MARÍA JOSÉ ARÉVALO GUTIÉRREZ

En tiempos en los que la actitud general respecto a la diversidad sexual alcanza el mayor grado de apertura en la historia de la humanidad, le toca a la ortodoxia Judía afrontar este tema. Cuando un judío descubre su tendencia sexual, se puede cuestionar su creencia, ya que las preguntas que le inundan son infinitas. ¿Cómo se puede ser creyente y homosexual. Tal vez no sea creyente […]? Todo ello, puede provocar un rechazo hacia sí mismo u optar por la determinación de reprimir dicho sentimiento. Aparece proscrita la homosexualidad en Levítico (XVIII, 22): “no cometerás pecado de sodomía porque es una abominación”. En contra posición no se hace alusión a la homosexualidad femenina no estando expresamente condenada en el Antiguo Testamento.

Sería insensato pensar, que la homosexualidad en general no ha estado o está presente en la vida judía. Para el marco axiológico judío, la naturaleza es algo que fue fundado con sus leyes las cuales pueden ser inteligibles, pero que no son la guía directora de la conducta del ser humano, sino más bien el lugar donde este debe conducirse según lo prescrito por Dios, preceptos que de hecho condicionan las pulsiones y naturalidad del individuo. Para la ley judía el lesbianismo no es una enfermedad genética o adquirida. Es sólo condenable como acto, pues implica un desafío al modelo ordenado, fundado en la familia patrilineal y androcéntrica.

La corriente ortodoxa rechaza por completo la práctica del acto homosexual, al contemplarla prohibida y como un acto de rebeldía en contra de Dios, que por ello ha enviado enfermedades a través de estos como es el Sida. Naturalmente al existir diversas corrientes dentro del propio judaísmo, es de asumir que igualmente existen varias opiniones sobre el propio tema. El Movimiento Judío Conservador ha aceptado a los homosexuales y lesbianas como personas con plenos derechos para todo. La Reforma Judía ha adoptado el estilo modernista, liberal y humanista, en un esfuerzo por hacer resaltar su relevancia. Aunque hay una variedad de creencias dentro del movimiento de la Reforma. Este movimiento generalmente mantiene una posición inclusiva en lo que se refiere al feminismo, la homosexualidad, y el agnosticismo.

Mientras que los rabinos tradicionales dicen que la Torá prohíbe la homosexualidad ya que demuele la estructura familiar, son muchos los rabinos de la Reforma que argumentan, que las parejas homosexuales pueden criar hijos que sean educados en las tradiciones y los valores judíos.

Israel es uno de los países del mundo más progresistas en términos de igualdad para las minorías sexuales, siendo esta despenalizada hace más de dos décadas. Pero como en muchos países donde la homosexualidad es aceptada legalmente, existe por cierta parte de la sociedad civil y religiosa un rechazo. Queda bien claro que no aprobar la unión religiosa de gays o lesbianas, no significa estar en contra de los matrimonios civiles entre homosexuales, o de que estos gocen de todos los derechos civiles que tienen los demás miembros de la sociedad. ¿Pero qué ocurre en esos países, donde el ser judío y homosexual se convierte en una pertenencia a una doble minoría?

La triple dificultad comienza con ser una minoría dentro de una minoría, al saberse que se forma parte de una religión perseguida, y sentirse oprimidos y acosados dentro de ella. Igualmente hay que mencionar el rechazo que se puede percibir por parte de la sociedad que no comparten dicha tendencia sexual.

Jerusalén ha creado en los últimos años una revolución ortodoxa, donde los homosexuales pueden acudir sin sentirse excluido del resto de la comunidad. En Argentina habita la comunidad judía más grande de Latinoamérica. Rabinos que son un ejemplo a la apertura en la práctica del judaísmo son por ejemplo Daniel Goldman, Sergio Bergman, Guido Cohen, Damián Karo y Alejandro Avruj, que defienden el matrimonio entre personas del mismo sexo. Aaron Katz, es el primer rabino argentino de Polonia que admite ser gay. Katz es un fenómeno inusual en Polonia, por la condición conservadora que el país ostenta. Una nación donde la condición de judío o de gay plantea sus desafíos, especialmente en el interior. De sus 38 millones de habitantes, solo 5.000 se declaran judíos.

