David Hoffs

Si bien se creería que el hecho de que las principales comunidades judías en México se encuentren adscritas al movimiento conservador debiera ser un concepto meramente religioso, el hecho es que en la realidad ha terminado por trasladarse a una actitud general en muchos otros ámbitos de la vida cotidiana. Así, las comunidades definen una posición conservadora no solo en cuestiones religiosas sino también en temas principalmente políticos y sociales. Se han creado expectativas del comportamiento,  códigos de vestimenta, lugares de interacción social fijamente establecidos, etc. Por ejemplo, los lugares de distracción difícilmente se salen del área de Interlomas, siendo un fin de semana en la Condesa toda una excursión, y el Sur de la ciudad por supuesto quedando “off limits”. Subirse al metro, catalogado por la comunidad como sumamente peligroso, está estrictamente prohibido.

Además de sostener fijamente esta posición, las comunidades presumen que todos sus integrantes piensan igual. Presumen de no haber integrado a matrimonios mixtos al ámbito comunitario, de casi no contar con homosexuales y de rechazar satisfactoriamente a todo aquel candidato que quiera pertenecer a la comunidad en caso de no cumplir con los requisitos para ello. En resumen, alardean de efectivamente haber definido qué es ser judío y de que además, todos se encuentran de acuerdo.

¿Acaso, contrario a lo que expresan las comunidades, de verdad no existe nadie que piense diferente?

Dentro de las posibles respuestas, existe aquella que indicaría que en efecto no existe nadie o casi nadie que piense diferente. Si esto es verdad, la realidad se torna realmente preocupante. Una sociedad que no cuente con personas que se atrevan a pensar diferente, es una sociedad incapaz de renovarse. Todo el desarrollo de la civilización humana se ha llevado a cabo por individuos o grupos de individuos que en efecto piensan diferente. Los ejemplos de esto son abrumadores. La Revolución Francesa propuso un gobierno diferente a la monarquía, Gorbachov cambio al sistema comunista, y así podría continuar con muchos ejemplos. El mismo judaísmo propuso en su momento una forma diferente de visualizar a los dioses, generando una religión monoteísta milenaria. Una sociedad en la que no existe el pensamiento libre y diferente, es una sociedad destinada a fracasar. Lo que no mejora empeora, esto todos lo entienden,.

Sin embargo, la respuesta más probable a la pregunta planteada de si existen hoy en día personas dentro de la comunidad judía que piensen diferente o no, es que sí, sí existen. El problema es que no hay canales ni instituciones que los tomen en cuenta y mucho menos que los representen. Sólo es cuestión de preguntar en los colegios de corte americano por el porcentaje de familias judías que tienen. En algunas el porcentaje puede ascender hasta a un 10% y sorprendentemente muchas de estas familias no siguen las expectativas sociales ni religiosas del grueso de la comunidad judía mexicana. Para aquellos lectores que estén preguntándose si estas familias son mixtas, la respuesta es que no. Son judíos regulares que no se identifican con una definición del judaísmo específica ni tienen intenciones de hacerlo. Por supuesto además de todas esas familias, están aquellas que sí son mixtas y que, por razones obvias, en muchos casos terminan por dejar de intentar pertenecer a alguna comunidad y se dedican a lo suyo.

Más allá, también es posible encontrar a personas que piensen diferente en círculos mucho más cercanos a las comunidades. Los movimientos juveniles sionistas son un claro ejemplo de esto. Éstos han tomando entre sus brazos a más de mil jóvenes judíos que piensan de otra manera al “mainstream” comunitario. También hay judíos extranjeros que viven actualmente en México y que se niegan a pertenecer a las comunidades judías mexicanas bajo su concepto conservador.

Por último, existen muchos otros judíos que trabajan dentro de las comunidades, y que si bien, piensan diferente al grueso comunitario, no se atreven a mantener una posición más liberal por miedo al asedio. El problema está en que para mantener su posición no pueden expresar libremente su forma de pensar, pues se expondrían a ser censurados e inclusive despedidos.

La negación de la existencia deestas “diferencias incómodas” por parte de las diferentes comunidades y el enfrascamiento de las mismas hacia su interior ha ocasionado que se pretendan definir parámetros que van más allá del derecho mismo de las comunidades. Por ejemplo, la definición de judaísmo manejada por las mismas sería inválida en el seno del Pueblo judío o el Estado de Israel, en donde el número de personas que son reformistas, laicas o liberales es comparable con el número de ortodoxos o conservadores.

En México, entre los que piensan diferente hay de todo. Están los menos religiosos, los menos tradicionalistas, los de izquierda, o los que son simplemente liberales, como su servidor, teniendo todos sin embargo, un fuerte sentimiento judío.

Es muy importante el comenzar a abrir los marcos comunitarios y canales de expresión para permitir que todos aquellos que piensen diferente puedan tener un rol  dentro de lo que se denomina la comunidad judía mexicana. La inclusión de nuevas ideas permitirá la evolución comunitaria y lejos de ponerla en peligro garantiza su supervivencia, permitiéndole adaptarse  a nuevas realidades y cultivando la ética y civilidad de la misma.