MARÍA JOSÉ ARÉVALO GUTIÉRREZ EN EXCLUSIVA PARA ENLACE JUDÍO

A veces ser vencido no es el último peldaño de la escalera. Hoy se ha liberado un símbolo nacional al precio que el captor ha marcado. La vida de un soldado israelí se equipara a la de 1,027 presos palestinos, muchos de ellos terroristas. En estas negociaciones, a nadie se le ha ocurrido preguntar a los familiares de las víctimas que fallecieron en los brutales atentados perpetrados por estos, que vuelven a pisar la calle, qué opinan de la política antiterrorista que está llevando a cabo su gobierno. Resulta casi increíble que los servicios secretos más prestigiosos del mundo, no hayan logrado liberar a Guilad sin tener que llegar a tener que dar este paso.

 

Podríamos decir, que se ha comenzando la casa por el tejado, ya que un proceso de paz no se puede iniciar imponiendo unas condiciones.

Hamás sabe con claridad absoluta cuál es la meta que desea conseguir y el gobierno israelita se lo está poniendo, hasta el momento actual bastante fácil. Todos sabemos cuales van a ser los pasos que tienen que ser llevados a cabo para conseguir la paz. Entre ello cabrá el reconocimiento de Palestina como miembro de la ONU, legalizándolo como fuerza política, la generosidad del Estado de Israel con los presos de Hamás, el camino de reconciliación entre palestinos e israelíes y seguramente un reconocimiento por parte de Palestina de las víctimas que han fenecido durante décadas. Nada nuevo, ya que procesos como estos, se han vivido ya en otros países, y son como un manual para conseguir un determinado estado aparente de “paz”.

Las figuras internacionales no pueden de modo alguno ayudar a atajar este camino que tienen que recorrer ambos lados. Lo tendrán que caminar, con todas las dificultades que encierre, ellos solos.

¿Por qué le vendría bien a Hamás un acuerdo de este tipo? Le vendría bien, porque puede encontrar aquí el trampolín que le permita avanzar hacia su disolución, pero no como vencido por el Estado de Israel, sino como organización que avanza y anuncia su disolución, como consecuencia de las recomendaciones o acuerdos llegados a nivel internacional con instituciones o grupos.

 

Aunque el fin conseguido sería motivo de celebración, Hamás estaría ya redactando el primer renglón de las últimas décadas transcurrida de una forma, que a Israel seguramente no le gustaría. Tal vez el motivo seria la experiencia que se ha tenido en la antigüedad, lo difícil que es avanzar en un país con las piernas enredadas como el corazón y cerebro por los fantasmas del pasado. Por una memoria que no ha sido del todo compartida, resultando inquietante cómo se van a relatar tantos años de tragedia y guerra para las futuras generaciones.

Uno de los primeros renglones podría ser de: “Era una vez un pueblo, cuyos jóvenes heroicos y patriotas que entregaron sus vidas, tuvieron que verter mucha sangre ajena, para la libertad de su pueblo. Una historia que se comienza a escribir así, ofrecería al futuro muchas dificultades para servir como herramienta para lo que es imprescindible, poner en común el esfuerzo, las ilusiones y esperanza, con el fin de conseguir la paz.

 

Iniciar la idea de un proceso de paz exigiendo unas contrapartidas es ponerles vallas al campo antes de haber comprado el terreno. La predisposición de lograr el fin se ve bastante mermada a predominar los intereses propios de un lado de tal forma que impiden negociar en igualdad de condiciones. La historia de las negociaciones hasta ahora, a pesar de los grandes gestos, se han traducido a una nada gigantesca en referencia a la paz y justicia.

Esperemos que la liberación de estos terroristas no suponga un rearme para el brazo ejecutor de Hamás y que realmente sea un primer paso hacia un futuro aun bastante incierto.