En contraste, no pocos países y regiones en los cuales es posible el divertido descanso o una soñolienta tregua, tal privilegio apenas llega a nuestro país. Una explosión inesperada, los nervios en un refugio u hospital, una invasión inesperada en las fronteras: algunas agitadas oscilaciones del reloj nacional.
Y en el probable paisaje del naciente año vislumbro episodios que redefinirán el perfil del tiempo que se renueva en estos días.
Uno de ellos refiere la lastimada suerte de los israelíes cautivos en Gaza. Fuentes oficiales reiteran formalmente el número de “cien vivos y muertos” que en fecha apenas señalada retornarán a sus hogares.
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Una vacía estrofa que desde hace meses los círculos gubernamentales reiteran sin treguas. Y cuando más muertos que vivos llegarán a sus
hogares las muchedumbres que hoy lloran con ellos vocearán un lacrimoso grito que obligará la revisión de gubernamentales promesas y
actitudes.
El segundo viraje deshiela la posibilidad de un empate nuclear en el Medio Oriente.
Con el respaldo del nuevo inquilino en la Casa Blanca, la lejanía de Moscú, y la complicidad de países vecinos que adhieren a la versión sunnita del Islam, Israel apreciará que maduró el tiempo para frenar las intenciones nucleares de Irán.
Preservar el monopolio de este recurso es hoy el dogma y la necesidad de nuestro país. No cabe eludirlos.
Y apunto por fin algo más.
La presente coalición gubernamental acentúa sin treguas la ruptura del espíritu y la práctica democráticos de nuestro país.
Olvidan que vivimos y hemos llegado a estas tierras gracias al libre ejercicio de ideas e instituciones que apenas tienen presencia en otras
latitudes.
Quien lo rebaje o deshaga será el actor de una nueva dispersión sin color ni temple.
Confío que el probable lector disculpará estas atrevidas reflexiones en el año que despunta.
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