RICARDO CARPENA/LA NACION.COM.AR (fragmento)

Una herida que no cierra, duele. Pero una herida que no cierra desde hace 17 años no sólo duele más, sino que obliga a indagar por qué no puede ser cerrada. El atentado contra la AMIA es una tremenda herida argentina que no cierra desde 1994 y que duele como sólo puede doler la impunidad absoluta para un ataque terrorista que dejó 85 muertos y más de 300 heridos. El nuevo aniversario de la voladura de la mutual judía, que se cumplió, una vez más, sin novedades sobre quiénes fueron los responsables, se conmemoró el lunes pasado en un acto en el que hubo una fuerte presencia del gobierno nacional, como la presidenta Cristina Kirchner y gran parte de su gabinete, lo cual no evitó que el titular de la AMIA, Guillermo Borger, le hiciera un fuerte reclamo de “justicia de inmediato”.

“Diecisiete años de búsqueda sin resultados son demasiados(…) Hoy decimos: no podemos seguir esperando; éste no es un evento político; venimos a santificar los nombres de nuestros muertos”, advirtió Borger en un discurso que causó un profundo malestar en la Casa Rosada y que pareció marcar el endurecimiento de un dirigente de la comunidad judía que era visualizado como un aliado del kirchnerismo. Y que había comenzado su gestión, en junio de 2008, con una promesa que no pudo cumplir: “Abandonar la exposición pública” para dejarle ese papel a la DAIA, representación política de la comunidad judeo-argentina.

¿Implican las palabras del presidente de la AMIA un viraje en la relación con el gobierno nacional, que alterna gestos como la denuncia contra Irán ante la ONU con el sostenimiento de aliados internos como Luis D’Elía y externos como el presidente venezolano Hugo Chávez, considerados hostiles hacia los judíos? El que lo niega es el propio Borger, que, en diálogo con Enfoques, elogió la actitud del Gobierno a favor de la indagatoria a los iraníes que están sospechados de haber participado en el atentado, pero advirtió que “llegó el momento de decir basta” porque “ya no se puede decir decir ‘seguimos esperando, seguimos confiando'”, y, en especial, porque estima que la investigación sobre el tema “está hoy, prácticamente, en foja cero”.

Incluso fue más allá cuando advirtió que el estancamiento de la investigación puede favorecer un tercer atentado: “Que no tengamos justicia, no se determinen los acusados y no tengamos gente detenida es tierra fértil para cualquier cosa. Estamos más atentos y más preparados [en la comunidad judía], pero ante un terreno fértil, no resuelto judicialmente, la posibilidad existe”.

Video: “La presidenta debe mostrar voluntad política para que se determine justicia”

 

 

Y sobre un representante del kirchnerismo con claro tufillo antisemita como el ex piquetero Luis D’Elía, al que la Presidenta no desautorizó nunca públicamente, Borger dijo: “Nos cuesta entender que un personaje como él tenga algún aval de la Nación”. Y reveló que la misma Cristina Kirchner le había expresado personalmente a la AMIA que el controvertido dirigente social era “un personaje oscuro que seguramente está financiado por intereses extraños”.

De 62 años, cuatro hijos y con padres que fueron sobrevivientes del Holocausto, Borger es un empresario que maneja la AMIA desde hace tres años en representación del Bloque Unido Religioso (BUR), una línea interna que representa a los judíos ortodoxos y que se enfrenta al sector liberal en temas como matrimonios mixtos, entierros y otros reconocimientos de los conversos.

Precisamente, Borger comenzó su mandato con una fuerte controversia por declaraciones supuestamente efectuadas al diario Clarín, que él desmintió, en las que afirmaba que quería representar a los “judíos genuinos”, que son los que “tienen una vida basada en todo lo que dictamina la Torá”. La polémica no le quitó respaldos internos al sector de Borger, que volvió a ganar las elecciones realizadas en la AMIA en abril pasado: obtuvo el 41% de los votos frente al 35% del sector laico que lidera Luis Grynwald, aunque, como es un sistema de elección indirecta, las negociaciones para conformar la nueva conducción aún siguen sin resolverse.

-Su reclamo de justicia ante la Presidenta causó mucho impacto, sobre todo en el Gobierno, que lo consideraba un aliado. ¿Qué cambió como para que usted se endureciera?

