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La tozudez del régimen sirio era de esperar. El Gobierno de Bashar el-Asad rechazó ayer la resolución de la Liga Árabe que exige la dimisión del presidente y la transferencia de poderes al vicepresidente, además de la creación de un Gobierno de unidad nacional.

El régimen de Damasco considera las exigencias de sus países vecinos -unas de las más duras que ha emitido el organismo contra uno de sus miembros- como una injerencia «flagrante» sobre sus asuntos internos, y un ataque a su soberanía nacional. El cerco sobre El-Asad se estrecha, y la Unión Europea aprobó ayer nuevas sanciones contra Damasco, en concreto autorizó el bloqueo de fondos de más entidades y personas relacionadas con el régimen. Los Veintisiete también han dado su apoyo al plan de la Liga Árabe, cuyos ministros de Exteriores propusieron a última hora una hoja de ruta para poner fin a un conflicto en el que ya han muerto más de 5.400 personas, según cifras de la ONU.

Petición a la ONU

Los propios observadores de la Liga Árabe han podido contabilizar 136 muertos en ambas partes del conflicto, según dijo en El Cairo el general sudanés Mohamed al-Dabi, jefe de la misión. La oposición siria, por su parte, ha aceptado el plan de los países vecinos, que le permitiría formar un gobierno de unidad nacional con el Baaz, el partido gobernante, y preparar elecciones presidenciales y legislativas libres en dos meses. Pero para el régimen la propuesta no es más que un «complot conspirativo» contra el país y su pueblo.

La falta de entendimiento entre El-Asad y la Liga Árabe, con sede en El Cairo, ha impulsado al organismo a querer llevar esta propuesta al Consejo de Seguridad de la ONU, al que pedirá que adopte la hoja de ruta de manera formal. Sin embargo, hasta ahora China y Rusia han vetado cualquier acción contra Siria en el máximo órgano decisorio de Naciones Unidas. Precisamente Moscú habría firmado un acuerdo con Damasco para la venta de 36 aviones de combate, según publicaba ayer el diario ‘Kommersant’.