Decir que el Estado de Israel ocupa la Franja de Gaza es demostrar una absoluta ignorancia, pues desde el 2005 el Primer Ministro de Israel Ariel Sharon decidió desvincularse por completo de la Franja de Gaza, y a partir de entonces, ya no hubo allí un solo israelí, militar o civil.

 

Era hora de que la Franja de Gaza prospere, con gobierno propio, con líderes democráticos y con una sociedad concentrada en el desarrollo, pero en 2006 los palestinos de Gaza eligieron a Hamás para gobernar, y Hamás no era un partido político cualquiera, era también una organización militar que aspiraba a la destrucción del estado de Israel en su carta fundacional.

Tal parecía que los palestinos seguían cometiendo el mismo error de querer desaparecer al estado judío; tantos intentos fallidos debieron dejarles claro que ese objetivo era poco realista, y que elegir a una organización terrorista radical solo los alejaría más de un tratado de paz.

A pesar de que Hamás obtuvo la mayoría de votos en la franja de Gaza en el 2006, la Autoridad Palestina propuso un gobierno de unidad nacional para gobernar tanto Gaza como Cisjordania. En un inicio Hamás aceptó, pero en el 2007 los militantes con banderas de color verde decidieron que siempre sí querían tener un control total.

Así, realizaron un inolvidable golpe de estado: los homosexuales fueron lanzados desde las azoteas de los edificios y decenas de los políticos adversarios fueron asesinados.

Ese fue el comienzo de su gobierno, un gobierno en el que Hamás mostró su verdadero rostro desde el primer momento. Por su lado, los gazatíes estaban emocionados.

Lo que es un hecho, es que la tragedia para los palestinos fue empeorando con el paso del tiempo, pues jóvenes inspirados por el fanatismo se integraron a las filas de Hamás, y paulatinamente, hijos de familia comenzaron a construir túneles con fines terroristas.

Y es que el gobierno de Hamás nunca ha parado con su convocatoria intensa, continua y constante, una incitación que finalmente ha provocado una población llena de militantes.

En Gaza, es un orgullo ser un integrante de Hamás, un integrante que puede convivir amorosamente con su familia durante el día y lanzar misiles contra población civil israelí por la noche, eso en la Franja de Gaza no solo es aceptable, sino también admirable.

¿Y cómo iba a ser distinto? Si los líderes de Hamás han convencido al pueblo palestino de que Israel es el culpable de todas sus desgracias.

No les han dicho que Hamás incauta millones de dólares destinados a la ayuda humanitaria para financiar el terrorismo, no les han explicado que con el costo de un solo túnel subterráneo podrían comer más de 12 familias por 5 años.

Pero tal vez para hoy, cuando la Franja de Gaza ya es absoluta destrucción, los gazatíes ya se dieron cuenta de que elegir a Hamás ha sido su peor error, pues no solo los eligieron en el 2006, sino que lo han elegido cada día en que las familias han permitido que sus hijos, primos, sobrinos, amigos o esposos se enfilen en una organización que solo se alimenta de odio.

Los miembros de la organización Hamás y algunos civiles de Gaza, al asesinar a más de 1,200 personas aquel 7 de octubre en Israel, sabían muy bien lo que vendría después. Pero corrieron a sus túneles a refugiarse, dejando expuesto a su propio pueblo.

Desde los túneles subterráneos queda demostrada la maldad de Hamás, una organización que no tiene por su propio pueblo la más mínima piedad.


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