Enlace Judío- Shabat había concluido en una tarde en que la lluvia torrencial estaba visitando varias demarcaciones de la Ciudad de México. El Embajador de Israel Zvi Tal, buen amigo del pueblo cristiano, se encaminaba a la Alcaldía Iztacalco para agradecer sus plegarias por Israel y México, en el Día Nacional de la Oración, cuyo directivo es el Pastor Benjamín Lomeli.

Era la primera vez que un Embajador de Israel acudía a este importante evento.

En más de 25 Estados de la Nación, de manera simultánea, miles de cristianos oraban por México e Israel.

 

La Macroplaza de Monterrey era un ejemplo de esa importante búsqueda del favor del Eterno. Orar por México es vital el día de hoy. México necesita de la oración de sus habitantes.

El pueblo de Israel ha legado a la humanidad el Libro de Libros en donde se aprende a orar. El segundo libro de Crónicas 7:14 establece las bases divinas de la oración: “Si se humillare mi pueblo, sobre el cual mi nombre es invocado, y oraren, y buscaren mi rostro, y se convirtieren de sus malos caminos; entonces yo oiré desde los cielos, y perdonaré sus pecados, y sanaré su tierra.”.

Esa noche de oración previa a la conmemoración de la Revolución Mexicana el Embajador Zvi Tal era recibido por Luis Barba, Concejal de la Alcaldía Iztacalco. Iztacalco significa “Casa de la Sal” y es en gran manera simbólico ya que una de las propiedades de la sal es combatir los microorganismos patógenos que hacen que los alimentos se echen a perder.

Además, en el Comité de Bienvenida se encontraba el Pastor Lomelí, los Pastores Ernesto Calleja y Daniel Canto; también la muy activa Directora de Enlace Judío, May Samra y en representación del Pastor Javier Martínez, Director en México de la Embajada Cristiana Internacional Jerusalén el que esto suscribe.

La lluvia de esa noche ya había mojado los rostros de muchos que esperaban orar junto con el Embajador de Israel quién con suma amabilidad agradecía las oraciones del pueblo cristiano, también a favor de Israel. En sus emotivas palabras perseveraba la invitación a la paz como sucede entre judíos, cristianos, musulmanes en la Tierra de Sión, tierra anhelada por uno de sus próceres, Teodoro Herzl.

La lluvia había cesado esa noche, pero una lluvia de alegría interior entre los asistentes se mantenía en la armonía de dos pueblos amigos como son el cristiano y el judío. El Embajador fortalecía esa unión con su oración pública primigenia por México y los asistentes le agradecían al clamar: ¡¡Am Israel Jai!!.

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