Enlace Judío – Por quinta vez en cuatro años, los votantes israelíes acudieron a las urnas el primero de noviembre pasado y el conteo proyectó a Bibi Netanyahu como el ganador.

Listo para liderear uno de los gobiernos más derechistas en su historial, el primer ministro con más años de servicio en la historia de Israel instó a sus partidarios tras la jornada electoral a tener paciencia y dijo que su partido Likud estaba “al borde de una gran victoria”.

En este contexto, hay que destacar que el presidente Joe Biden y su equipo de política exterior tienen opiniones firmes sobre quien debería dirigir el Estado judío, de los que se hacen eco la mayoría demócratas y los principales medios de comunicación liberales.

En este sentido, les gustaba el primer ministro interino Yair Lapid y temían el posible regreso al poder de Netanyahu.

La perspectiva no solo de una victoria de Netanyahu y su partido Likud, sino de la formación de un gobierno con un papel destacado para el partido Hatzionut Hadatit y uno de sus controvertidos líderes, Itamar Ben Givir, que estará al frente de un ministerio, es suficiente para poner los pelos de punta a los demócratas e inflamar al establecimiento de la política exterior.

Ben Givir tiene una reputación como provocador de derecha que a menudo se enfrenta con la policía y es evaluado por los liberales israelíes y estadounidenses como una amenaza mortal para la democracia. Se considera que Ben Givir junto con otro líder judío religioso, Bezalel Smotrich son consecuencia natural del fracaso del gobierno saliente para abordar adecuadamente el terrorismo palestino.

 


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