MÓNICA GONZALEZ ALVAREZ
¿Hasta qué punto sería posible la reinstauración de un Cuarto Reich? Para el escritor Eric Frattini todo es factible y más en su última novela titulada, “El oro de Mefisto”, donde basándose en hechos reales nos da la versión extraoficial. Porque puede que al final la historia no sea tal y como nos la han contado.
“El oro de Mefisto” vuelve a tener como protagonista el sacerdote August Lienart, al que Frattini define como “la personificación del mal” y del que dice que se parece a Hitler porque éste fue un “fanático muy peligroso”. “Era un hombre muy culto que sabia dominar a las masas”.
A lo largo del libro, Lienart se ve envuelto en la formación de Odessa, en la huida de altos jerarcas nazis a Sudamérica y en la imprescindible relación con los bancos suizos. Respecto a Suiza el escritor español de origen peruano, señala que tuvieron “el papel más repugnante, mucho más que el de los nazis. Se mantuvieron neutrales ganando dinero con todos”.
Eric Frattini fue corresponsal en Oriente Medio durante muchos años, tiempo suficiente para darse cuenta que “los políticos cada vez son más despreciables, son los que generan los nacionalismos”. “Cuando el nacionalismo está fuera de control es muy peligroso y yo he sido testigo de ello”.
Entre los libros que tiene en su haber destacan ensayos como por ejemplo, “Los Papas y el Sexo”, “Mossad” o “CÍA. Joyas de Familia”. En este caso, “El oro de Mefisto” completa la trilogía que inició en el 2007, con la publicación de sus otras dos novelas “El Quinto Mandamiento” y “El laberinto del agua”.
Mónica Gonzalez: August Lienart, vuelve a ser en “El oro de Mefisto” protagonista de una trama apasionante donde el nazismo y la iglesia ocupan un sitio “privilegiado”. Eric, ¿quién es este hombre y cómo lo definirías?
August Lienart es la personificación del mal. También es el protagonista de mis dos novelas anteriores, “El Quinto Mandamiento” y “El laberinto del agua” y siempre digo que es una especie de mezcla de Fu Manchú, del doctor Moriarty -el famoso malo antagonista de Sherlock Holmes-, y un poco de Darth Vader, el malo de la Guerra de las Galaxias. Luego, mi personaje tiene otro peligro y es que August Lienart es un cardenal del vaticano muy culto y eso le hace ser mucho más peligroso, porque la maldad culta es mucho más peligrosa que la maldad bruta en la violencia.
Me dirás que no es un personaje real… Sin embargo, ¿en quién o en quiénes te basaste para crear su perfil?
En muchos personajes reales y hasta de comic. El cardenal Lienart es una mezcla del cardenal Tebaldi -el famoso personaje del comic “El Escorpión”- que es un hombre muy oscuro, muy peligroso. Tiene también un poco de Jean Villot, cardenal francés que fue secretario de estado del papa Pablo VI y que era un verdadero intrigante. Se dice que pertenecía a la logia masónica Propaganda Dos. Digamos que es una mezcla de muchos personajes, un coctel de todos esos malos que siempre te imaginas frotándose las manos y pensando: “a ver qué maldad puedo hacer, cómo puedo controlar el mundo”.
¿De qué forma va evolucionando Lienart a medida que la historia va avanzando?
“El oro de Mefisto” es una precuela de mis dos novelas anteriores, pero en el tiempo de la vida de August Lienart, es la primera. Comienza él con 22 años siendo seminarista en una abadía de Francia y a lo largo de la novela, vas viendo como una especie de doctor Jekyll se va convirtiendo en Mr. Hyde, hasta que finalmente, te das cuenta que se ha convertido en un defensor del mal. De todas formas, él ya tiene un origen de maldad, porque no sé si recuerdas la primera escena, cuando él está estudiando en su celda y juega con una cucaracha que esta caminando por su libro. Le llaman a la puerta para decirle que su padre le está esperando para hablar con él, se levanta sonriendo y aplasta la cucaracha con el dedo pulgar. Eso ya te dice de lo que va a ser capaz August Lienart.
Por lo que cuentas, Lienart es “el Elegido”. Pero, ¿para qué? ¿Con qué fin?
¡Sería ya desvelarte el fin de la novela! (risas). Él es el elegido por su padre, para que se convierta en el enlace entre la organización Odessa (Organización de antiguos camaradas de las SS) y el Vaticano, para crear el Pasillo Vaticano. Digamos que fue la ruta de evasión de escape creada por altos miembros de la curia, para ayudar a escapar a criminales de guerra nazis a través de Italia hacia Sudamérica.

