Enlace Judío / Rab David Silverberg – Leemos en Parashat Pekudei [el capítulo de Pikudei] que en Rosh Jodesh Nisán [inicio del mes de nisán] (casi un año después del Éxodo de Egipto) Dios ordenó a Moisés armar el Mishkán (Tabernáculo) recién construido. El Midrash Tanjuma (Pekudei, 11) cuenta que la construcción del Mishkán (Tabernáculo) se había completado varios meses antes, pero Dios quiso que su montaje se produjera específicamente en Rosh Jodesh Nisán, el día en que nació Itzjak Avinu. Mientras tanto, los miembros de Benei Yisrael [hijos de Israel] se sintieron angustiados por el hecho de que la Shejina (presencia divina) aún no se había instalado en el Mishkán (Tabernáculo). Tras su generosa donación de materiales y el inmenso esfuerzo invertido en este proyecto, se sintieron ansiosos por experimentar el tan esperado descenso de la presencia divina.

El Midrash procede a contar que el pueblo se acercó a los artesanos que construyeron el Mishkán (Tabernáculo), y les instaron a armar la estructura. Los artesanos, sin embargo, no pudieron levantar el Mishkán (Tabernáculo) de manera que se mantuviera en pie por sí mismo. Incluso Betzalel y Oholiav, que supervisaron el proyecto, no pudieron armar el Mishkán (Tabernáculo). Benei Yisrael comenzó a cuestionar las instrucciones de Moisés, preguntándose si tal vez había exagerado con respecto al tamaño, el peso y la complejidad de esta estructura. ¿Se preguntaban si era posible que Dios ordenara la construcción de un edificio que no podía sostenerse por sí mismo?

Finalmente, en Rosh Jodesh Nisán, Dios ordenó a Moisés erigir personalmente el Mishkán (Tabernáculo), y finalmente se mantuvo en pie por sí mismo.

Esta historia en cierta forma transmite el mensaje de que la falta de paciencia a menudo puede llevar a una persona a la frustración y la desesperación, y a cuestionar el valor del trabajo duro y el esfuerzo. Si una persona espera resultados inmediatos, si prevé disfrutar de los frutos de sus esfuerzos al instante, en muchos casos se encontrará con la decepción. La mayoría de las veces, no podemos ver el producto de nuestro trabajo duro hasta que pasa un buen tiempo. En el caso del Mishkán (Tabernáculo), Dios quiso que la ocasión de su montaje final coincidiera con la fecha de nacimiento de Itzjak. Del mismo modo, las circunstancias suelen retrasar la sensación de gratificación y satisfacción que supone contemplar los resultados del trabajo y el esfuerzo de cada uno. Si esperamos que esa sensación se perciba de forma instantánea, entonces, al igual que los miembros de Benei Yisrael descritos en el Midrash, es probable que empecemos a preguntarnos si tal vez nos hemos esforzado en vano, si tal vez nuestros esfuerzos han sido inútiles y superfluos. En todos los esfuerzos que valen la pena, uno debe estar preparado para el “largo camino”, para aplicarse diligentemente con paciencia y tolerancia, hasta el momento en que sus esfuerzos den fruto y los resultados se manifiesten visiblemente.

Fuente: S.A.L.T.