“Judíos, recoged la Estrella de David y ostentadla con orgullo” escribía Robert Weltsch el 4 de abril de 1933, apenas unos días después del comienzo del Boicot antijudío en Alemania y la orden de portar la Estrella Amarilla como insignia de desprecio.

Esta mañana, me encontré pensando en esta frase, borrada de mi memoria… En los últimos días varias personas me han consultado acerca de mi opinión en cuanto a si los niños y jóvenes deben dejar de usar kipot, si las escuelas deben sacar los uniformes... me han comentado con dolor, acerca de actos de identificación y protesta realizados “puertas adentro”.

Me pregunto ¿qué es lo que hay atrás de estas actitudes más allá del miedo? ¿Cuál es el sentido de ocultar quiénes somos? ¿Tenemos miedo? ¿Queremos verdaderamente que nuestros hijos perciban nuestro miedo? ¿Queremos enseñarles a ocultarse, desfigurarse, desvanecerse?

¿Será el miedo y la responsabilidad o la flaqueza de su columna vertebral judía la que lleva a líderes comunitarios o escolares a pedir la anulación de toda manifestación exterior, ya no de identificación con Israel, sino con el propio judaísmo?

Nada de uniformes con letras hebreas, Menorá, Maguén David, letras hebreas y cosas parecidas, como quitar las mezuzot de las puertas de sus hogares.

Estos mensajes no son nuevos, en algunas comunidades existían como norma antes de esta masacre y de esta guerra, y muchos pensaron que estaba bien que el encargado de Seguridad Comunitaria les dijera a los niños que se saquen la kipá para poder ir de paseo… No estaba bien entonces, no lo está ahora.

Solo que ahora se está convirtiendo en un fenómeno masivo.

¿Cuánto falta para que dejemos de postear en las redes por temor a que nos identifiquen? ¿o en las redes está todo bien, porque no nos arriesgamos físicamente?

A veces la realidad nos exige poner no solo la voz sino también el cuerpo. Materializarnos y hacernos presentes.

No somos avatares, ni íconos.

Somos seres de carne y hueso y alma y tenemos derecho a nuestra diferencia.

Tenemos derecho a transitar por las calles del mundo seguros, y tranquilos, como cualquier otro. Tenemos derecho a ser quienes somos, y a quien no le gusta que no nos invite a su casa.

No estamos en la Guerra de Independencia, ni en la Shoá

Por más que muchos políticos y comunicólogos hayan usado esta terminología. Israel es un estado soberano que está sufriendo tal vez el peor momento de su historia, pero su independencia y existencia no está en juego.

Es verdad que nuestro futuro como sociedad, y hablo ahora como israelí, nos presenta un desafío titánico, que solo se ha exacerbado más aun con esta crisis, pero nadie va a echarnos al mar y no lo digo desde la soberbia de la fuerza sino desde la realidad geopolítica.

Es momento de salir a la calle, no de quedarse dentro. Es momento de ser quiénes somos.

Y de repetir incansablemente que elegimos la Vida. Que elegimos el Bien.

Que elegimos un mundo de justica

Que elegimos ser hijos e hijas de este pueblo, no porque alguien nos obliga, sino porque es nuestra elección como hombres y mujeres libres.

¡Es momento de portar con orgullo nuestra Estrella de David, de todos los colores!


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