-Fue una llamada de atención lógica. Estamos hablando de diecisiete años después del atentado más terrible que sufrió la Argentina. No se puede decir “seguimos esperando, seguimos confiando”. Sería un discurso más, pero llegó el momento de decir basta. Por supuesto, la presencia de la Presidenta y de gran parte del gabinete muestra una solidaridad, una adhesión y una voluntad política de trabajar con nosotros. Está fuertemente demostrado que el autor intelectual de este acto de barbarie ha sido Irán. Por eso, a través del discurso de Néstor Kirchner en Naciones Unidas se logra el pedido a Interpol, con la anuencia de más de 70 naciones del mundo, de la máxima alerta respecto de ocho ciudadanos iraníes. Esto se reiteró en los tres últimos discursos de la Presidenta ante las Naciones Unidas, en los que pidió que se presentaran los iraníes ante la justicia argentina para demostrar, como ellos dicen, su inocencia. No sólo jamás hubo ninguna respuesta sino que uno de los principales implicados, Ahmad Vahidi, fue ascendido al rango de ministro de Defensa en Irán. Todas estas paradojas hacen que digamos basta. Agradecemos la presencia de la Presidenta en el acto, pero ella debe mostrar voluntad política para que el Poder Judicial actúe y finalmente se haga justicia. En 2012 se cumplirán 18 años desde que esperamos tener que hacer solamente un acto de homenaje y no de reclamo. Es interesante: el número 18, en hebreo y en numerología, significa vida. Entonces, basta de muerte antes de llegar al año 18.

-¿Qué es lo que le faltaría al Gobierno para mostrar un mayor compromiso en el esclarecimiento del atentado?

-Desconozco cómo son las mecánicas internas, cómo se trabaja entre el Poder Ejecutivo y el Judicial, pero entiendo que la Presidenta tiene el poder de sugerir, de manifestar, de actuar; se debe articular entre los poderes del Estado para que después de 17 años se haga justicia. Hubo alguna esperanza cuando la Corte Suprema, en un fallo histórico, revalidó gran parte de lo actuado en esta compleja y complicada causa. Debemos recordar que todo lo llevó adelante el juez Galeano, un joven juez sin experiencia, en un juicio plagado de irregularidades… Ahora, el fiscal Nisman está impulsando un nuevo juicio oral y pidiendo prisión para Telleldín, que, está demostrado fuertemente en la causa, fue quien proveyó el coche bomba y que él puede revelar todas las relaciones. La última luz de esperanza la tuvimos hace dos años gracias a la Corte Suprema. Hoy estamos, prácticamente, a foja cero.

-A usted lo critican algunos por estar demasiado cerca del gobierno nacional. ¿Le molesta esa caracterización? Y, en todo caso, ¿por qué ahora parece menos oficialista?

-No, estamos con el gobierno de turno porque articulamos muchas cuestiones desde el área social. Nosotros trabajamos con el gobierno de la Ciudad, con provincial y con el de la Nación, por supuesto. AMIA es una mutual, la organización no gubernamental más importante de la comunidad judía en América latina. Articulamos acciones con la Nación porque ellos saben que nosotros lo hacemos bien y entonces nos ayudamos mutuamente. De hecho, nuestra red de empleo está replicada a nivel nacional con acuerdos que tenemos con el Ministerio de Trabajo, al igual que lo hacemos con la ciudad, con la ministra María Eugenia Vidal, de Desarrollo Social. De hecho, la red de empleo de AMIA, que es para dar trabajo a todos los argentinos, ni siquiera pregunta de qué religión es, está abierta a toda la sociedad. Y el 97% de quienes buscan trabajo en nuestros padrones no es gente de la colectividad. ¿Qué cambió en nuestro discurso? Que son 17 años sin lograr justicia y que es el momento de exigirla. No me duele que me digan kirchnerista, pero no es cierto. Estoy en favor de quien trabaje con nuestra comunidad, de quien nos ayude, y este es un gobierno con el que pudimos trabajar juntos en favor de la sociedad y que se hizo cargo de los reclamos para esclarecer el atentado.

También se ve una dualidad en el kirchnerismo. Existe un discurso de la Presidenta ante la ONU y la presencia en el acto del lunes, pero también, por otro lado, no rompe relaciones con Irán ni con D’Elía, y tiene una relación privilegiada con el gobierno de Hugo Chávez. Esto los debe preocupar…

-Obviamente hay manejos políticos complejos, algunas dualidades que son difíciles de entender. Nos cuesta entender que un personaje como D’Elía tenga algún aval desde la Nación, ya que es contradictorio. Hablando con la Presidenta, ella manifiesta que es un personaje oscuro que seguramente está financiado por intereses extraños.

-¿Eso se lo dijo Cristina Kirchner?

