Enlace Judío México – Una de las tradiciones más conocidas de Rosh Hashaná es el Tashlij. Es una de las muchas formas que tenemos de limpiar nuestros pecados en estos días. Consiste en asistir a un cuerpo de agua, un río, un lago, un arroyo, o incluso una cubeta con agua, sacudir las esquinas de nuestra ropa y depositar nuestros pecados en él. Lo hacemos recitando algunos versos y desprendiéndonos internamente de aquellos actos equivocados que cometimos.

Al hacerlo no sólo limpiamos nuestra alma, también tratamos de separarnos del Satán (el ángel de la tentación) y enviar su injerencia en nosotros al vasto mar. Es una tradición muy antigua, que data desde siglos antes del Talmud y tiene un significado más allá de lo aparente. El siguiente ensayo, nos habla de su origen.

Los Orígenes del Tashlij

En su tratado sobre tradiciones antiguas, el Maharil rastrea el origen de Tashlij hasta tiempos remotos. Su base se encuentra en el libro de Micah, del cual recitamos los últimos tres versos: “Quién es un D-os como Tú, que perdona la infamia y la trasgresión cometidas por su linaje. No mantiene Su enojo para siempre y se deleita en la misericordia. Tendrá misericordia de nosotros. Eliminará nuestros errores y Tú echarás (tashlij) nuestros pecados a lo más profundo del mar.”

El Maharil nos explica que esta tradición tiene sus raíces en un midrash antiguo, el cual cuenta que cuando Abraham e Isaac se encontraban en su camino hacia el Monte Moriá y se preparaban para la Akeida (l sacrificio), tuvieron que cruzar un río, una de las muchas formas que el Satán tomó para tentarlos. Las corrientes amenazaron con ahogarlos, pero Abraham levanto su voz al Cielo y pidió “Sálvanos D-os, pues las aguas han alcanzado nuestras vidas” y fueron salvados de la inundación. De la misma forma, nos dice el Maharil, el tashlij nos recuerda que ni un obstáculo debe detenernos de cumplir la voluntad de D-os, al igual que el río no detuvo ni Abraham ni a Isaac. Aquel que está dispuesto a morir por seguir a D-os, tal como lo hacía Abraham, puede estar seguro que sus pecados serán “lanzados al mar”

A su vez, el cuerpo de agua con peces sobre el cual realizamos la plegaria también nos acerca a la reflexión, pues nos recuerda la fragilidad de la vida de los peces, los peligros de morder un anzuelo, o ser atrapados en las redes de los pescadores. Nuestra vida también es frágil, está llena de tentaciones y obstáculos.

Nos recuerdan también la famosa parábola que dijo rabí Akiba al emperador romano Adriano, cuando éste le increpó, preguntándole por qué estaba dispuesto a dar su vida por el estudio de Torá. El gran sabio contestó con la siguiente parábola:

Una zorra hambrienta llegó a un arroyo. Vio a los peces que nadaban sin cansancio en el agua. Dijo la zorra astuta: “Veo que viven en un miedo mortal de caer frente a las redes de los pescadores. Salgan al suelo seco y de esa forma escaparan de sus redes, y podremos vivir juntos y felices , como mis ancestros solían hacer con los suyos.” Pero los peces contestaron a la zorra altanera: “Si en el agua que es nuestra propia fuente de vida corremos peligro, sin duda, dejar el agua implica una muerte segura para nosotros.”

La Torá es nuestra propia vida, no podemos vivir sin ella, tal como los peces no pueden vivir sin agua. ¿Podríamos nosotros salvarnos abandonando nuestra forma de vida, las maneras de la Torá?
Éstas son los pensamientos que el tashlij despierta en los corazones de los observantes.

Finalmente, los peces son un recuerdo del “siempre atento ojo” de la Providencia, pues los peces no tienen párpados; sus ojos están siempre abiertos. De la misma forma, nada puede escondérsele a D-os. Uno puede armarse de valor y esperanza en la fe de D-os, pues el guardián de Israel, nunca duerme ni descansa.

Parte de la información fue tomada de chabad.org