ANTONIO CAÑO | EL PAÍS
El Consejo de Seguridad de Naciones Unidas ha comenzado este lunes a discutir la petición de Palestina de ser admitido como miembro de pleno de derecho, en lo que representa la apertura de un proceso que puede durar semanas o meses y que está condicionado a la posibilidad de que palestinos e israelíes reanuden conversaciones bilaterales.

Las discusiones se mantienen, por el momento, en un nivel privado, aunque el Consejo tiene previsto celebrar el miércoles una sesión formal sobre el asunto, probablemente para tomar la decisión de encomendar la redacción de un informe a una comisión especial integrada por representantes de los 15 miembros de este organismo.

El establecimiento de una fecha para la votación definitiva depende de las gestiones que, de forma paralela, han puesto en marcha varios países para intentar conversaciones bilaterales. El pasado viernes, poco después de que el presidente de la Autoridad Palestina, Mahmud Hamás, hiciese oficial ante la Asamblea General, la demanda de convertirse en el 194 Estado de la ONU, el llamado Cuarteto, integrado por la Estados Unidos, Rusia, la Unión Europea y la ONU, presentó un plan con un calendario de negociación.

Los palestinos necesitan nueve votos a favor sin ningún veto para que su petición sea aprobada. Por el momento, ninguno de los miembros del Consejo ha anunciado públicamente su intención de voto, con excepción de EE UU, que ha anticipado que vetará cualquier iniciativa que no sea fruto del consenso entre palestinos e israelíes.

Pero el Gobierno norteamericano quiere agotar todas las opciones de evitar un veto que podría dañar enormemente su prestigio en el mundo árabe, por lo que es posible que transcurra algún tiempo aún hasta que se tome una decisión. Llegado el momento, los palestinos podrían considerar agotadas todas las vías de diálogo y presionar para que se vote su petición en el Consejo, pero no parece que todavía se esté cerca de ello, entre otras razones porque tanpoco los palestinos están seguros de contar con nueve votos.

Antes, van a dedicarse todavía algunos esfuerzos para acercar a israelíes y palestinos. No es tarea fácil. Tanto Abbas como el primer ministro de Israel, Benjamin Netanyahu, expusieron la semana pasada ante la Asamblea General su disposición a volver a la mesa de negociaciones, pero cada uno quiere hacerlo de forma diferente.

Netanyahu dijo que está listo para sentarse a hablar ahora mismo, sin condiciones. Abbas, que ha participado ya en varias negociaciones sin arrancar concesiones a la otra parte, exige ahora que, previamente, el Gobierno de Israel congele la construcción de asentamientos en territorio palestino, incluido el Este de Jerusalén, y reconozca las fronteras establecidas en 1967. Ninguna de las dos condiciones son aceptables para los israelíes; la primera, porque tiene derecho a construir en lo que considera su propio país, y la segunda, porque estima que esa frontera deja en situación de indefensión al Estado de Israel.

EE UU es el más interesado que romper ese bloqueo y reanudar las conversaciones. Sólo así se evitaría interponer un veto que podría arruinar toda la estrategia de acercamiento seguida hasta ahora por Barack Obama con el mundo árabe y los países musulmanes. La secretaria de Estado, Hillary Clinton, está al frente de lo que será una intensión labor diplomática para que conseguir lo que, hoy por hoy, se considera un milagro.