En una discusión con muchos fundamentos equivocados y ninguna información sobre hechos similares, el gobierno uruguayo tomó una decisión y después dio marcha atrás por la repercusión negativa que se vio en medios de información y especialmente en esos lugares de Internet donde muchos opinan sin saber y se ocultan bajo seudónimos.

Para quienes no están enterados, del acorazado Graf Spee alemán, hundido frente a costas uruguayas en 1939, se rescató su insignia de proa que es un águila de bronce sosteniendo con sus garras el escudo nazi con la cruz svástica. El gobierno uruguayo decidió, y luego se desdijo, darle al artista plástico Pablo Atchugarry esa pieza para fundirla y con su bronce hacer una escultura que ensalce la paz.

Pasemos a una síntesis:

Uruguay estaba mal gobernado por la dictadura de Gabriel Terra, luego la “dictablanda: de Baldomir, un ministro condecorado por Hitler (César Charlone) y una “oposición” de Luis Alberto de Herrera, muy allegada al nazismo de Hitler, fascismo de Mussolini y la dictadura de Franco.

Uruguay era abastecedor principal de carnes de la Alemania nazi, mientras que Alemania era quien construía la represa de Rincón del Bonete. Se hablaba de que Uruguay podía alimentar veinte millones de personas por año y podía duplicar ese número.

Con el pretexto de la represa, los alemanes construyeron un aeropuerto en sus cercanías, porque los planes de Hitler incluían tomar Uruguay como base de su aviación para conquistar desde allí las tres Américas.

Todo esto se sabe, todo es comprobable, pero los libros de los historiadores y los políticos gustan disfrazar la historia verdadera al estilo de los Hermanos Grimm, o de Walt Disney (otro nazi).

Hace pocas semanas, el gobierno de Austria estuvo en una situación similar a la uruguaya, solo que en vez de tratarse de un águila de bronce el tema era el edificio donde nació Adolfo Hitler. Allí decidieron para que ese edificio nunca se torne una especie de nuevo templo para neonazis, transformarlo en una comisaría de policía (símbolo de defensa de los derechos y libertades fundamentales, según palabras del ministro a cargo), se mantendrá su estilo arquitectónico (lo que es arte se mantendrá como arte), se agregarán lugares prácticos y (el error más grave a mi criterio) se trasladará a un museo de Viena la piedra-monumento que frente a ese edificio lucía la siguiente frase: POR LA PAZ, LA LIBERTAD Y LA DEMOCRACIA. NUNCA MÁS FASCISMO, MILLONES DE MUERTOS LO RECLAMAN.

Si la intención del presidente Luis Lacalle y la del artista Pablo Atchugarry suman el realizar una obra artística resaltando un símbolo de paz, me permito dar algunos datos para lograr lo que ambos manifestaron que era su intención:

  1. Conservar tal como es el águila con el símbolo de la cruz svástica nazi, por ser un objeto artístico y además con gran valor histórico.
  2. Elaborar junto al águila y no en su lugar una obra de arte que indique la esencia moral de la paz por sobre la guerra y el fanatismo simbolizados por el águila.
  3. Ubicar la totalidad de la futura obra en un lugar que sea frecuentado por el mayor número posible de personas, que el acceso sea fácil, preferentemente gratuito, y muy propagandeado.
  4. Junto a ese conjunto (obra nueva más el águila), una gran placa o piedra donde esté detallada toda la historia, para que todo el público, especialmente las generaciones que no vivieron la guerra, conozcan esa parte de la historia contemporánea.

Tienen que quedar claros estos conceptos:

Uruguay fue oficialmente país neutral hasta poco antes de terminar la guerra. Si bien no se aceptó reparar ni reabastecer de combustible y alimentos al Graf Spee, no fue por iniciativa del gobierno. La no reparación fue obra de otro héroe anónimo (el ingeniero Voulminot, de la empresa Regusci y Voulminot, que se negó a repararlo), y el resto fue la gran obra diplomática del entonces embajador británico Eugen Millington-Drake.

En Uruguay había simpatizantes de los aliados y también de los nazis.

El suicidio del capitán Langsdorff no lo convierte en una buena persona, como capitán del Graf Spee ya había hundido muchos barcos, sobre todo mercantes, matando gente, y su suicidio envuelto en la bandera alemana no indica en absoluto arrepentimiento por sus hechos. Incluso Alemania lo trató con deshonor porque habría sido diferente si su barco hubiera sido hundido en batalla (lo hizo explotar él) y el capitán hubiera muerto hundiéndose en su barco.

La proeza militar-naval de encerrar al Graf Spee correspondió a los barcos Achilles, Exeter y Ayax, de la marina de guerra británica y neozelandesa.

Los hechos históricos deben quedar bien documentados para las generaciones futuras, y los elementos físicos probatorios deben cuidarse para que resistan milenios.

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