Enlace Judío – Cualquier masacre u opresión histórica es difícil de estudiar, uno nunca termina de entender cómo es posible que el ser humano llegue a esos niveles de crueldad. El caso del Holocausto es particularmente complicado por el nivel de deshumanización al que se pretendió llegar; por el hecho inclusive que hubiera existido un sistema construido eficientemente para el exterminio. Cada vida que se perdió es una tragedia y como tal debe ser recordada, así mismo cada historia que podamos escuchar y cada testimonio a ese momento tiene un valor inigualable: es una joya para la memoria, para el entendimiento para la vista del hombre. Y aunque la base fue la muerte, el dolor y la destrucción también hubo historias de vida, de amor, de encuentro. Y así como la deshumanización en el hombre es sorprendente también la fuerza, y su respuesta frente al dolor. Las siguientes son tan sólo algunas de las historias que se vivieron en esa tragedia. Las recordamos ahora como parte de las conmemoraciones que se llevarán acabo el viernes por el Día Internacional de Conmemoración a las víctimas del Holocausto.

Josef Shcleistein. Sobrevivió los campos siendo un niño

Hubo niños que sobrevivieron el Holocausto, pero definitivamente no fue el caso más común. Generalmente cuando hablamos de niños durante el Holocausto, hablamos de dolor, de tragedia, de crueldad. Por eso la historia de Josef Shcleistein resulta un tanto sorprendente. Él tenía 2 años y medio de edad cuando fue deportado junto con sus padres a Buchenwald. Su padre logró esconderlo dentro de un saco de ropa y de esa forma le evitaba la muerte.

En algún momento los guardias los descubrieron y por alguna razón u otra decidieron no matar al niño. Quizás porque el padre al ser herrero era de gran utilidad y pensaban que dejarle a su hijo sería buen aliciente, o simplemente porque les divertía su compañía. En cualquier caso, decidieron darle tareas pequeñas y esconderlo cada vez que había una revisión del lugar por parte de los superiores. Así sobrevivió junto a su padre hasta la liberación del campo en 1942. Se han establecido paralelos entre su historia y la que Roberto Benigni narra en La vida es bella.

Mira Bernstein. Maestra en el gueto de Vilna

Hay muchas formas de revelarse contra aquellos que tratan de aniquilarte y aquellos que tratan de demostrarle al mundo que tu vida no tiene valía. Durante el Holocausto hubo varios intentos por parte de maestros e intelectuales de mantener viva la cultura judía, eso en sí mismo es un acto de rebeldía, pues justo lo que los nazis pretendían era eliminar por completo la cultura judía y deshumanizar al judío, despojarlo de todo lo que le recordara su humanidad. En la mayoría de los casos estas acciones no se hicieron siquiera como actos políticos o para demostrar realmente nada, sino como una respuesta a la realidad que se estaba viviendo; una forma de encontrar cordura y alegría en medio de la oscuridad.

Estas historias me parecen sumamente sorprendentes y bellas pues hablan del amor que esas personas tenían a la vida y el deseo de encontrar belleza en ella. Una de estas personas fue Mira Berenstein que hizo una escuela en el gueto del de Vilna con el fin de ayudar a los niños a mantener la cordura y darles una infancia lo más sana posible. Aprendían a leer a escribir, hacían canciones, obras de teatro, les leía cuentos y los acompañó durante los traslados en los guetos. Su historia fue inmortalizada en los poemas de Avraham Sutzkever.

León y Bella Simon, una historia de amor

Una de las cosas que más me sorprenden cuando leo testimonios de gente que sobrevivió guerras campos de tortura o trabajo es la habilidad del hombre de amar. Me es difícil entender cómo en medio del dolor, la muerte, la tortura y el sadismo las personas siguen enamorándose y velando el bienestar de sus seres queridos. Tal fue el caso de León y Bella Simon, se conocieron en el campo de Westerbork, un campo de trabajo cerca de Amsterdam con los pocos minutos que tenían al día para decirse “hola” se enamoraron.

Leon temía que Bella fuera enviada a Theresienstadt y decidió arriesgar su vida para evitarlo. Le pidió a un SS casarse con ella e ir con ella si era deportada. Los SS permitieron la boda, la cual se celebró en el campo con talit, jupa y ketuba, poco tiempo antes de las deportaciones. Cuando la mayor parte del campo fue enviada al exterminio a Leon y Bella se les conservó dentro del campo. La historia junto con otras 11 fue recopilada por Lisa Newman.

Zalman Gradowski. Testificar como Sonderkommando

Una de las atrocidades más grandes que cometieron los nazis durante el Holocausto fueron los crematorios y las cámaras de gas; más grave aún fue obligar a prisioneros a participar en ellas. Los Sonderkommando eran unidades de prisioneros especialmente seleccionadas por los nazis para estar apartados de los demás. Eran obligados a guiar a los prisioneros a las cámaras de gas, calmarlos con mentiras, revisar los cadáveres, cremarlos y deshacerse de las cenizas o cualquier rastro que pudiera delatar el hecho ocurrido. Sabían que no vivirían mucho tiempo, pues era evidente que los nazis buscaban el exterminio de su posible testimonio. Muchos de ellos perdían la cordura o cometían suicidio por el trauma que involucraba las condiciones a las que eran obligados.

Sin embargo, hubo un grupo de ellos que decidió vivir para dar testimonio de lo ocurrido y organizar una rebelión dentro del campo. Ese es el caso de Zalaman Gradowski que ayudo a liderar la rebelión del 7 de octubre (1944) en Auschwitz, la cual fue brutalmente aplastada. Él además escribió un diario que permanece hasta hoy en día y ha sido traducido del idish a varios idiomas en donde explica los funcionamientos del campo y los hechos ocurridos desde sus propios ojos. Enterraba pedazos del diario en botellas con la esperanza de que fuera encontrado y su testimonio quedará en la historia; quería a toda costa dar voz de lo sucedido. Así mismo junto con otros compañeros escondían de los SS dientes de los cadáveres para poder enterrarlos y que por lo menos quedarán esos vestigios de lo ocurrido.