El lanzamiento de un nuevo misil por parte de Corea del Norte desde la ciudad portuaria de Simpo en su Costa Este el 15 de abril pasado, justo un día antes de la exhibición de su poderío militar en los festejos por el 105 aniversario del nacimiento de Kim Jung (fundador del régimen socialista de Corea del Norte), en los que se mostraron 10 tipos de misiles, incluido uno que podría ser un nuevo cohete militar, mandó un mensaje a Mike Pence, vicepresidente de EUA en su primera visita oficial a Corea del Sur, del empeño de Corea del Norte en continuar con su programa nuclear.

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El lanzamiento del misil fue un fracaso porque explotó casi inmediatamente. De momento no está claro de qué tipo de cohete se trató; Pyongyang (la capital de esa nación), guardó un mutismo absoluto en torno a la prueba; no obstante, a EUA le preocupa que pueda ser un misil intercontinental que logre tener un impacto en su territorio en el futuro inmediato. El 5 de abril realizó el lanzamiento de un misil balístico de alcance intermedio y en este ámbito, expertos militares han señalado que el desarrollo de misiles por parte de Corea del Norte está logrando avances importantes, incluso el año pasado consiguió probar con éxito el lanzamiento de un cohete desde un submarino.

En el 2009 Corea del Norte anunció que había llevado a cabo su primera prueba nuclear subterránea; su rendimiento se estimó en menos de un kilotón y se registró “una cierta salida de radioactividad”. Por lo demás, se sabía que contaba con armas químicas y biológicas. Ese mismo año realizó un segundo ensayo nuclear; la explosión fue estimada entre 2 y 7 kilotones.

Posteriormente, en febrero del 2013, el Servicio Geológico de EUA detectó una perturbación sísmica de magnitud 5; se informó que se trataba de una tercera prueba nuclear subterránea de Corea del Norte, fuentes de Corea del Sur estimaron un rendimiento de entre 6 y 9 kilotones, en tanto que el Instituto Federal Alemán de Geociencias y Recursos Naturales lo calculó en 40 kilotones. Pyongyang anunció ese año que aumentaría su arsenal de armas nucleares y que pretendía construir “una industria independiente de energía nuclear y un reactor de agua ligera para aliviar problemas de suministro eléctrico”.

En este contexto, el 7 de febrero del año pasado Corea del Norte informó haber puesto un satélite en órbita alrededor de la tierra; anticipadamente Japón le advirtió de no lanzar el cohete porque entraría en su territorio y sería derribado. Corea del Norte hizo caso omiso de la advertencia y lo lanzó señalando que el satélite estaba destinado a fines pacíficos y científicos. El lanzamiento fue calificado por Occidente como un intento de realizar una prueba de un misil balístico intercontinental. Finalmente, el 9 de septiembre del 2016 llevó a cabo un quinto ensayo nuclear, el más poderoso de su historia con una potencia de 10 kilotones; cabe destacar que la energía liberada por las bombas de Hiroshima y Nagasaki que EUA arrojó durante la Segunda Guerra Mundial a Japón, fue de 15 y 20 kilotones, respectivamente.

Ante la persistencia de Corea del Norte por las pruebas nucleares, el Consejo de Seguridad de la ONU, le estableció en el 2016 nuevas sanciones a través de las cuales todos los Estados miembros deben impedir el suministro, la venta o la transferencia directa o indirecta de “todas las armas ligeras y su material conexo entre otras múltiples sanciones; Corea del Norte no solo ha hecho caso omiso de las mismas, sino que ha intensificado su programa nuclear”.

Frente al desafío nuclear de Corea del Norte, EUA llevó a cabo recientemente con Corea del Sur su mayor ejercicio militar anual conjunto de su historia. Asimismo, el Pentágono ordenó la semana pasada movilizar hacia la Península de Corea el portaaviones Usscarl Vinson y a su grupo de ataque: un crucero y dos destructores armados con misiles “Tomahawk” y al menos un submarino nuclear. Esta acción se considera disuasiva, no necesariamente tendrá que entrar en acción; igualmente EUA mantiene en Corea del Sur a más de 28,500 militares para apoyar a las tropas locales en caso de un conflicto con Corea del Norte.

Por su parte, Corea del Sur dispone de misiles tácticos guiados mar-tierra que podrían destruir instalaciones clave de Corea del Norte. A su vez, Japón examina la posibilidad de hacer actuar a sus fuerzas de autodefensa en caso de que los misiles de Corea alcancen nuevamente sus aguas. Japón tiene 150 mil efectivos y una fuerza naval y dos barcos equipados con misiles crucero tipo Aegis.

En este entorno de tensión bélica, el Viceministro de Corea del Norte, Hang Sung Ryol, advirtió que su país “no se cruzará de brazos ante un ataque preventivo de EUA”; igualmente, en el periódico oficial de esa nación, Rodong Sinmin, se señaló que Corea del Norte está preparada para responder a cualquier ataque preventivo de EUA.

De acuerdo a analistas, no hay mucho que EUA pueda hacer con los intentos del joven presidente norcoreano, Kim Jung–un de desarrollar su programa nuclear sin el apoyo de China, que es la única potencia que tiene cierta influencia sobre Corea del Norte. El arsenal nuclear de Corea del Norte, “es lo único que tiene y no renunciará a él porque no sería más que una dictadura pequeña y pobre”. Cabe recordar la hambruna que sufrió ese país entre 1995 y 1999, periodo en el que murieron entre un millón y dos millones de personas por falta de alimentos; miles huyeron a la vecina China en busca de alimentos, muchos de ellos fueron inhumanamente regresados a Corea del Norte. En el 2008 se realizó un estudio conjunto entre la FAO (la Organización Mundial para la Alimentación de la ONU) y el Programa Mundial de Alimentos (PMA) en el que se concluyó que a partir de ese año, y en lo sucesivo, 10 millones de norcoreanos, 40.0% de la población total, necesitarían ayuda alimenticia internacional de manera permanente.

No obstante que el Vicepresidente de EUA, advirtió el 17 de abril a Pyongyang de que es mejor “no poner a prueba la determinación” del presidente Trump con sus programas balísticos y nucleares, para evitar ataques de EUA como lo hizo recientemente con Siria y Afganistán”, no se considera viable que EUA ataque a Corea del Norte; un militar de alto rango de EUA ha afirmado que Washington no atacará a Pyongyang, porque podría causar una catástrofe; se limitará, como su predecesor, a instrumentar una política de “Máxima Presión”, aumentar la presión con ayuda de China. No obstante, Trump y King Jung-un (manipulado por los militares) son personajes impredecibles.