-Sí. Así es porque yo se lo pregunté también.

-¿Financiado por qué intereses?

-Cristina no me manifestó qué intereses lo sostienen, pero entiendo que él está financiado directamente por Irán. También lo demostró con sus visitas a Irán y al hablar desde la ignorancia.

-¿Por qué ella no desautoriza públicamente a alguien de su espacio como D’Elía?

-No tengo idea. No soy un analista político.

-Usted había advertido que la falta de avances en las investigaciones de los atentados contra la AMIA y contra la embajada de Israel podrían favorecer la posibilidad de un nuevo atentado en la Argentina. ¿Sigue pensado lo mismo?

-Por supuesto. Que no tengamos justicia, no se determinen los acusados y no tengamos gente detenida es tierra fértil para cualquier cosa. Estamos más atentos y más preparados [en la comunidad judía], pero ante un terreno fértil, no resuelto judicialmente, la posibilidad existe.

-Usted arrancó su gestión con unas famosas declaraciones sobre los “judíos genuinos”, que luego desmintió, pero no evitó que se reforzara la percepción de que su sector parece cerrado frente a ciertos avances o realidades de la sociedad actual, como los matrimonios mixtos o el reconocimiento de los derechos de los judíos conversos.

-Nunca dije que voy a trabajar para los judíos genuinos. Todos los judíos son ciento por ciento genuinos. Hay quien observa más o menos en todas las religiones, pero no se puede ni calificar ni descalificar un trabajo, una gestión, una comisión directiva porque se use o no la kipá. En mi vida privada yo cuido el Shabat, mi ritual de comida, pero me considero una persona abierta, moderna. Trato de estudiar y prepararme cada día, al igual que cualquiera de mis compañeros de más o menos ortodoxia. No hay un tema que pueda calificar o descalificar mejor por ser observante o no. Hay cuestiones de ley por supuesto, hay un reglamento, una Torá, que es la Biblia que determina algunos parámetros de nuestra vida. Eso es una determinación, un código de vida. La luz roja me muestra que yo tengo que frenar y no puedo salir a decir: “A mí no me gusta la luz roja y no freno”.

-¿No cree en ninguna modernización de los rituales religiosos, en ninguna adaptación a lo que sucede en estos días?

-No, la modernización está. Nuestra Biblia está permanentemente actualizada. Hay muchísima gente viviendo en este contexto, con estos parámetros y no deja de ser moderno. Entre ellos, modestamente, mi familia. Vivimos en esta sociedad que acompañamos y nos abrimos tanto en lo empresarial desde mi comercio como en mi vida junto a mis hijos, con estos parámetros de observancia, pero para nada nos inhabilita o nos hace ser menos modernos que el resto.

-¿Le duele la acusación de “sectario”?

-Me duele porque es inapropiado, no es cierto. Todo lo contrario: estamos abiertos a escuchar, a dialogar, a desmentir cualquier versión que no sea comprobada y estudiada. Me duele mucho cuando se habla desde la ignorancia, cuando se sale a decir “eso es muy antiguo, tenemos que abrirnos a todo el mundo” sin ningún fundamento. Analicemos, estudiemos y actuemos.

-¿Nuestra sociedad es antisemita?

-No, la sociedad no es antisemita, sí hay pequeños grupos antisemitas recalcitrantes. De hecho lo hemos tenido, y esto me llama la atención, en las elecciones de la Ciudad de Buenos Aires a un [Alejandro] Biondini que debe de tener sus amigos, su gente… Hay pequeños grupos, y son minúsculos pero debemos estar atentos.

-De todas formas, hay un componente de intolerancia bastante evidente en nuestra sociedad. No solamente lo deben de sufrir en la comunidad judía, pero ¿hasta qué punto le preocupa, lo afecta?

-Me preocupa y siempre me llama la atención. Pero remarco que, en realidad, cuando me hablan de tolerancia respecto de los judíos, yo no quiero que me toleren, quiero que me respeten, que sepan por qué soy así. “Estudiá, verificá, entendé, conversemos, tomemos un café, no quiero que me toleres”. Tolerar me suena a… [medita unos segundos sin encontrar la palabra adecuada] Habría que verificarlo en el diccionario, pero tolerar es como decir: “Tenés que aguantarme como soy”. Y yo no quiero que nadie me aguante, no pido favores, no necesito que me paguen ni que me cobren esa factura. Soy un ser humano. Merezco el respeto, no la tolerancia.

Título original:”Que no se haga justicia es tierra fértil para un nuevo atentado”