Para muchos judíos religiosos, la Torá es sólo una fuente de muchas de las normas religiosas. Si el sentido moral, o de otras consideraciones, después de una cuidadosa deliberación y el pensamiento, conducen a una conclusión diferente del texto, entonces estos judíos respetuosamente anulan la prohibición de Levítico. Sin embargo, incluso para los judíos ortodoxos, el aparente significado literal de los versos de la Torá a menudo no es tomado como tal. Pocos, por ejemplo, se adhieren a Deuteronomio 22:13-21, donde se dice que el matrimonio sólo es válido si la novia es virgen. ¿Por qué entonces no se puede ser judío ortodoxo y homosexual? Las religiones se resisten a la adaptación a los tiempos modernos, pero acabamos de ver un ejemplo donde si existe una acomodación a los avatares de la sociedad actual. Entonces nos cuestionamos ¿de qué o quien depende el ser admitido como homosexual por la sociedad religiosa judaica?

¿El versículo Levítico 18 sólo se aplican a las relaciones sexuales anales, o para una gama más amplia de la conducta. Son como las leyes de Shabbat, que deben entenderse de acuerdo a su contexto?

Lo que sí podemos afirmar es que las dos minorías tienen mucho en común y ambos se enfrentan a la hostilidad de los grupos extremistas. Ambos judíos y los gays han sido objeto de la opresión de los tiranos. Tal vez es eso por lo que ambos representan el derecho innato de la persona a ser diferente. Judíos gays y lesbianas con frecuencia se enfrentan a una falta de comprensión, e incluso hostilidad, cuando salen de la invisibilidad frente a su familia. Por ello pueden ser condenados al ostracismo por no encajar en el patrón esperado de la familia, el matrimonio y la paternidad o maternidad.

A la comunidad gay se le presenta una cuestión importante; poder vivir su religión sin el temor de tener que ser visto como inferior por su condición sexual, no pudiendo ser miembros de pleno derecho. Hace 200 años, hubiera un judío respondido a la cuestión judía de la siguiente forma: es una forma de vida, basado en las normas y reglamentos de la Biblia. Las reglas que además se les agregan, abarcan la totalidad de la vida de un judío, quedando redactadas al mínimo detalle. Uno de los motivos por el que la literatura del judaísmo ha luchado hasta la saciedad por no permitir los actos homosexuales, mostrando una definida homofobia, se puede ver reducido a la negación de admitir que el hombre pierda su papel como varón, en una sociedad donde las leyes son redactadas por estos mismos.

En la antigüedad, tanto los judíos y no – judíos, y hasta finales del siglo XIX se desconocía la existencia de una “homosexualidad” tal como la comprendemos en la actualidad. Siempre se ha condenado el acto en sí mismo, pero no el deseo entre personas del mismo sexo. Plantearse por parte de la comunidad religiosa que pueda existir un amor integral entre dos personas del mismo sexo y que esa relación abarque algo más que el mero acto sexual, no es comprendido.

Otro falso mito existente es aquel a que hace referencia que los homosexuales (hombres y mujeres), se muestran contrarios a tener hijos. Muchos desearían adoptar y ser padres, si las leyes lo permitieran, sobre todo en aquellos países donde la legislación no lo ha contemplado. En esas naciones donde sí existe la posibilidad, se pueden contemplar familias con padres del mismo sexo que educan a sus hijos igualmente que lo realizan los matrimonio compuestos por miembros de distintos sexos. En otros casos se da la aportación de la prole debido a un matrimonio o relación heterosexual mantenida con anterioridad.

¿Es preferible alejar a los homosexuales de las sinagogas y privarles del derecho de tener una familia dentro de un núcleo religioso, que se instruya conforme a sus creencias, por la diferencia de no ser heterosexual. Con que fuerza juzga una minoría que conoce los sinsabores de serlo a otra?