La historia, los escenarios y los personajes clave del cementerio judío sefardí más grande y mejor conservado de Europa, que se ha convertido en un imán para miles de visitantes judíos.

 

Un grupo de Estados Unidos, una familia de Israel, una pareja de argentinos… Este podría ser el típico censo de visitantes de cualquier destino, pero la cosa cambia cuando se trata de Lucena y son judíos de todo el mundo que llegan en busca de sus raíces. ¿Qué les impulsa a viajar al corazón de Andalucía? El descubrimiento que cambió el rumbo de esta ciudad cordobesa: su cementerio judío, el más grande y mejor conservado de Europa. Este hallazgo se propagó como la pólvora y encendió la llama de la Lucena actual, un municipio que año tras año, ve crecer el número de turistas judíos que pasean por sus calles.

Una vez llegan, comprueban que Lucena fue durante siglos uno de los enclaves más importantes de Sefarad y de la cultura judía, la antigua Eliossana. Una ciudad, habitada intramuros exclusivamente por seguidores de la ley de Moisés, que en su época de mayor esplendor albergó una academia de estudios talmúdicos de fama universal por la que pasaron eruditos como Ibn Megas, Maimónides o Jehudá ha Leví.

 

“Un viaje a la Edad Media, que comienza en un castillo sorprendente”

 

Y lo mejor, que la herencia de esta próspera judería libre de gentiles, conocida como la Perla de Sefarad, sigue viva. Monumentos, calles rotuladas en castellano y hebreo, tradiciones, vocablos, gastronomía… Este rico legado sefardí, que cada vez genera mayor interés, se traduce en un interesante viaje a la Edad Media en esta pequeña y accesible localidad, en la que aún resuenan canciones sefardís  en ladino y se siguen fabricando de forma artesanal menorás de bronce y hanuquiás de barro. Una desconocida Lucena que brilla de nuevo entre olivares, y se enorgullece de ser una de las juderías más bellas entre las que forman parte de Caminos de Sefarad.

Un buen punto de partida es el Castillo del Moral. No tanto porque aquí estuvo preso Boabdil -último rey de Granada, sino porque entre sus rudos lienzos de origen almohade está el Museo Arqueológico y Etnológico de Lucena, cita obligada para conocer la edad de oro del judaísmo lucentino y otros aspectos no menos interesantes como la existencia de yacimientos preneardentales como la Cueva del Ángel. Un motivo más: las impresionantes vistas del centro que se divisan desde el Paseo de Ronda y la Torre del Homenaje.

 

“En busca de la Sinagóga Eliossana, y la herencia judía de Sefarad”

 

partitura música sefardí