Cada guerra tiene su léxico, su diccionario, sus palabras. Si las palabras de Dios, según la Biblia, crearon el mundo, el mundo también ha creado palabras para expresar su narrativa (o más bien sus distintas narrativas). Esta guerra, nuestra guerra porque concierne el mundo judío en su totalidad, tiene palabras, imágenes y torturas inéditas para la humanidad.

Las palabras que perdieron su sentido

Shalom (paz). Ya no cantaremos Shir Leshalom agitando unas luces, dice el analista Gabriel Ben Tasgal. Y Juan Dircie, representante para América Latina de la Universidad de Tel Aviv: reemplazamos Shalom (en nuestras expectativas) por “seguridad”. Y en varios relatos, junto a los cuerpos mutilados de los residentes del Kibutz Be’eri, se podía ver en el refrigerador un imán de “Shalom Ajshav” (Paz Ahora). La paz y sus activistas son las primeras víctimas de esta guerra.

Nunca más en todas su versiones, “nunca jamás” por ejemplo, se volvieron palabras vanas. Esta promesa que año tras año, el 27 de enero, escuchábamos como un slogan indestructible, suena ya a burla a la luz de lo acontecido el 7 de octubre. Volvieron los pogromos, los hornos crematorios, los fetos sacados de las entrañas de sus madres. Y hoy, que tenemos los medios de defendernos, el mundo nos pide hacer la guerra con las manos amarradas detrás de la espalda.

Disuasión: un concepto básico para la seguridad de Israel acaba de ser destrozado por 3000 salvajes, llenos de odio, locos de venganza.

Tecnología defensiva: las rejas de seguridad ultrasofisticadas, las cámaras de infrarrojos no pueden reemplazar a los soldados. Nuestros enemigos aprendieron a neutralizar la tecnología y, con ello, a neutralizarnos.

Hasbará (esclarecimiento) ya es palabra caduca. Lo de hoy es Hashpaá (influencia). Hamás cuenta una historia de villanos y héroes, Israel responde con un documental. Debemos encontrar nuevas formas de dar a conocer nuestra narrativa.

Las palabras sustituidas

En Israel, los terapeutas se enfrentan a una nación traumatizada, enlutada por sus muertos, en shock por sus secuestrados, con sus hijos al frente. Ahora necesitan creatividad para encontrar las palabras que puedan sanar a las almas.

Una de las historias de la guerra es la de Emily, una niña que fue secuestrada durante 50 días y devuelta por Hamás en un intercambio. Emily ya no tiene palabras. No puede verbalizar lo sucedido. Por ello, le han propuesto inventar su propio lenguaje, en el cual algunas palabras sustituyen a las que le cuesta decir.

Así nació el diccionario de Emily, en el cual queso significa secuestrados; aceitunas son terroristas; un caja representa Gaza y antibiótico se refiere a sangre.

las palabras de Emily
Emily y su diccionario

Las palabras de la guerra

Autorizado para su publicación. Cada mañana, las madres de Israel despiertan temblorosas para leer los nombres de los soldados fallecidos ayer. Nosotros también.

Fuimos sorprendidos. La respuesta a la incredulidad de una nación que cayó en la trampa de confiar en sus vecinos.

Depende del contexto. La respuesta cuando, en una audiencia en el Congreso de los EE:UU,  se les preguntó a las presidentas de la Universidad de Pensilvania y de la Universidad de Harvard si pedir el genocidio de judíos constituía acoso según el código de conducta de su escuela. Respuestas históricas, porque demostraron la magnitud del antisemitismo en las mentes y en la academia.

Erradicar a Hamás. Según un exjefe de Estado Mayor de Israel: “Nunca antes tuvimos una misión semejante. No destruimos completamente Hezbolá en la primera ni segunda guerra de Líbano. En la historia de la guerra, es difícil recordar cuando uno de los lados tuvo que erradicar al otro. Ni el ejército nazi fue completamente destruido”.

Los conceptos (Contzeptziot). Hamás no va a atacar, la disuasión funciona… conceptos que hicieron que el ataque de Hamás fuera completamente sorpresivo y letal.

Bring them home now (Hajzarat Hajatufim Ajshav). El grito de una nación que quiere recuperar a sus hijos.

Genocidio. “Los que están cometiendo el genocidio acusan a los judíos del genocidio” dice Edwin Black. La acusación se realiza a través de la misma Convención para la Prevención y la Sanción del Delito de Genocidio… que nació debido al Holocausto.

Me too, unless you’re a Jew. La traición del feminismo militante. Hubo quien quiso convencer a las activistas que denunciar los crímenes sexuales de Hamás contra las mujeres israelíes no significaba estar del lado de Israel. Hoy hay que rogar por justicia.

El idioma del Medio Oriente

Por lo visto, Israel sufrió una masacre a causa de un problema semántico: no entendió el idioma del Medio Oriente. El país que creó un idioma propio, que supo conjugar los idiomas de los inmigrantes para no convertirse en una Torre de Babel, olvidó aprender el idioma de sus enemigos.

Aparentemente, ni yo que hablo árabe entiendo ese idioma.

Un idioma es toda una cultura e implica un sistema de valores. El idioma del Medio Oriente se ríe de nuestros valores occidentales. Un sistema de valores  donde el combatiente debe comportarse con ética. Donde se nos pide cuidar a los civiles cuando nuestros enemigos se disfrazan de civiles.

Donde debemos abastecer a nuestros enemigos de combustible para que nos ataquen con ello. Donde uno de los lados respeta las leyes de la guerra y el otro tiene licencia para atrocidades. Donde se debe de avisar al enemigo antes de atacar.

Parte de no entender el idioma es rehusarse a creer las palabras de nuestros enemigos porque no coinciden con nuestra concepción del mundo. No creer que cuando dicen que nos van a borrar de la faz de la tierra, tienen la intención de hacerlo. Tomarlos en serio cuando dicen que volverán a masacrarnos a la primera oportunidad. Pensar que es absurdo aspirar a la muerte porque, para el pueblo judío, la vida es un valor supremo.

Lo más duro será tener que enseñar el idioma del Medio Oriente a nuestros hijos, para que puedan defenderse.

Pensándolo, prefiero no entender ni hablar este idioma.

Si este es el idioma del Medio Oriente, prefiero quedarme muda.


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