Los datos del comercio exterior en el mes de febrero, en los cuales se observó una caída de las exportaciones no petroleras de México, pudiera ser uno de los primeros signos de que ya nos está afectando la menor actividad industrial en EUA.

Las estadísticas de un solo mes no son suficientes para caracterizar una situación económica en la que influyen factores altamente complejos.

Sin embargo, no sería sorprendente que en meses subsiguientes México tuviera resultados poco alentadores.

Por esta razón se vuelve crítico que México pueda aumentar la participación de sus exportaciones en el mercado de EUA.

Es cada vez más visible que el conflicto que ese país tiene con China no tendrá una solución de corto plazo, y hay oportunidad de substituir productos chinos.

Eso requiere que se facilite el nearshoring, es decir que se incentive la llegada de inversiones que van a proveer de bienes al mercado de EUA.

Si se deja que este proceso continúe por mera inersia, es probable que no logre impedir que la economía de México padezca los estragos de un posible aterrizaje forzoso. De aquí que sea relevante un giro en la política industrial para alentar la llegada de inversión foránea al país.


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