Hablas de la creación de la llamada Odessa. Cuéntanos por favor, ¿en qué consistió y cuál fue su cometido tras la derrota de Hitler y el fin de la Segunda Guerra Mundial?
La organización Odessa la hizo muy famosa un gran novelista, a mí me parece uno de los grandes novelistas de thriller que es Forsyth Frederick. Él escribió “Clave Odessa” en los años 70, donde ya habla de la organización Odessa como tal y donde curiosamente escribe una nota al final diciendo, que no existe ninguna prueba de que Odessa existiese realmente, y que el único que defiende esa teoría es Simon Wiesenthal, el famoso cazanazis austríaco.
Un periodista llamado Goñi descubrió un documento fechado el 10 de agosto de 1944, es decir, unos meses antes de que terminase la guerra en el 45, donde relata cómo se reunieron grandes magnates en el hotel La Maison Rouge de Estrasburgo, que todavía existe. Aparece la lista de los asistentes a aquella reunión, donde se crearon los cimientos económicos y financieros de lo que iba a ser la ruta de evasión de los criminales de guerra, que tenían que huir una vez que terminase la guerra.
Está claro que fue sufragada por algún país en concreto o por algunos personajes de la época… ¿Quiénes participaron activamente en Odessa? ¿A quiénes les interesaba que los capos nazis huyeran de Alemania tras la guerra?
Odessa fue financiada en un primer momento y en gran parte, por los grandes magnates alemanes. Estaban los Krupp, que eran los dueños de la industria armamentística alemana; los Vogel que eran los grandes industriales del carbón; la familia Thyssen que tenemos todos sus obras de arte aquí en España.
Luego se crearon tres rutas de evasión en base a esa Odessa, que fueron muy claras. Una fue la “ruta libertad”, creada por la CIA en colaboración con Odessa, para ayudar a escapar de Europa y principalmente de las garras de los soviéticos, a todos los científicos nazis que habían colaborado con experimentos durante el régimen en campos de exterminio y de concentración. Estos y sus familias eran evacuados por Estados Unidos para que trabajasen para ellos. Después, está la “ruta de la araña”, creada a través de España y que venía por la Junquera para ayudar a escapar a muchos de estos criminales. Terminaban en Madrid, donde se les facilitaban documentaciones falsas para poder escapar a través del estrecho de Gibraltar hacia Marruecos, y ya en barcos hacia Sudamérica. El punto clave de toda esa organización en Madrid, se encontraba en un restaurante muy famoso que es el restaurante Horcher (todavía existe).
Y la tercera ruta, es la ruta del “Pasillo Vaticano” u “Operación Convento”. Esta ruta fue creada, no sé si con permiso del papa Pio XII, pero sí con el silencio de Pío XII. Fue creada por tres personajes bastante oscuros. Uno fue Alojzije Stepinac, cardenal croata bastante cercano a los nazis. Le llamaban el obispo negro por su cercanía con las SS. Incluso, en el año 2003-2004 el papa Juan Pablo II lo beatificó. Después estaba Krunoslav Draganovic, sacerdote croata que dirigía el seminario croata en Roma. Y luego estaba Alois Hudal, el rector del seminario austroalemán en Roma.

