Una y otra vez el presidente Biden ha revelado en los últimos días su franco descontento, cuando no repudio, a los cambios políticos e institucionales que Netanyahu pretende imponer en Israel.

No solo estos implican el lamentable deterioro y declive de la democracia en nuestro país. Favorecen la violencia como el único medio para reactualizar los presuntos mandatos de Jehová en una sociedad que hasta aquí ha conocido la mutua tolerancia como ideal y modelo.

Torcida inclinación hoy favorecida en particular por Itamar Ben Gvir y los componentes de su partido, que bien saben que sin ellos la presente coalición carece de viabilidad alguna.

En respuesta, Bibi tomó en los últimos días varias decisiones encaminadas a recuperar algún equilibrio y, en particular, a restablecer el contacto con Washington.

Enviar a su hijo Yair a Miami y Puerto Rico para alejarlo de la realidad israelí fue una de ellas. Otra se manifestó en su inclinación a adelgazar la presencia e importancia de la visita al país del gobernador de Miami y probable candidato de los Republicanos a la Casa Blanca, George de Santis. Y en fin, en la prohibición a los miembros de su gabinete a viajar a Washington si él mismo no es antes invitado.

Ciertamente, respecto a Ben Gvir y a Yariv Levin, dos personajes que por razones desiguales amenazan la estabilidad de su gobierno, Netanyahu apenas puede dar paso alguno sin deshacer a la coalición que preside.

En este contexto, es probable que Bibi buscará algún entendimiento con Benny Gantz a quien reiteradas encuestas le conceden elocuente victoria si se verifica una crisis gubernamental. Inclinación que probablemente no conocerá resultado alguno.

Así, las masivas manifestaciones dirigidas a preservar y a ampliar la democracia en el país habrán de continuar.

A ellas se suman hoy la incertidumbre económica y el aumento del precio de los productos y servicios básicos.

Hechos que acentúan el disgusto popular respecto a una coalición gubernamental que hoy parece olvidar tanto los valores del Occidente secular como los entendimientos regionales e internacionales que garantizan la estabilidad y el futuro del país.

En estas circunstancias, ¿hacia dónde? ¿hasta cuándo? son las interrogantes que nos abruman sin pausa alguna.

Reproducción autorizada con la mención siguiente: © EnlaceJudío


Las opiniones, creencias y puntos de vista expresados por el autor o la autora en los artículos de opinión, y los comentarios en los mismos, no reflejan necesariamente la postura o línea editorial de Enlace Judío