Muchas gracias a todos los que me mandaron mensajes de solidaridad en privado. Les comento que nos despertaron ayer en Jerusalén las alarmas y estruendos de explosiones.

He vivido aquí 5 guerras (de los 6 días, de Yom Kipur, de Gaza 2014, 2021 y ésta) y NUNCA había ocurrido una guerra deliberada contra los civiles israelíes en sus casas.

No hay palabras para describir el horror, el desconcierto, la incertidumbre, el dolor, el trauma de por vida de estos niños y jóvenes, la desesperación de familiares que buscan a los suyos de hospital en hospital.

No sé qué es lo que dicen por ahí las noticias, pero lo que ocurrió es que adolescentes que bailan en una fiesta del kibutz Beeri son sorprendidos y masacrados por decenas (centenas?) terroristas de Hamas. A muchos otros los secuestran y transportan a Gaza.

Terroristas armados se infiltran en moshavim y kibutzim y asesinan a familias enteras en sus casas. Toman como rehenes a ancianas, madres con bebés e hijos pequeños, arrastran y golpean a jóvenes ensangrentadas como consta en videos que exhibe Hamas para alardear su triunfo de cometer crímenes contra la humanidad, su delirio gozoso de matar.

Testimonios desesperados de familiares, de madres que enloquecen de dolor al no saber nada desde ayer de sus hijos, si están heridos o secuestrados o muertos, son aterradores.

Hay familias que siguen encerradas con niños y bebés en los refugios sin electricidad, en la oscuridad, sin alimento, sin poder cargar celulares e informarse o comunicarse mientras terroristas rondan el kibutz e incendian todo lo que encuentran. 2000 misiles y proyectiles han sido lanzados contra civiles desde ayer.

Caos, llamadas de auxilio, total incertidumbre. Los padres y abuelos toman sus armas y viajan al sur a rescatar a sus jóvenes.

Secuestran a una mujer de 85 sin medicinas, quien no permite que la vean excepto serena, digna y lúcida.

Se calienta la frontera norte con Hezbolá, en el Oriente cientos de árabes jordanos corren hacia la frontera con Israel para sumarse al festival de las masacres.

Circulan imágenes de cadáveres en las carreteras, trailers de congeladores transportan cuerpos sin vida.

Familiares inundan las redes con retratos de los desaparecidos.

Las palabras de los políticos y militares en los medios no calman, no dan confianza, no parecen relevantes. Testimonios de padres describen cómo escuchan en el celular a sus hijos rogar por sus vidas frente a terroristas, palabras en árabe, gritos de alauakbar, disparos seguidos por silencio mortal.

Los ruegos desgarradores de las madres que piden información de sus hijos, de su dolor enloquecedor. no tienen respuesta.

En día y medio son 700 muertos, 2,200 heridos y cada hora anuncian más. Las listas de sus nombres, la sucesión de sus rostros son interminables. Seguirán funerales y funerales y funerales y funerales. Qué puedo decir, tiemblo mientras lo escribo.


*La Dra Katya Mandoki es investigadora mexicana, recién retirada de la UAM, quien vive en Jerusalén.