Estos tres religiosos crearon toda una ruta de conventos y monasterios, bajo control de bandera de territorialidad de la Santa Sede, para ayudar a escapar a grandes criminales de guerra. Los trasladaban hacia el puerto de Génova y les facilitaban documentación secreta falsa para escapar hacia América. A través de esta ruta del Vaticano, se escapó gente como Josef Mengele “el Ángel de la muerte”, Hans Fischbock el carnicero de Holanda el que firmó la deportación de la familia de Ana Frank a Auschwitz. También se escapó Adolf Eichmann, el famoso teniente coronel de las SS, arquitecto de la solución final a la cuestión judía en Europa.

“Dictaduras militares dieron asistencia y refugio a estos nazis y los convirtieron en asesores”.
Pero, ¿cómo lograron sobrevivir? ¿A qué se dedicaron? Porque algunos mantuvieron sus nombres reales, a expensas de ser detenidos…
Muchos de estos criminales de guerra cuando terminan sus días en América Latina, son reclutados por los gobiernos dictatoriales de la época: el gobierno argentino de Perón, el de Bolivia, Brasil o el de Chile. Fueron dictaduras militares que dieron asistencia y refugio a estos nazis, e incluso, los convirtieron en asesores. Uno de los grandes asesores del gobierno boliviano es un señor que se llamaba Klaus Barbie, jefe de la Gestapo en Lyon y apodado el Carnicero de Lyon. Por ejemplo, Adolf Eichmann era un hombre que estaba protegido. Los ingleses y los americanos sabían quién era y que estaba trabajando como contable en la empresa Mercedes Benz de Argentina. Otro ejemplo, Herbert Cukurs, el carnicero de Riga, un nazi letón que estuvo involucrado en el asesinato de 70.000 judíos del gueto de Riga, ni siquiera se cambió el nombre.
Montó un negocio de aviones para transportar turistas, hasta que los israelíes lo detectaron en el año 64-65 y lo trasladaron a una casa en Montevideo, para alejarlo del gobierno militar de Brasil que lo protegía.
Después lo trasladaron a Uruguay y en una casa en un barrio de Montevideo, le pegaron un tiro en la nuca, lo descuartizaron y lo metieron en un baúl.
En este sentido, ¿crees que alguno de estos criminales queda vivo y sin condenar?
No creo que alguno siga vivo, y si siguen vivos tienen que ser muy mayores. Tú piensa por ejemplo, que el jefe de escolta de Hitler, que fue el último hombre que sale del bunker de Hitler, todavía vive y tiene 92 años ya. Otro caso… Hay un hombre al que acaban de deportar a Polonia para ser juzgado por crímenes de guerra, es John Demjanjuk, el carnicero de Treblinka, del campo de concentración de Treblinka, que dicen que era uno de los más sanguinarios guardianes del campo.
Si hablamos de Odessa, tenemos que citar otro de los misterios de la II Guerra Mundial. Me refiero al oro incautado por los nazis. Eric, cuéntanos de dónde salió tanto dinero y cómo pudieron dispensarlo sin levantar sospechas.
Hay una declaración de Walther Funk (el Presidente del Reichsbank, el banco alemán) ante el tribunal de Nuremberg, donde él declara que sin la ayuda de los bancos suizos la guerra hubiera terminado, probablemente, en diciembre del 44 en lugar de mayo del 45. Los nazis tenían mucho oro, entre el que habían robado en los bancos centrales de los países ocupados, y el que salió de las dentaduras de la gente que mataron en los campos de exterminio.
Todo ese oro lo convertían en lingotes, les daban una acuñación anterior a septiembre del 39 y lo entregaban a Suiza, para pagar las materias primas que necesitaba la maquinaria bélica de Hitler para continuar el movimiento.
Además, se descubre que todas las monedas de 10 francos de oro suizas acuñadas entre el año 47 y el año 51, tenían un alto índice de mercurio. Cuando lo analizan descubren que es el mismo tipo de mercurio que se utilizaba en odontología en Alemania en los años 20 y 30. Por tanto, ¿de dónde había salido ese oro?

¿Podemos decir que por poder y por dinero todo se corrompe, incluso la fe?

