Una mexicana que nunca dejó Sefarad, fue el título de la presentación de la escritora Sophie Bejarano de Goldberg en España el pasado 1 de junio. La Casa de México en España y la Fundación HispanoJudía se unieron para hacer magia en las hermosas instalaciones de Casa de México en el corazón del barrio de Chamberí, Madrid.

Con la asistencia de un centenar de personas, entre ellas mexicanos radicados en esa ciudad capital y españoles interesados en la obra de Sophie, el conversatorio fue dirigido por el reconocido escritor y director-fundador del diario El País, Juan Luis Cebrian, también honorable miembro de la Real Academia de la Lengua Española.

La bienvenida de David Hatchwell, presidente de la FHJ, dio pie al ritmo que seguiría la velada: “Sophie representa la fusión que deseamos tener de la historia de los españoles y de los mexicanos”

“He de decir que quedé fascinado por el contenido de las dos novelas de Sophie, Lunas de Estambul y El jardín Del Mar, porque hablan de la historia de los Sefardíes y representan una memoria de una calidad literaria extraordinaria, no es simplemente una recopilación de hechos”, comenzó diciendo Cebrian.

La escritora, notablemente emocionada habló de lo que para ella significa tener estas arraigadas y poderosas raíces Sefardíes: “Hoy me encuentro ante ustedes con la inmensa alegría de cumplir un sueño que nació en el momento en que teclee las primeras palabras de mis textos; el de traer mi narrativa a su lugar de origen: España, la tierra que guardó un profundo significado histórico para mis ancestros, con la que mantuvieron durante siglos, un vínculo relegado a los reinos de la memoria y la añoranza, ese mismo suelo me recibe hoy en su regazo.

“Llevo esta tierra entrelazada en los tejidos de la piel, alojada en cada célula y en cada poro y en todas las venas. Han pasado muchos siglos desde la expulsión, lo sé, pero el tiempo sólo ha hecho que las tradiciones, la historia, los sabores, los aromas y las costumbres se espesen en mi sangre, que el ladino brote de mis labios con facilidad y que la cultura milenaria, mi cultura, como un buen vino de La Rioja, añeje su acervo en cada generación que tuvo que pasar hasta llegar a mi y decantarse en mis letras”.

Y continuó diciendo: “La búsqueda de mi herencia paterna me remitió a la ciudad de Bejar, de ahí partió mi sangre expulsada en 1492, llevando en los bolsillos las llaves de casas a las que nunca volverían. Esto me queda muy claro, soy la sefardí más mexicana o la mexicana más sefardí. Nuestro ladino, nuestros sabores y aromas y nuestras kantikas han formado parte de mi vida siempre y es el legado que ahora yo transmito a mis hijos y a mis nietos.

“El ke ereda no muere” dice uno de nuestros refranes judeo españoles; soy el resultado de ese patrimonio que llevo en las palabras que amo, en los aromas a anís y berenjena, en los sabores milenarios que se alojan en mi paladar. Soy una combinación de mares y ríos ancestrales, una mezcla de mareas heredadas que en sus vaivenes interminables han ido dejando como huella, lo que más valoro: mi identidad sefardí.

El caudal de mi legado se origina en España, en la España mía. ¡Mi Sefarad!”

Música en ladino y bocadillos sefardíes acompañaron el cóctel que redondeó la noche.

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