Enlace Judío – La alta probabilidad del estallido de una Tercera Intifada (insurrección árabe-musulmana) es uno de los temas que presidieron el encuentro entre el futuro comandante general del ejército israelí, Herzi Halevy y Bezalel Smotrich en su calidad de ministro de Finanzas y supervisor de Judea y Samaria, actividad que hasta aquí era exclusivo dominio de las fuerzas armadas.

La debilidad de Halevy en este diálogo es conspicua por dos razones.

La primera: debe su nombramiento al gobierno anterior jefaturado por Yair Lapid quien en estos días es objeto de ásperas críticas por parte de la coalición de Benjamín Netanyahu.

Y la segunda: Smotrich ya fue designado por Bibi como responsable de las actividades civiles y militares en Judea y Samaria, territorios poblados por colonias judías que le apoyan sin restricciones.

Decisión que, a mi parecer, restringirá severamente el equilibrado control militar de estas regiones pobladas por un millón de árabes y simultáneamente alentará las agresiones de los colonos judíos en su contra.

Ciertamente, la sustancia y rumbos de esta decisión adoptada por el gobierno de Netanyahu no deja de inquietar a uno de sus importantes ministros: Yoav Galant, quien en su calidad de comandante general de las fuerzas israelíes objeta de momento, sin públicas palabras, la autoritaria presencia de Smotrich, personaje que apenas cumplió la mitad del servicio militar obligatorio en cargos meramente administrativos.

También preocupa al futuro jefe militar la masiva deserción de jóvenes oficiales debido a las modestas compensaciones que hoy merecen en contraste con sus superiores que ya gozan de jubilaciones superiores a los 25 mil dólares mensuales conforme a la decisión tomada por Benny Gantz como ministro en la coalición anterior.

La decisión de Netanyahu implica un giro estructural en las orientaciones militares del país. Reduce por un lado sus alcances en las zonas ocupadas que han conocido hasta aquí sustantivos frenos al tiempo que concede amplia libertad a los colonos judíos para hostilizar y desalojar a los pobladores árabes.

Circunstancia que se suma a otras medidas no menos inquietantes que, a mi juicio, acelerarán la explosión de una Tercera Intifada.

Nunca antes quise estar en el error.

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