Mira el papel más repugnante, mucho más que el de los nazis -porque los nazis al fin y al cabo, no es para disculparlos, pero el pueblo alemán luchó por una ideología y por un loco que era Hitler-, fue el de los suizos que se mantuvieron neutrales ganando dinero con todos. Cuando termina la guerra, se descubre que los bancos suizos tenían lo que llamaban “cuentas dormidas”, que eran cuentas secretas de judíos ricos con números secretos, para en caso de sobrevivir, poder recuperar el dinero. Cuando fueron los herederos a reclamar el dinero con las claves secretas, el gobierno suizo les decía que no les entregaban el dinero porque necesitaban certificados de defunción. Los alemanes, bien es cierto que son muy organizados para matar gente, pero a tu familia no le daban un certificado de defunción, principalmente porque tu familia te acompañaba en la cámara de gas.

Esa situación llega a ser tan extrema, que finalmente el presidente Clinton firma una orden ejecutiva presidencial en la Casablanca, ordenando al departamento del tesoro la autorización para paralizar todas las operaciones de los fondos suizos en territorio estadounidense, a no ser que reconozcan que tienen “cuentas dormidas” de ciudadanos judíos.

Misteriosamente, en una semana el gobierno suizo reconoce que tiene más de 25.000 cuentas numeradas en Suiza que pertenecían a judíos muertos en los campos.

Además, en el “Oro de Mefisto” también planteas la idea de que Hitler no murió en el búnker, que no se suicidó. ¿Crees que verdaderamente huyó?
No, estoy seguro de que murió en el bunker. Pero en la investigación sobre este caso, encuentro un documento de un agente de la contrainteligencia militar aliada de septiembre del 45, es decir, meses después de que haya terminado la guerra, donde este agente informa a sus superiores en Washington, de que han detectado a Hitler en el puerto de Kristiansand, en Noruega. Puede ser perfectamente factible de que sea un tío que se pareciera mucho a Hitler, que no fuera Hitler. Pero el informe es original.
El segundo documento que yo tuve en mis manos, fue la declaración de Ernest Baumgart oficial de la Luftwaffe, que ante el Tribunal de Polonia dice que él llevó personalmente a Hitler y a Eva Braun fuera de Berlín y los trasladó haciendo escala en Dinamarca en el puerto de Kristiansand.
Y el tercer documento que yo encuentro… Cuando termina la guerra, el almirante Dönitz ordena a toda la flota de submarinos que se rindan, pero hay algunos que no se rinden y misteriosamente desaparecen en el Atlántico. Los aliados los dan como bajas de guerra. Pero hay dos, el U977 y el U530 que reaparecen en diciembre del 45 en las costas argentinas, donde se rinden. Los submarinos y las dotaciones de los submarinos son entregados a los aliados, a los estadounidenses. Cuando están siendo interrogados, Schäffer, el comandante del U977, asegura que llevó personalmente a un hombre y a una mujer muy poderosos del Tercer Reich. Él no dice quiénes son, pero cuando los americanos comprueban el libro de bitácora, descuben que el último puerto europeo que tocó el U977 antes de saltar al Atlántico, fue el puerto de Kristiansand, en Noruega.

Pero imagínate que sí que hubiera sido así y que Hitler hubiera escapado y que en este caso, la sociedad lo hubiera sabido, ¿qué hubiera ocurrido?
Pues yo creo que al tipo lo hubieran llevado ante un tribunal público con la CNN, lo hubiera transmitido la CNN y lo hubieran colgado públicamente como colgaron a Sadam Husein.
¿Y cómo definirías tú a Hitler?
Un fanático muy peligroso, un poco como August Lienart.

Era un hombre muy culto que sabia dominar a las masas, que sabia cómo controlar la forma de hablar para que su mensaje llegase al ciudadano. Un hombre que supo apoyarse su ascenso en las castas más bajas de la sociedad alemana, una sociedad que había sido muy castigada por el tratado de Versalles después de la Primera Guerra Mundial. Un hombre que supo aprovechar ese discurso nacionalista, para convertir Alemania de un país hundido absolutamente, a un país con desempleo cero. Y que al mismo tiempo, fue un hombre que pervirtió a la propia sociedad alemana hasta convertirlo en uno de los regímenes más atroces que ha dado la historia, conjuntamente con el de Pol Pot.

