SILVINA CHEMEN/MUJERYJUDAÍSMO.COM

LIBRO: DVARIM 16:18-21:9
HAFTARA: ISHAIAHU 51:12-52:12

Parashat Shoftim es, por excelencia, una Parashá que trabaja el concepto de justicia; el sistema judicial una vez que ingresen a la tierra de Israel, la justicia en los monarcas, las ciudades refugios en las que se resguardarían quienes cometieron asesinatos involuntarios, acerca de la validez de los testigos, las normas durante la guerra y los asesinatos no resueltos.

Volvamos a leer qué indica a la Parashá en términos del poder de los reyes.

Así está escrito:

“Cuando entres a la tierra que Adonai tu Dios te da y la heredes y te asientes en ella y digas ‘Me pondré un rey como todos los pueblos a mi alrededor’. Poner habrás de poner sobre ti un rey que elegirá Adonai tu Dios… Sólo no abundará en caballos y no hará retornar a su pueblo a Egipto… no abundará en mujeres y no torcerá su corazón y plata y oro no tendrá en abundancia… para que no ponga su corazón por sobre el de sus hermanos…”

Dvarim-Deuteronomio 17:14, 15, 16, 17, 20

Me resultan más que interesantes los parámetros que toma la Torá para definir una monarquía de acuerdo con el proyecto que Dios tiene sobre el pueblo de Israel. No menciona las habilidades de un buen gobernador, ni estrategias políticas o de negociación, no hay datos de la sucesión del rey, ni de sus funciones militares. El poder se define desde una dimensión ética-existencial.

La primera indicación tiene que ver con el principio de equidad. El poder no supone innatamente la desigualdad, muy por el contrario, ante la tentación de saberse superior, la Torá lo advierte, no tendrá más de lo que tienen otros. No se mostrará con mejores condiciones, no se regodeará delante de los súbditos con los beneficios que le otorga la autoridad. No obtendrá más de lo que le corresponde por las funciones que realiza, no se enriquecerá ilícitamente y será cuidadoso con lo que muestra y hace con sus pertenencias.

Luego aparece una indicación que al menos a mí me sorprende: que no haga retornar al pueblo de Israel a Egipto. Entiendo que esto significa que el valor primordial de cualquier gobernante debe ser la preservación de la libertad, por sobre todo. No volver a ningún tipo de Egipto, no promover ninguna situación de opresión y de pérdida de derechos. Tener autoridad para gobernar, ordenar, administrar, regular, no para someter. Ser poderoso significa respetar el poder de cada uno de los miembros del pueblo a ser libre, a tomar sus propias decisiones en el marco de la ley, aunque a veces Egipto represente una opción de menor responsabilidad que vivir en libertad, aunque a veces estemos tentados, como sucedió en el desierto, se idealice la gratuidad de lo que se tiene aún en la esclavitud por sobre el esfuerzo de los seres libres.

Equidad y libertad, las primeras dos condiciones.

La tercera: “no abundará en mujeres”. Entiendo que acá que es mucho más que una prescripción moral, de no tener una vida “libertina”, sino que lo que se pide de un gobernante es que no se olvide de él mismo. Que respete su casa, que busque su amor, que cuide sus espacios íntimos, que no los regale por la banalidad del poder; que se cuide y tenga a quien cuidar. Así, cuando alguien está fortalecido emocionalmente, puede dedicarse a su tarea, al servicio que está dando con mayor integridad.

Y por último; para que no ponga su corazón por sobre sus hermanos. Es decir, que no se olvide que su pueblo son sus hermanos y que lo que en definitiva vale es cómo uno acompaña la tarea, grande o chica, visible o recatada, con la emoción, la intención alojada en el corazón.

Así se define a un rey justo. Así se define la justicia en las relaciones de poder. Quien defiende la equidad, la libertad de su pueblo, quien cuida su vida privada y ve en cada uno de sus gobernados a un hermano, difícilmente sea corrupto.

¿Cómo seremos nosotros en aquellos ámbitos en los que detentamos cierto poder?

Algunos en sus trabajos, otros en sus familias respecto de sus hijos, o algún hermano respecto de sus padres, algunos en funciones públicas… ¿pasaremos el examen de normas para el monarca que la Torá indica? ¿Seremos equitativos? ¿Nos mostraremos equitativos? ¿Respetamos la libertad de los demás? ¿Y la nuestra? ¿Cuidamos de nuestros afectos? ¿Seguimos teniendo quien nos cuide? ¿Mantendremos a nuestros hermanos cerca de nosotros? ¿Tendremos el corazón despierto a nuestras necesidades y las de nuestros prójimos? En definitiva ¿somos justos?

¡Shabat Shalom!