Enlace Judío- En una ocasión, el rabino Berel Wein fue invitado a una reunión con el dueño de Detroit Free Press, uno de los periódicos más importantes de Detroit.

Después de que ambos se presentaron, el dueño del periódico le contó al rabino la siguiente historia.

Su madre, llamada Mary, había emigrado desde Irlanda a Estados Unidos siendo una campesina de 18 años sin educación.

Fue contratada como empleada doméstica por una familia judía ortodoxa, siendo el padre de familia el presidente de la comunidad.

Mary no sabía nada sobre judaísmo y nunca había conocido a un judío antes de llegar a Estados Unidos

Transcurría su primer diciembre en Estados Unidos, y la familia judía había salido de vacaciones dejando a Mary sola en la casa, pero le avisaron que regresarían para el 24 de diciembre.

Mary se dio cuenta de que no habría un árbol de Navidad para recibirlos cuando regresaran. Les quiso dar una sorpresa a su llegada. Con el dinero que le habían dejado, salió y compró no solo un árbol de Navidad, sino todo tipo de adornos festivos para colgar en el frente de la casa.

Sin embargo, cuando la familia regresó de sus vacaciones, observaron a través de la ventana de la sala el árbol de Navidad y el resto de la casa adornada con todo tipo de luces navideñas.

Pensaron que se habían equivocado de calle y dieron la vuelta a la cuadra.

Finalmente, se percataron que esa sí era su dirección.

El presidente de la comunidad judía entonces entró a su casa, pensando cómo iba a poder explicar a los miembros de su comunidad la presencia del árbol de Navidad y las luces, en vista de que la mayoría de sus feligreses pasaban por delante de su casa camino a la sinagoga.

Mientras tanto, Mary esperaba ansiosamente ver las caras de emoción de la familia cuando se dieran cuenta de que no pasarían la navidad sin un árbol. Después de entrar a su casa, el presidente llamó a Mary para que fuera a su estudio, y le dijo:

“En toda mi vida, nadie me ha hecho un regalo tan hermoso como lo has hecho tú”

Luego sacó un billete de 100 dlls, que era una suma muy grande en esa época en medio de la depresión económica de Estados Unidos, y se lo entregó a la joven irlandesa.

Después de eso, le explicó a la joven que los judíos no ponían árboles de Navidad en sus casas.

Una vez que el dueño del periódico terminó de relatar esta historia, se dirigió al rabino y le dijo: “Rabino: quiero que sepa que, ese fue el motivo por el cual, desde que me convertí en el dueño de la editorial, nunca se ha publicado en mi periódico ningún artículo que critique al pueblo judío”.

“Y nunca se hará mientras yo sea siga siendo el dueño”.

La reacción del presidente de la comunidad quien, en lugar de enojarse ante el error de la joven irlandesa, entendió sus verdaderos motivos, tuvo consecuencias a largo plazo.

No lo hizo porque sabía que algún día su hijo sería el editor del más importante periódico de Detroit, sino por actuar de forma decente y correcta.

Eso es lo que significa hacer un verdadero Kidush Hashem, santificar el Nombre de DI’s.

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