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viernes 26 de julio de 2024
diamante

Los verdaderos diamantes. Reflexiones rabínicas

Enlace Judío / Rab Yaakov Menken – El rabino Yaakov Galinsky zt’l cuenta una historia que atribuye al rabino Yisrael Mayer Kagan, el Jafetz Jaim. Había un comerciante de piedras preciosas de San Petersburgo que viajaba hasta Danzig (hoy Gdansk, Polonia) para una venta. Incluso hoy en día, este viaje dura más de un día en tren y autobús; entonces, seguramente era un viaje de una semana. Pero mereció la pena, ya que el comerciante encontró gemas preciosas a precios asombrosos. Gastó todo lo que pudo y sólo le quedaron 300 rublos para volver a casa con estilo y alojarse en buenos hoteles.

Antes de partir, sin embargo, tuvo una visita. Otro comerciante fue acusado de fechorías y amenazado con ser arrestado. Tuvo que huir inmediatamente, no fuera que el gobierno confiscara sus compras y lo metiera en la cárcel. Tenía una caja de diamantes brillantes valorada en decenas de miles de rublos, y se ofreció a venderla, entera, al de San Petersburgo.

Éste le contestó, sin embargo, que sencillamente no tenía suficiente para pagarle aquellas gemas. “Bueno, ¿y 5,000?”.

“Ni siquiera tengo eso”, respondió.

El otro, sin embargo, se quedó con las piernas temblorosas. “Tengo que huir, escapar. Dame 1,000 rublos y todo el tesoro será tuyo”.

El comerciante de San Petersburgo le dijo la verdad: “Todo lo que me queda en efectivo son 300 rublos, para viajar a casa”.

El otro hombre no esperó ni un momento. “¡Dámelo y cógelo!”. Y así, el hombre de San Petersburgo se quedó con dos maletines llenos de diamantes, ¡y ni un kopek en efectivo!

Tuvo que viajar a pie, compartiendo la comida con los mendigos. A pesar de todo, sabía que era más rico de lo imaginable y que podría disfrutar de su fortuna cuando regresara a casa. Si alguna vez sentía la dificultad de su situación actual, todo lo que tenía que hacer era echar un vistazo a hurtadillas en una de sus maletas.

En la parsha de esta semana, Yaakov bendice a Yissojer comparándolo con un asno de huesos grandes, capaz de llevar una carga pesada. Yissojer sabía que podía relajarse y tomárselo con calma: “Vio que el descanso era bueno y que la tierra era agradable”, pero aun así “dobló el hombro para cargar, y fue como un siervo al que se le encomienda una tarea” [Gén. 49:15].

Yissojer veía el valor de la Torá, y de aprender todo lo que podía. Por eso, aunque le quitaba tiempo para otras cosas, reconocía que estaba adquiriendo algo más valioso que los diamantes, que bien valía su inversión.

En los Capítulos de los Padres [6:4] se dice que la persona que deja de lado otras cosas por la Torá disfrutará de la bendición del Salmo 128:2: “Serás feliz y te irá bien”; serás feliz en este mundo y te irá bien en el Mundo Venidero.

Y ésta, dijo el rabino Galinsky, es la lección del comerciante de diamantes.

Fuente: Project Genesis

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