Un día como hoy,  11 de abril de 1649,  tiene lugar en México, -entonces Virreinato de Nueva España- el mayor Auto de Fe del “Nuevo Mundo” 

P HUERGO CASO PARA AGENCIA DE NOTICIAS ENLACE JUDÍO MÉXICO- Por aquel entonces era virrey  recentísimo de Nueva España , Marcos de Torres y Rueda, obispo de Yucatán por orden real de Felipe IV. No gobernó mucho tiempo, menos de un año,y lo más destacable de él fue ese Auto de Fe en la Plaza del Volador de México.

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Fueron los penitenciados, 109, de los cuales 13 fueron relajados en persona. Todos ellos ,a excepción de uno   fueron acusados de judaizantes; 57 fueron quemados en efigie, puesto que ya habían fallecido, y 13 fueron asesinados siendo quemados vivos.

Entre los quemados estaba Mariana de Carvajal, única superviviente de esa familia aniquilada a fines del siglo XVI.

Y Tomás Treviño de Sobremonte, mercader especializado en el comercio de la grana cochinilla, quien por algún tiempo se le conoció como Jerónimo de Represa, nacido en el año 1592, en Medina de Ríoseco (Valladolid, España), hijo de D. Antonio Treviño de Sobremonte y de Dña-  Leonor Martínez de Villagómez, la cual había sido relajada en estatua por judaizante, en la Inquisición de Valladolid, así como otros muchos de sus parientes. Su padre provenía de un aristocrático linaje de cristianos viejos y su madre, de una familia de judeoconversos. Tras terminar sus estudios con los jesuitas, marchó a estudiar Leyes en Salamanca, y allí se empleó como escribano de un noble. Don Tomás contrajo matrimonio con María Gómez, y de ella tuvo dos hijos, Rafael de Sobremonte y Leonor Martínez, que también cayeron en las garras del Santo Oficio.

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Virrey de Nueva España, Marcos de Torres y Rueda

El reo ,en su cabalgadura, atravesaba la plaza, los soportales, las calles de  los Plateros y  de San Francisco, hasta llegar al quemadero, situado entre el convento de San Diego y la Alameda. Se le amarraba al  vil garrote del suplicio. La muchedumbre era inmensa, desparramada por todas las avenidas, las azoteas de las casas vecinas, las torres de las iglesias de San Diego y San Hipólito, las ventanas y todas las copas de los árboles de la Alameda.

Esa multitud estaba formada por curiosos que iban a presenciar un acto teatral,  o  devotos que esperaban así ganar miles de indulgencias por sus propios pecados. Los sentimientos humanitarios se escondían en el fondo de los corazones. ¡Estaba prohibida bajo severas censuras la compasión!

Marcos de Torres, virrey de Nueva España, no asistió al evento por razonews de salud. de hechomurió doce días después del Auto de Fe.

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