Más de 300 judíos mexicanos se reunieron fuera de la Embajada de Israel para mostrar su apoyo en la hora más sombría del Pueblo Judío; en palabras de Felix Carrillo, uno de los organizadores, “el día más sangriento de nuestra historia desde el Holocausto”.

 

 

5 días ha pasado desde la inimaginable masacre y este evento es, desgraciadamente, un duelo. No se dejen engañar por la marea de banderas blanquiazules ni las canciones que buscan levantar los ánimos. Las miradas son tristes porque las atrocidades cometidos sobre los cuerpos de los israelíes superan las de los nazis. El Pueblo Judío se enfrenta a un odio atroz, una crueldad desmedida, una brutalidad de película de terror.

Es por ello que algunas personas han traído flores, otras veladoras. Otras, solo lágrimas . No hay consuelo posible: los misiles siguen cayendo sobre las ciudades israelíes, aún hay presencia terrorista de Hamás en algunas ciudades; cada día más testimonios y más imágenes se añaden a los archivos del horror de un tristemente histórico 7 de octubre.

Se escucha el Kadish, la oración en arameo por la elevación de las almas de los muertos. Los cánticos llenan el aire de la tarde quieta de Sierra Gorda. Carrillo explica el propósito de la manifestación:

“Estamos aquí en repudio y condena absoluta del asesinato cruel y a sangre fría de más de 900 israelíes en vísperas de Simjat Torá…Para expresar nuestra indignación

Esta no es una marcha de apoyo a algún gobierno a partido político, esto no tiene que ver con este o aquel gobierno: muchos hemos sido críticos y los seguiremos siendo.

¡Esta es una marcha por la humanidad!

¡Por el hecho de que hemos vivido, como judíos, el día más sangriento de nuestra historia desde el Holocausto!

Siguen las palabras doctas de Esther Shabot y de Silvia Cherem, y un testimonio desgarrador de una sobreviviente de la masacre. Se entona el himno nacional mexicano y el israelí.

Y bajo un cielo rojo de sangre, los asistentes se despiden con esta frase emblemática de la comunidad judía, que se dice al salir de una casa de duelo: “Que nos veamos en fiestas…”

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