Los recuerdos familiares son curiosos, a veces se aparecen de la nada con un olor o un sabor que nos traen a la memoria a nuestra abuela, nuestra madre o las comidaa que compartimos con los hermanos. Son libres, no dependen de nada y casi siempre generan un sentimiento de alegría y añoranza.

Cada uno de ellos es valioso, cada uno de ellos cuenta nuestro pasado, trae consigo una historia nueva y conforma nuestra tradición. Queremos aprender a escuchar esas historias; por eso mismo hemos decidido recopilar recuerdos y contárselos. A continuación les presentamos una historia sobre cómo una babi (abuelita en idish) cocinaba a sus nietos la sopa de bolas de matzá y por qué su calor importaba tanto.

Recuerdo de Elena Bialostocky: Mi babi y la sopa de Bolas de Matzá.

[Este relato es la transcripción de una entrevista hecha el 8 de abril 2017]

La sopa con bolas de matzá es una tradición en mi familia y recuerdo comerla desde que yo era niña en casa de mi babi (mi abuelita), en casa de mi abuelo y en mi casa. Cada vez que la hago me recuerda mi niñez, desde que me casé me ha encantado siempre cocinarla. El cocinar es parte de mi ser y sobre todo cuando vienen las fiestas judías es una forma de alimentar mis recuerdos, alimentar mis vivencias y mi fe en D-os.

La matzebol me recuerda a mi babi, ella era una mujer muy cariñosa. Murió cuando yo era muy chica, tenía 8 años, pero mis recuerdos de ella son muy vivos: la recuerdo cargándome, la recuerdo yendo a su casa y haciendo relajo; recuerdo su calor al abrazarme y el calor que nos daba cuando íbamos a dormir a su casa; la visitábamos muy seguido mis hermanas y unas las primas. Nunca nos decía nada, brincábamos toda la noche en la cama y ella nos cocinaba.

El cariño que ella me daba a través de la matzebol es algo que yo quiero trasmitirle a mis nietos; por eso cocino, quiero que sientan el calor de la abuela, que sepan que estoy con ellos; eso para mí es muy importante.

Lo que hago, lo hago con cariño, lo hago con mucho cuidado de que salga bien, de que no salga salado y que salga con un buen sabor. No uso muchas recetas, voy probando qué le echo y cómo va cambiando el platillo. Cuando veo que al servirlo lo comen con gusto, me alimentan; es una retroalimentación a través de sus sonrisas.

Cocinar también es para mí un momento espiritual; soy una persona que cree en D-os y las fiestas son un momento que nos conectan con Hashem. En ese momento que yo estoy cocinando yo estoy conectada. No nada más estoy pensando en que salga bien, también en que esto es parte de tu conexión con la fiesta y a su vez, al conectarte con la fiesta te conectas con D-os. Esa es mi forma de verlo, aun no siendo una persona religiosa, soy muy creyente, soy muy espiritual y me gusta cocinar.

Receta de sopa de bolas de matzá o matzebol

Ingredientes

2 pechugas de pollo cocidas
3 litros del caldo donde se coció el pollo

Bolas
6 claras y 3 yemas de huevo
1 taza de harina de matzá
4 cucharaditas de consomé en polvo
Una vaporera con coladera para pastas

Para acompañar
Arroz al vapor, tallarín o una pasta corta cocida al dente

Preparación

1) Batir las claras a punto de nieve con una pizca de sal. Agregar las yemas, de una en una, y seguir batiendo.
2) Agregar el consomé y seguir batiendo. Incorporar, poco a poco, la harina de matzá, envolviéndola suavemente con una cuchara, hasta obtener una masa de consistencia media (es decir: ni muy aguada, ni muy dura). Refrigerar tapada por 40 minutos.
3) Formar bolas del tamaño de un limón sin apretar demasiado.
4) Poner a hervir en la vaporera suficiente agua, con un trozo grande de cebolla y 1 cucharadita de sal. Cuando el agua suelte el primer hervor, introducir las bolas de una por una. Dejarlas cocer tapadas por 40 minutos
5) Colarlas, cuidando que no se rompan y desechar esta agua donde se cocieron. (En este punto, se pueden dejar enfriar, congelar y utilizar cuando se desee).
6) Quince minutos antes de servir, pasarlas al caldo de pollo hirviendo. Acompañar con el arroz o la pasta o con un poco de pollo.

Notas: Rinde 22 bolas
Los huevos deberán estar a temperatura ambiente

Fuente: Rapsodia de sabores, Raquel Askenazi de Harari