El documental Shoah, del director francés Claude Lanzmann, fue inscrito en el Archivo de la Memoria del Mundo de la UNESCO, cuyo propósito es proteger el patrimonio documental mundial, anunció el viernes la Asociación Claude et Felix Lanzmann (ACFL), de acuerdo con Infobae.

En el mismo se pueden observar testimonios sobre participantes, supervivientes, pero también verdugos, testigos, y hasta partícipes secundarios. Tiene la particularidad de no utilizar ninguna imagen de archivo.

Shoah se une en el patrimonio cinematográfico de la Memoria del Mundo a los archivos de los hermanos Lumière, Metrópolis, de Fritz Lang, Los Olvidados, de Luis Buñuel y todo Bergman”, indicó la asociación en un comunicado, celebrando confirmar “el lugar único de esta obra maestra entre arte e historia”.

Las Comisiones nacionales francesa y alemana de la Unesco presentaron “conjuntamente” la candidatura de esta “película-monumento” publicada en 1985, como “símbolo fuerte de la amistad francoalemana por la que Claude Lanzmann trabajó desde 1947″. La candidatura fue presentada por la ACFL en el caso de Francia, y por el Museo Judío de Berlín en el de Alemania.

La película Shoah entró en la historia del cine por su duración que llega a las nueve horas y media, su forma y su argumento: contar “lo indecible”, la exterminación sistemática de los judíos por los nazis.

Su producción fue una aventura a largo plazo, ya que la preparación y la grabación se alargaron desde 1974 hasta 1981, y el montaje duró casi 5 años. Este conjunto de testimonios adquieren trascendencia por la información que se da en algunos casos particulares y también por la emotividad que expresan al contar el horror en primera persona. Además, al no tener imágenes de archivo ni música, muestra la imposibilidad de retratar un hecho que marcó la historia mundial.

El galardonado documental generó miles de artículos, estudios y debates, y fue visto por decenas de millones de espectadores en todo el mundo. También puso en primer plano el término Shoá, que aparece en la Biblia y significa “catástrofe” en hebreo, y que desde entonces es comúnmente utilizado en Europa.

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