RODICA RADIAN GORDON*/EXCELSIOR

Esta semana, sin lugar a dudas, está marcada por el regreso del soldado israelí Guilad Shalit después de más de cinco años de cautiverio y negociaciones para su liberación a cambio de mil 27 terroristas palestinos. Este martes, todo Israel siguió con mucha atención y esperanza los pasos hacia la liberación del joven soldado. Sin embargo, la alegría ha estado cubierta de sentimientos cruzados debido al precio que se tuvo que pagar por su libertad.

En los medios de comunicación mundiales se preguntaron cómo Israel estuvo dispuesto a liberar a más de mil prisioneros palestinos condenados en una corte judicial por los terribles ataques terroristas perpetrados en contra de la población civil, parte de ellos responsables de algunos de los más sangrientos actos cometidos a principios de los años 2000 en varias partes de Israel.

De hecho, el acuerdo entre Israel y Hamas fue el resultado de una difícil y valiente decisión por parte del gobierno israelí que tuvo como trasfondo también las dolorosas desapariciones del piloto Ron Arad en 1986, así como la de otros tres soldados en la primera guerra del Líbano en 1982. Esta actitud se deriva del compromiso israelí de que ningún soldado sea abandonado en el campo de batalla y se asocia a principios básicos de la sociedad israelí: los valores judíos de la “responsabilidad mutua”, es decir, el compromiso que cada uno de nosotros tenemos para con nuestros semejantes, así como el “rescate de los cautivos” y la certeza de que cada persona, especialmente aquellos que sirven al Estado, deben regresar sanos y salvos a sus hogares con el apoyo y los esfuerzos máximos de las autoridades. Esta certeza sostiene la cohesión y la fortaleza de la sociedad israelí y hace posible la devoción de los soldados por defender a su país.

Aunque el precio a pagar es muy alto, el acuerdo equilibra el deseo de traer de regreso a Shalit y la necesidad de mantener la seguridad de los ciudadanos de Israel. El intercambio de personas no incluye a ninguno de los altos líderes de Hamas y otras facciones; todos los liberados tendrán que firmar un compromiso de abstención de actividades contra Israel. Aún más, las condiciones estipulan que algunos de los presos serán liberados hacia Cisjordania, mientras que cientos serán enviados a Gaza o a diversos países (Egipto, Turquía y Siria). Otros más estarán sujetos a limitaciones de seguridad, se les prohibirá viajar al extranjero o ingresar a Israel. A pesar de todo esto, no deja de ser frustrante ver cómo recibieron a estos “héroes” en los territorios palestinos.

Cabe destacar que la larga espera hasta que pudo concretarse este acuerdo fue una sostenida fuente de frustración. Solamente en los últimos meses y sin lugar a dudas bajo la influencia de los acontecimientos en el mundo árabe que, entre otros, debilitaron a los patrones sirios de Hamas, este último mostró por vez primera flexibilidad en las negociaciones. Las circunstancias hicieron alcanzar el acuerdo bajo el auspicio del gobierno egipcio, con el apoyo de otros países como Alemania. La liberación de Guilad Shalit constituye así un afortunado desenlace a este penoso asunto.

Con gran tristeza me enteré del fallecimiento del maestro Miguel Ángel Granados Chapa, querido amigo, defensor de la democracia y la justicia social, quien fue un gran periodista y una de las voces más elocuentes de México. Que su memoria sea bendecida.

*Embajadora de Israel en México