En la actualidad, ¿encontramos a alguien con el mismo carisma y poder hipnótico que el Fürher?
Sí puede haberlo. Mira Bin Laden, Hassan al-Banna… Es decir, todos líderes religiosos musulmanes. Porque yo creo que el fundamentalismo islámico es el nazismo del siglo XXI, ese fanatismo religioso llevado al máximo exponente, que puede hacer que des tu vida tranquilamente, sin preguntarte por qué das tu vida. Es decir, eso solo se consigue ahora mismo con Irak, que era lo mismo que ocurría en el partido nacionalsocialista de ideología nazi. El nazismo de los años 20 y 30 de Alemania son el actual fundamentalismo islámico y sus líderes.

Eric en tu novela mencionas un supuesto Cuarto Reich y de cómo se lleva acabo su preparación. Hablando del fundamentalismo islámico… ¿Tú crees que en la actualidad podría ser ese Cuarto Reich?
Yo creo que el fundamentalismo islámico, está ocupando una parte importante de ese espacio que ocuparon los nazis en su momento. Hay un gran teórico Edgard Bernays -escribió un gran libro en los años 50 que se llamaba “Propaganda”-, que decía entonces que el terrorismo estaba realmente dirigido a convencer a la gente, para que amase su propia esclavitud en defensa de su propia libertad. Yo creo que actualmente, si preguntas a gente si está dispuesta a vivir con menos libertad en defensa de su propia libertad, yo creo que mucha te dirá que sí, que lo acepta, y eso es un problema, porque eso te genera un mayor control del estado sobre nosotros mismos, sobre nuestras libertades.
Hablamos de nazismo, un tema candente. Pero, ¿hasta qué punto las heridas del holocausto están cerradas?
Yo creo que no están cerradas… El año pasado mismo alguien dijo de llevar a beatificación al papa Pacelli, a Pío XII, e inmediatamente se levantaron todos los sectores judíos, el estado de Israel a través de su primer ministro, para rechazar cualquier posición de beatificación de Pío XII.
Entonces, eso te provoca que todavía las heridas del holocausto estén abiertas y seguirán abiertas mucho más todavía. Por ejemplo, tú vas por Alemania y puedes visitar los campos de exterminio. Pero curiosamente, tu caminas por Berlín y preguntas a un ciudadano alemán de forma muy correcta: “oiga por favor, ¿usted me podría decir por dónde está la Cancillería del Tercer Reich?” y te miran con cara de mala leche. Se ofenden.

En este caso, ¿no olvidar significa aprender de los errores?
Yo creo que no hemos aprendido nada, yo creo que no hemos aprendido un carajo, absolutamente nada. Es decir, yo soy un hombre joven tengo 47 años, y cubrí como periodista la declaración de independencia de Eslovenia, la de Croacia y la de Bosnia Erzegovina… Yo viví como periodista la matanza de Srebrenica, las matanzas de Vukovar. Viví los bombardeos sobre Nustar… No hemos aprendido nada.
Según tu opinión Eric, ¿quién debería de hacerse un examen de conciencia a fondo?
Los políticos en general, cada vez son más despreciables, son una ralea que no merece estar en la sociedad, porque los políticos son los que generan ese tipo de cosas. Los políticos son los que generan los nacionalismos. Porque la gente habla de nacionalismos sin ver las cosas que yo he visto por el nacionalismo, sin ver las cosas que yo he visto porque tu seas católica y yo sea judío, o porque tu seas judía y yo musulmán, o porque tu eres catalana y yo soy de Madrid, o porque tu eres de Croacia y eres católica y yo soy serbio y soy ortodoxo. No te puedes imaginar las cosas que yo he visto.

Entonces, la gente te habla de los nacionalismos enseñando una bandera que esta muy bien, siempre y cuando sea dentro de una sociedad democrática y de forma tranquila. Cuando el nacionalismo está fuera de control es muy peligroso, y yo he sido testigo de ello.

SIGLO XXI

Relacionadas