Todas estábamos desesperadas, aisladas, tristes; el corazón roto, enojado, decepcionado. Desesperanzadas. Nuestros ojos perdidos. Como mujeres feministas judías mirábamos en el horizonte a las mujeres que arrancaron de Israel; mirábamos a las secuestradas; mirábamos a las que violaron como dragones, torturaron como monstruos. Todas mirábamos hacias los escondites donde invisibilizaron a las rehenes a quienes seguían lacerando física y psicológicamente. Todas mirábamos al mismo lugar; a la reconstrucción profunda de las civiles cautivas que devolvieron marcadas con el horror, mirábamos a los duelos interminables de sus familias y de las que aún están secuestradas.

No podíamos concebir que los grupos feministas no mirararan hacia la misma dirección que claramente apuntaba a la violencia sexual cruda y al feminicidio. Para iniciar una guerra fraguada, los terroristas de hamás-minúsculas obligadas- planearon estratégicamente y fríamente destrozar los cuerpos de las mujeres y torturar a las familias, era su consigna “Ensuciar a las hijas de Israel”.

Hubo testigos que presenciaron las violaciones. Los terroristas, vaciados de alma, venían instruidos y preparados para filmar su inmoralidad y dejar evidencia intencionalmente y además transmitieron en vivo cómo descuartizaban personas. El mandato fue utilizar los cuerpos de mujer para iniciar una guerra.

Las instituciones internacionales fueron cómplices con su indiferencia y su silencio. Sus frases fuera de toda proporción, justificaban las atrocidades del terrorismo de hamás generando confusión entre víctimas y perpetradores. Justificaron y promovieron discursos de odio, discursos antisemitas. Sus demandas de justicia no se dejaron oír frente a la evidencia corrosiva y brutal de las violaciones tumultuarias a las mujeres, de la invasión brutal a los hogares israelies donde mataron bebes en sus cunas, niñas y niños en sus camas. Los terroristas maquinaron la invasión al terrotorio de Israel, entraron a los hogares, aniquilaron familias; atraparon rehenes civiles, bebés y menores de edad; secuestraron mujeres adolescentes y jóvenes a las cuales mantuvieron como esclavas sexuales, confirmado con los testimonios de las pocas raptadas que devolvieron. Ni Naciones Unidas, ni el movimiento Me2, ni las organizaciones feministas que se unen para pedir “Justicia por Una, porque Una somos todas”, denunciaron el destrozo-literal-destrozo de cientos de mujeres israelíes a las que destrozaron sus cuerpos, tanto judías como de otras religiones. La guerra hamás la calculó con tiempo, la organizó con fondos internacionales y colaboracion de la UNRWA y la ejecutó con saña des-almada. Feminicidios y violencia sexual fueron los objetivos calculados para provocar una guerra.

Mujeres mexicanas judías y feministas nos reunimos para pensar cómo mantener la pertenencia al movimiento feminista al que respetamos. Nuestra continuidad era imprescindible, por lo cual, como parte de nuestro movimiento, nos corresponde abogar por la No discriminación, por los derechos y la justicia para las mujeres israelíes. Seguirmos unidas con el movimiento que representa los valores que abrazamos y a la vez alzaremos la voz frente a un silencio ensordecedor e indigno bañado de prejuicios.
Seremos congruentes con el movimiento porque sus causas son las nuestras. Decidimos crear el eslabón que faltaba. Nosotras somos parte del movimiento feministas y vamos abrir la conciencia sobre el impacto que los prejuicios tienen en nuestro movimiento.
Seremos dentro del movimiento feminista el eslabón de una de las voces que faltan, porque “Si silencian a una, gritamos todas”.

Importan los principios de equidad de género, de sororidad, de colaboración. Era esencial estar presentes en la Marcha. Era una presencia diferente, combinaba tristeza profunda y a la vez sororidad. El movimiento feminista es nuestro movimiento en contra de la violencia sexual en todas sus miserables formas, y en contra del feminicidio. Es inadmisible el uso del cuerpo de mujer como botín de guerra. La esperanza del “NuncaJamás” tendrá que hacerse realidad.
Queremos un mundo pacífico para las generaciones por venir.

Así nació el colectivo independiente de Mujeres Mexicanas Feministas Judías
#TodasLasMujeresImportan
Están invitadas a sumarse, tanto de México como de otros países.


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