SHULAMIT BEIGEL (LONDRES)

MISTERIO

Tienen razón los que afirman que ya nada es como era antes, ni siquiera los inefables servicios de Inteligencia de Inglaterra, que en un pasado no lejano eran capaces de prever, detectar e incluso impedir el vuelo de una mosca a cinco mil kilómetros de distancia. Ahora en cambio, el MI6 se entera tarde de los sucesos en Egipto, Siria y Afganistán, y el Scotland Yard, la policía metropolitana de Londres, se enteró de los disturbios que se dieron la semana pasada en muchas ciudades de Inglaterra, una hora después de que los hechos ocurrieran y los periodistas ya lo estaban comentando. ¿Será que James Bond ha muerto? ¿O que simplemente se ha resignado a ser, como tarde o temprano nos ocurre a todos, un humilde y pasivo televidente más?

EL FIN DE LA HISTORIA

Hace unos años atrás, un intelectual norteamericano de nombre Yoshihiro Francis Fukuyama, decretó, ignoro si bajo la influencia de Hegel o de Johnny Walker, el fin de la historia. El colapso del sistema comunista en el bloque oriental, junto a otros síntomas alentadores como la integración europea, marcaban, a su juicio, el advenimiento de una nueva era, en la que las contradicciones y conflictos que caracterizaron a la historia, estaban despareciendo para dar lugar a un mundo racional, democrático, pacífico y justo.

A pesar de que su opinión no albergaba una cuota mayor de sentido común que la que poseían los sabios que determinaron que la tierra era cuadrada, o los ideólogos que atestiguaron ver a Stalin reabriendo las puertas del Paraíso, la tesis de Fukuyama ganó titulares y despertó encendidas polémicas entre los intelectuales de occidente. Recayó sin embargo en un Presidente egipcio, que responde al nombre de Muhamad Hosni Sayyid Mubarak, el singular privilegio de demostrar, en forma práctica e irrefutable, que los festejos en torno a la muerte de la historia, eran, con el perdón de Fukuyama, tan absurdos como prematuros. La historia a la Mubarak, Gaddafi y Assad, no sólo no ha terminado, sino que apenas está por comenzar.


DEUTSCHLAND POR ESTAS CALLES

El escritor León Uris puso en boca de uno de sus personajes la siguiente reflexión: “Cuando un judío dice: yo pienso, está en realidad diciendo, yo recuerdo”. La frase vino a mi memoria cuando ayer, caminando por una de las calles de Londres, pasé por Bavarian Bechouse, un pub o cantina en Tower Hill. Picada por la curiosidad, entré. No sé qué celebraban, pero hasta la calle se escuchaban las risas y el canto de un numeroso grupo de alemanes. Les confieso que cuando yo veo muchos arios festejando con cervezas y canto, automáticamente se me paraliza el pensamiento y se me activa la memoria. Por eso todos los posibles razonamientos sobre la vocación democrática, y la integración europea con Alemania me son ajenos e irrelevantes. Mi limitada mente apenas si sirve para evocar el sufrimiento aislado y desesperado de todos y cada uno de los seis millones de judíos humillados, torturados y asesinados por los padres y abuelos de esta feliz familia alemana, reunificada desde que cayó el muro de Berlín el 9 de noviembre de 1989.

PREPARÁNDOME PARA ROSH HASHANÁ.

Hay momentos en que uno decide trazar una línea en la rutina cotidiana y decir: hasta aquí llegó el pasado, a partir de aquí comienza el futuro.
Creo que el secreto de Rosh Hashaná radica precisamente en esa arbitraria fragmentación del tiempo, que cada 365 días nos brinda la oportunidad de soñar con un futuro hecho a la medida de nuestros deseos, para así recomenzar, sin amargura ni heridas, una nueva “luna de miel” con la vida.

Por eso hay días en que pienso que Dios sí, efectivamente, nos está juzgando. No solamente a mí sino que también a usted, a usted y a usted. Juzgándonos no en función de los bienes que poseemos, sino en función de lo que hacemos y lo que somos. Y precisamente porque conocemos a Dios, sabemos que con Él no hay tranza que valga. Por lo tanto:
Enigma 1
Pregunta: ¿Qué es más beneficioso hoy en día, abrir una cuenta bancaria o abrir una cuenta religiosa?
Respuesta: Depende de cuánto, dónde, y para qué.
Enigma 2
La más célebre pesadilla de Franz Kafka fue imaginar a su atormentado personaje, Josef K. en medio de un juicio en que era condenado por un juez anónimo, en base a cargos que nunca se especificaban y en virtud de crímenes que jamás había cometido.

Curiosamente, nosotros también somos juzgados por un juez, justo y todopoderoso pero en base a mezquindades reconocidas y acumuladas, sin que ello aparentemente nos quite el sueño, el apetito o las vacaciones.

Existen dos explicaciones posibles a esta desconcertante apatía frente al presidente de la Corte Suprema: o nos hemos acostumbrado a su misericordia, o contamos de antemano con su indiferencia.

A PESAR DE TODO

A mi hijo Jonathan le encantaba el Metro de Caracas donde vivimos unos años, porque decía que tenía una escalera mágica, un chofer invisible y un túnel a cuyo término lo esperaban garzas, elefantes y jirafas, refiriéndose al zoológico.

En mí, el metro de Londres ejerce una fascinación parecida, renovada cada vez que cuando el viaje de la estación de Victoria a Tower Hill, me revela la existencia de una Londres eficiente, pacifica, ordenada y puntual.

Por eso los disturbios de la semana pasada fueron un choque para todos los que aquí vivimos. Y sin embargo, esa fascinación por la ciudad y sus misterios, volvió a resurgir cuando ayer me enteré que un barbero de Tottenham, lugar donde comenzaron los disturbios y cuya peluquería fue saqueada, recibió 25 mil libras esterlinas de algunos trabajadores de la ciudad, quienes juntaron ese dinero para ayudarlo a reparar su barbería nuevamente.

Aarón Biber tiene 89 años y ha trabajado durante toda su vida. Nunca le pidió dinero a nadie. Sus padres llegaron a Inglaterra en 1900 provenientes de Polonia. Su peluquería existe desde hace 41 años.

Una página web fue colocada en Internet por Bjorn Conradi, de 23 años, Sophie Browness de 21, y Omid Sard de 28, internos en una compañía de publicidad denominada BBH, quienes querían ayudarlo y demostrar que las redes sociales pueden ser utilizadas para acciones generosas. Armaron un sitio web a las 5.30 de la mañana el miércoles de la semana pasada, y en 24 horas ya habían juntado 15 mil libras esterlinas. Para Aarón Biber el dinero no tiene importancia, únicamente la salud, declara, “si la tienes eres millonario”.

Personalmente siempre he creído en las palabras de Ana Frank, asombrada de no haber abandonado por completo sus esperanzas, aunque le parecían absurdas e irrealizables, y aferrándose a ellas a pesar de todo, creyendo hasta el final en la innata bondad de la gente.

Pienso que sí, que con bondad y cotidiana perseverancia, podemos construir los cimientos de un mundo alternativo, inexistente todavía, pero posible.