La multitudinaria manifestación que ayer tuvo lugar en las calles jerosolimitanas con el resuelto apoyo de Yariv Levin como miembro del Likud y de las fracciones nacional-religiosas que componen la presente coalición ha acentuado los desequilibrios que hoy colman a la sociedad israelí.

En estas circunstancias, más de mil transportes públicos y la ampliación del número de vagones en los ferrocarriles facilitaron la congregación de un público que manifestó sólido apoyo a radicales cambios en la composición y orientaciones de la Corte Suprema de Justicia.

La notoria ausencia de Netanyahu en esta masiva manifestación dio lugar a suponer que este no coincide con los personajes y con las intenciones que condujeron a una masiva expresión en favor de una sustantiva reforma judicial
que en rigor afectará el sistema político del país.

La conducta de los manifestantes fue grosera en no pocos casos.

Las figuras de los principales jueces y políticos que hoy se oponen a un cambio radical del sistema jurídico israelí fueron pisoteadas por la muchedumbre, y los oradores, desde el propio Levin y Bezalel Smotrich a rabinos y líderes de la ocupación israelí de Judea y Samaria, señalaron la necesidad de cambios institucionales que al cabo habrán de restringir el diálogo democrático en el país.

Cabe agregar que los sonidos del shofar y las públicas apelaciones a Jehová se escucharon en las calles jerosolimitanas, y es tema de conjeturas cómo reaccionarán los medios y la opinión pública en los próximos días.

Al contemplar este inquieto escenario me inclino a anticipar tres posibilidades.

La primera indicaría que Netanyahu se inclinará a dar y ofrecer amplio apoyo a las intenciones de Levin-Rothman-Ben Gvir encaminadas a radicalmente cambiar el sistema democrático israelí. Anticipará así que este hecho desplazaría hasta eliminar el juicio que le amenaza desde hace tiempo.

Otra señala la posibilidad de una radical ruptura de la actual coalición gubernamental. En estas circunstancias, Bibi procuraría concertar un arreglo con Benny Gantz con el propósito de tejer una nueva coalición que tendría un
concertado liderazgo de uno y del otro.

Una tercera, y sin duda trágica, posibilidad es la irrupción de un choque militar inducido por Irán por suponer que las incertidumbres que hoy abruman al país considerablemente lo debilitan.

Probables escenarios, a mi ver, que deben obligar a todas las partes a reconsiderar prolijamente las opciones y los rumbos del país más allá de las públicas manifestaciones que hasta aquí apenas han contribuido a la indispensable solidaridad nacional.

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