace poquito, se habla del viaje desde Yafo a Tarshish, y Jonah hizo ese viaje, y Yafo fue en Israel, por supuesto, al lado de Tel Aviv, y Tarshish es Tartessos en España, en la zona de Cádiz.”
Esta segunda galería promete ser una especie de gran clase de historia, donde se recorrerá el mundo a través de los navegantes judíos y sus grandes migraciones. “1492, los piratas del Caribe, los primeros navegadores que fueron por el mundo gracias a Abraham Zacuto y su invención del astrolabio, los Grandees de Nueva York, que fueron las primeras familias judías que llegaron a Nueva York antes que nadie y eran todos Sefaradim, los Balcanes, hasta los judíos en Shangai, en la India.”
La tercera galería es más conceptual. “Es una galería de valores y vamos a contar justamente por qué los valores judíos iniciales se convirtieron en valores judeocristianos, luego occidentales y luego universales. Entonces, queremos explicar realmente por qué los valores que hoy creemos que son normales en realidad originan del mundo judío: la protección de la mujer, la santidad de la vida humana, el descanso de la tierra, el Shabat…”
La Fundación Hispanojudía cuenta con un Patronato, como ya se dijo, pero también con una Asociación de Amigos. “No hay que ser patrono para poder colaborar: no todo es dinero. Estamos encantados que la gente aporte dinero, pero esto va de muchas más cosas y hemos creado realmente una muy bonita red de amigos en todo el mundo.”
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