En las relaciones de Israel con presidentes norteamericanos la figura de Joe Biden es y será una de las más importantes de nuestra historia. Y uno de los capítulos aludirá al ofensivo contraste entre su personal y generoso apoyo a Israel y la ingrata actitud que nuestro gobierno no cesa en revelarle.

En rigor, no es el único personaje que ha dispensado respaldo decisivo a los innumerables trajines de nuestro país. Dos antecedentes son importantes. F. D. Roosevelt y su esposa Eleanor Roosevelt … es uno de ellos. A pesar de que ambos fallecieron tres años antes de la gestación de Israel como Estado independiente, revelaron un sostenido apoyo al credo sionista y al nacimiento de Israel en el curso de los cuatro periodos, hecho singular, del ejercicio presidencial.

Otra figura es Nixon. En un discreto diálogo con Golda Meir, la película lo insinúa, no opuso firmes escollos a las intenciones de Israel dirigidas a alcanzar un equipo militar sofisticado. Tema que aún conoce discretas reservas en los medios.

Superando estos antecedentes, Joe Biden reveló el 7 de octubre una inquietud singular por los hechos que entonces ocurrieron y sus trágicas consecuencias.

En vuelo directo llegó a Israel desestimando por algún momento cálculos personales y políticos. No se limitó a encuentros formales con altos líderes del país. Reveló íntima y personal solidaridad con las familias abrumadas
por las muertes y pérdidas ocasionadas por el Hamás con especial atención a los secuestrados.

Y en paralelo ordenó ampliar y diversificar el apoyo militar norteamericano a nuestro país.

Sustantivo y resuelto apoyo que mantiene hasta estos días a pesar de sus altos costos personales y políticos. Ya tienen expresión en los resultados del trajín electoral en su estado Delaware.

Sin embargo, la presente coalición que gobierna nuestro país apenas manifiesta gratitud o reconocimiento alguno a este sustantivo y vital apoyo.

Antes al contrario. Sus miembros, empezando por Bibi, sostienen y adelantan posturas que de hecho ignoran los gestos de la Casa Blanca y lastiman trágicamente la suerte de los rehenes de Hamás.

Netanyahu es el principal actor en esta torcida actitud. Su actitud respecto al presente y futuro de Gaza y, en general, al credo palestino en favor de un Estado independiente es sustancialmente adversa a la del Presidente norteamericano.

Y no es secreto cuál es su preferencia en la futura contienda electoral en Estados Unidos.

Situación y perspectivas que nos obligan a ampliar la defensa de nuestra democracia y deshacer apetitos teocráticos que, si cristalizan, alentarán la fuga a otros países y pondrán fin a los impulsos que nos condujeron a este nuestro país.


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