SARAH MIKHAIL Y DINA ZAYED/REUTERS AMÉRICA LATINA

3 de agosto 2011- El ex presidente egipcio Hosni Mubarak entró el miércoles en una camilla de hospital a la jaula de un tribunal para enfrentar un juicio por el asesinato de manifestantes, una imagen que emocionó a quienes lo derrocaron y envió un mensaje escalofriante a otros autócratas árabes que enfrentan levantamientos populares.

Si es declarado culpable, Mubarak podría ser condenado a la pena de muerte.

El ex presidente de 83 años, que parecía frágil y demacrado, negó los cargos ante el tribunal en El Cairo. Mubarak es el primer líder árabe en ser juzgado en persona desde que una serie de revueltas populares se propagaron por Oriente Medio este año.

Sus dos hijos, Alaa y Gamal, también estaban en la jaula de los acusados sosteniendo copias del Corán, junto al ex ministro del Interior Habib al-Adli y otros seis ex oficiales.

“Niego rotundamente todas las acusaciones”, dijo Mubarak luego de que el fiscal lo acusó de “tener la intención de matar” a manifestantes pacíficos durante una revuelta de 18 días que lo derrocó el 11 de febrero y en la década anterior.

El fiscal también lo acusó de permitir que Adli utilizase munición real contra los manifestantes y de corrupción y malversación de fondos públicos.

Alrededor de 850 personas murieron durante los disturbios. Un abogado de las familias de las víctimas pidió la ejecución de Adli.

Un consejo militar liderado por el ministro de Defensa, mariscal de campo Mohamed Hussein Tantawi, asumió el mando cuando Mubarak renunció. Ha prometido una transición a la democracia en el país más poblado del mundo árabe, un proceso que aún está lejos de completarse.