Me permitiré recordar algunos básicos datos sobre el territorio de Gaza y el carácter de los líderes que hoy le gobiernan. Datos que probablemente algunos lectores bien conocen y, por lo tanto, acertarán en prescindir de lo que sigue.

Gaza es el territorio más denso del mundo. Se extiende a lo largo de 41 kilómetros con un ancho de 10. Su población actual supera los tres millones, y tres cuartos de ella depende de la ayuda que desde hace décadas le ofrecen diversos organismos de las Naciones Unidas, y, en menor medida, países como Irán y Catar.

Desde la puja electoral que tuvo lugar en Gaza en 2006 Hamás se impuso al Fatah,  y desde entonces esta fanática fracción administra una dictadura encabezada por Ismail Hanya.

A lo largo de su angosto territorio, en particular en la zona norte, la junta gobernante ha construido algo más de mil túneles donde probablemente se encuentran sus fuerzas y equipos militares y, también. los 126 israelíes que fueron capturados en el reciente y desafortunado encuentro militar.

Gaza carece de fuentes de agua y energía propias. Hasta aquí Israel le ha suministrado estos recursos a través del corredor Kerem Shalom, lugar que es puente entre ambos países y facilita el ingreso cotidiano a nuestro país de más de 20 mil trabajadores que en estos días deambulan sin labor alguna por este angosto territorio.

Irán, Malasia y Catar son sus principales fuentes de abastecimiento de armas y alimentos. Nexos hoy relativamente paralizados por causa del actual conflicto.

Cabe preguntar: ¿Por qué Ismail Hanya decidió agredir a Israel en la última semana de un modo que sorprendió sustancialmente a nuestro país?

Las respuestas son variadas. Una de ellas: las constantes tensiones en Judea y Samaria entre los colonos judíos y la población árabe obligaron a Israel a concentrar sus fuerzas en esta región.

Se trata de un enfrentamiento en el cual, en mi opinión personal, sus residentes árabes intentan con justicia resistir la invasión de israelíes que se abanderan con el nombre de Jehová para hacerse de tierras que no les pertenecen.

Franca falsificación de nuestra historia.

Es responsable de esta distorsión histórica y legal la coalición levantada por Benjamín Netanyahu en los últimos meses con el interesado apoyo de afiebrados sectores nacional-religiosos.

Uno de los hechos que considerará, así espero, el tribunal que habrá de levantarse cuando el presente conflicto concluya.

Al iniciar esta invasión el Hamás anticipó que su organización hermana Hezbolá no vacilará en abrir la ofensiva desde el norte de nuestro país. Intención que ya muestra algunos signos y puede ampliase en las próximas horas o días.

En las últimas horas, desde Haifa a la Galilea se multiplican las explosiones que denuncian esta intención.

Al verificarse la agresión a Israel desde Gaza hace ya ocho días el presidente Biden emitió palabras de adhesión y apoyo a Israel que acentuaron la admiración a su persona y al paso del tiempo formarán parte inescapable de nuestra historia.

Noble y acertada actitud de Biden y de su canciller que fue imitada por no pocos países europeos incluyendo a Volodymyr Zelensky.

En otras naciones, desde las latinoamericanas a las africanas, vislumbro actitudes dispares respecto al origen, carácter, apoyo y probable resultado de este rojo enfrentamiento.

Sin modestia alguna afirmo que mi formación académica y las experiencias que recogí durante años en organismo regionales e internacionales me conduce a sostener que mi país atinará a superar esta imprevista y ácida prueba.

Y a su debido tiempo habremos de juzgar a los responsables de la agresión que conocemos y que hoy forman parte de la coalición que nos gobierna, sin olvidar las lágrimas y las muertes que por inocencia o turbio cálculo nos han lastimado.


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