La tradición judía identifica a Jerusalén como la razón más grande de la alegría del pueblo de Israel. No hay historia de amor más bella en todo el mundo, que la del pueblo judío con esta ciudad, su capital eterna, única e indivisible.

Irving Gatell nos explica porqué Jerusalén, desde los tiempos antiguos en los que era conocida sólo como Shalem, se convirtió en un centro religioso de máxima importancia para los grupos humanos que poblaban el antiguo Canaán, y cómo todos esos grupos confluyeron en la monarquía israelita y pasaron a ser parte de los ancestros de lo que hoy es el pueblo judío.

Tras un período de 19 años bajo dominio árabe, Jerusalén fue reunificada bajo soberanía judía en 1967, y desde entonces todos los años celebramos Yom Yerushalayim, profundamente orgullosos de lo que esta ciudad significa para nosotros, y de todo lo que le hemos escrito y cantado.

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