Elon Musk acaba de protagonizar un extraño rifi-rafe con George Soros, y se quedó de que el magante judío tiene “demasiado poder”. Extraño, porque Musk tiene una fortuna personal veinte veces mayor que la de Soros.

Este episodio que podría parecer una mera extravagancia con cierto dejo de comicidad, en realidad es algo bastante complejo, porque nos pone frente a la versión más sutil y ligera —aunque real y preocupante— del modo en el que los prejuicios antisemitas ancestrales han arraigado en la cultura occidental, al punto de que personas que nunca han tenido visos de ser antisemitas (como Musk), de pronto pueden incurrir en este tipo de expresiones.

Partiendo de ciertos detalles de la vida de George Soros, Irving Gatell nos explica la complejidad de este asunto, y señala los puntos a los que debemos poner siempre atención para poder contrarrestar los lastres que el antisemitismo sigue imponiendo a la sociedad, todavía en pleno siglo XXI.

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