LEÓN OPALIN

La desaceleración del ritmo de crecimiento de la economía de EUA y la marcada vulnerabilidad de los mercados internacionales ante la problemática de la deuda soberana de Grecia y de otras naciones de Europa ya afectan el desempeño de la economía mexicana cuyo riesgo país se encuentra en niveles similares al inicio dela crisis mundial en septiembre del 2008. En este ámbito, preocupa la creciente tasa de desempleo abierto que como proporción de la Población Económicamente Activa (PEA) se ubicó en 5.79% en agosto pasado, que significó casi tres millones de personas, más otros cuatro millones de subempleados que viven en “condiciones críticas”. Cabe hacer notar que el déficit acumulado del desempleo suma casi seis millones de plazas de trabajo formal que debieron de haberse generado desde el 2000 para satisfacer la demanda de trabajos derivada del crecimiento de la PEA.

La acentuación de la desocupación en la República, ha sido, entre otros factores, generador de inestabilidad social y fuente de reclutamiento de mano de obra para la delincuencia organizada que ha vulnerado la paz social de México. La violencia extrema que han desatado las bandas criminales están poniendo en entredicho la gobernabilidad del país, al menos en varias regiones del mismo; situación que las autoridades niegan, y por el contrario, consignan avances significativos en las acciones para enfrentar a la delincuencia organizada. En este contexto, de acuerdo a los resultados de la Segunda Encuesta Nacional de Cultura Constitucional llevada a cabo por el Instituto de Investigaciones Jurídicas de la UNAM en mayo pasado, el 70.0% de los entrevistados considera que la inseguridad ha empeorado en relación al 2010.

La lucha frontal del gobierno contra el crimen organizado es incuestionable, lo que resulta inadmisible es que el Ejecutivo no modifique su estrategia ante el recrudecimiento de las acciones violentas de los delincuentes que en ocasiones pueden ser calificados de actos terroristas.

Así, la insuficiente creación de fuentes de trabajo y la ascendente inseguridad que se registra en buena parte de la República, constituyen factores de descrédito para el partido en el poder (el Pan) para la contienda electoral federal del 2012; el propio Ejecutivo ha advertido que de cara a los comicios “el Pan necesita de una renovación ética a fin de recuperar los valores de honestidad y el ejercicio de la política con principios que ha tenido por décadas, de lo contrario el partido estará condenado a morir”.

Sin embargo, la deshonestidad no es privativa del Pan, sino de el sistema político en su conjunto. Las elecciones del 2012 podrían representar el parteaguas para que los partidos decidieran de una vez por todas actuar con rectitud y transparencia no sólo en la contienda misma, sino en general, en el desempeño de sus actividades y crear un gobierno plural que actúe básicamente en función de los intereses de la ciudadanía. La realidad del proceso comicial para el 2012 está desanimando esta aspiración; ciertamente los diferentes aspirantes a ocupar la presidencia y otras representaciones de elecciones popular en el 2012 se han anticipado en promover su imagen frente a los electores potenciales; en principio no reciben fondos públicos para sus precampañas, empero, en la práctica los partidos que los apoyan y diferentes dependencias gubernamentales se los proporcionan de manera indebida, la cual no es fácilmente detectable. Asimismo, obtienen fondos de diversos grupos privados que en su momento les demandan el pago de los mismos vía canogias. La multiplicidad de giras y promociones de los aspirantes denotan abundancia y despilfarro de recursos.

Son varios los aspirantes presidenciales en cada uno de los diferentes partidos; empero, dado el perfil de la mayoría y su gestión en la administración pública y/o en el Congreso, no califican para ser candidatos. Existe el riesgo de que el país nuevamente sea manejado por el amiguismo de ineptos.

El electorado tendrá que ser asertivo en su voto, tendrá que tener cuidado de las retóricas promesas de renovación de individuos que viven en el pasado y de líderes mesiánicos que anuncian un futuro promisorio con justicia e igualdad.