BECKY RUBINSTEIN PARA ENLACE JUDÍO

Unknown

Y SUCEDIÓ ANTES DEL EXILIO.

Corría por entonces una leyenda: Fernando o Isabel, quizá ambos, “habrían hecho una promesa devota, casi un voto, de expulsar a los judíos si Dios les ayudaba a eliminar el reino de Granada.

Una segunda leyenda atribuye a la “pérfida reina”-inducida por un “perturbador de Israel”, Torquemada, la expulsión del elemento judío de suelo hispano. Mas Fernando, continúa la leyenda-descendiente por parte de su abuela de la estirpe judía de los Enriquez-se resistía. Por fin Fernando cedió a la voluntad de su consorte y reina y “un día de tinieblas y oscuridad, día de nubes y de densa niebla” hizo también voto solemne a Dios de que di conquistaba Granada expulsaría a todos los judíos de su reino”. Si bien los Reyes Católicos fueron apoyados por la grey judía en su ascención al trono, y si bien éstos la protegieron a su muy singular modo-no hay por qué menospreciar a los posibles “pechadores” de impuestos-esto no evitó las medidas antijudías previas a la expulsión de l492,ligadas, sin lugar a dudas, a las Leyes de Toledo, mismas que nos recuerdan, de alguna manera, la “solución judía” del nazismo.

Por lo pronto, se optó por el traslado y reordenación de las juderías: su espacio vital fue reducido, se les encerró con cada vez mayor rigor. No debían convivir con los judíos del ayer, ahora conversos al cristianismo; tampoco con los nacidos cristianos. La operación se inició en abril de l48l: se levantaron cercas, se establecieron límites: ningún judío podía abandonar su nuevo domicilio: no podían pernoctar fuera de sus fronteras, tan sólo deambular de día, mientras se mercaba para ganarse el pan. Al atardecer se cerraban las puertas, encerrando a sus habitantes hasta el día siguiente. Los días que seguían estaban marcados por el oprobio: el ostentar sobre sus vestimentas una rodela bermeja, insignia infamante, tal vez –como aseverarían algunos- en memoria de la sangre de Cristo, derramada por los “deicidas” judíos. Dentro de todo, cabe mencionar cierta paradoja: en l484, en Burgos, fue pregonada una ordenanza que prohibía a los judíos comerciar con víveres fuera de la judería. La razón esgrimida:”que los cristianos pudieran alimentarse con géneros tocados previamente por judíos”. Sí, como en el resto de Europa… Y he aquí la anunciada paradoja: gracias a las manos del rabino mayor y médico Samaia, Juana de Portugal dio a luz a Juana-mejor conocida como la Beltraneja ,sobrina y rival política de la futura Reina Isabel-Al parecer, el tratamiento contra la esterilidad del rey, Enrique IV, denominado el Impotente, dio sus frutos.

Ahora una anécdota más: “Gracias al tratamiento y vigilancia” del médico judío Lorenzo Badoz, la esposa de Fernando-tras un aborto y peligro de esterilidad, dio a luz al heredero al trono, el príncipe Juan, el que, por cierto, jamás llegó a reinar. Lo contado, sucedió antes del exilio de 1492. Ya vendría la inevitable caída de la dinastía de los Trastamaras, descendientes de Isabel y Fernando, ejecutores de la expulsión de sus judíos, de sus servidores y benefactores. Ojalá hubieran leído a Sem Tob de Carrión, sabio rabino del siglo XIV, para quien la “rueda del cielo, jamás non está queda, peora o mejora”.

Los Reyes Católicos jamás hubieran imaginado la caída de un Imperio donde, jamás se ponía el sol. Tampoco se imaginaron que los judíos, apoyados por el Gran Turco –el enemigo declarado de España- habrían de florecer en el exilio, donde ayudaron a florecer, diseminando su saber, como en el caso de León Hebreo, descendiente de Abrabanel, quien a pesar de las oferta real, salió al exilio con sus hermanos de destino y suerte.