JULIÁN SCHVINDLERMAN
Gustavo Sala es un idiota. O un provocador. O un antisemita. O, lo más probable, todo ello.
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Y Página12 es responsable por la publicación, que sólo fue posible por la cultura periodística que reina en ese diario pretendidamente progresista. ¿Cómo se explica que ninguno de sus editores haya considerado objetable esa tira cómica?
Un diario cuyo presidente se apellida Sokolowickz, su director se apellida Tiffenberg, sus más destacados columnistas incluyen apellidos como Verbitzky, Kollman y Gelman, uno pensaría, está inmunizado ante la judeofobia. Pero como ya ha sido notado, la identidad religiosa del ofensor no es relevante al evaluar la ofensa.
No digo que ellos sean solidariamente responsables de la aberración. Tan sólo afirmo que la existencia de judíos en Página12 no la hace impermeable al antisemitismo.
El hecho es extremo en dos sentidos. Primeramente, en el contenido: tan burdamente judeofóbico, ese antisemitismo de caricatura barata, de humor borrego, de pésimo gusto que habíamos pensado ya no tenía cabida en la sociedad civilizada, y menos especialmente en un medio de comunicación respetado, progresista, preocupado por los derechos humanos. Segundo, en el sentido de la oportunidad: publicada en las vísperas del 70 aniversario de la conferencia de Wansee y a una semana del Día Internacional del Holocausto, la tira tuvo el propósito deliberado de insultar a la comunidad judía en un momento de sensibilidad colectiva.
El problema no es, sin embargo, Gustavo Sala, sino Página12. En esta historia, el dibujante es apenas una anécdota. El verdadero escándalo está en la decisión editorial del diario de divulgar voluntariamente ese mensaje odioso, de abrir sus páginas, y así legitimar, a un antisemita. Como Leo Pinsker dijo en 1882 -antes del estalinismo, del fascismo, de la Shoá- el antisemitismo es incurable. Pero la batalla contra la aceptación social del antisemitismo debe continuar. Por eso, emitir comunicados institucionales y mandar cartas de lectores personales es importante, pero en este caso, insuficiente. La comunidad judía argentina no debiera satisfacerse con la disculpa pública del diario o del autor. En un caso tan extremo, pedir la renuncia del “humorista” es necesario.
La tira pudo perfectamente haber aparecido en el diario palestino Al-Hayat al Jadeeda, o en el diario saudita Al-Nadwa, o en el diario de Dubai Al-Itihad, o en el diario sirio A-Thawara. Y eso, lamentablemente, lo dejaríamos pasar.
Pero salió en un diario argentino, occidental, del mundo libre. Y en el mundo libre estas manifestaciones abyectas de antisemitismo ya no son toleradas. Ni deben serlo. Para lo cuál la condena a esta tira cómica -a su autor y a su publicador- deben ser implacables.
La tira cómica confirma la encuesta reciente de ADL/DAIA acerca del nivel de antisemitismo en la Argentina, donde, extrañamente, el 49% de los encuestados dijo que los judíos hablan “demasiado” de lo que les pasó en el Holocausto. Parece que los antisemitas sí tienen derecho a hablar, y a mofarse, del tema.
Como estoy a favor de la libertad de expresión pero no de la libertad de ofender, concluyo con unas palabras que recuerdo haber leído años atrás de la pluma de un académico israelí que criticaba la obra de un colega en estos términos, que aplico libremente al caso presente.
Esta tira nunca debió haber sido concebida. Una vez concebida no debió haber sido dibujada. Una vez dibujada no debió haber sido publicada. Y una vez publicada, debió haber sido arrojada directamente al tacho de basura.
Abajo la tira cómica de Gustavo Sala, Una aventura de David Gueto, el DJ de los campos de concentración en ”fieSSta”. Publicado por Página12 el 19/1/12.
3 Respuestas
https://lafu-sion.blogspot.com/2012/01/gustavo-sala-no-debe-ser-llevado-juicio.html
En la tira de Sala no hay caricaturas étnicas ni distintivos en uniformes. El jabón señala el campo de Struthof-Natzweiler cuyas víctimas eran eslavos, mayoritariamente polacos. No hay antisemitismo posible.
¿Lo sabía Sala? Es lo mismo, Sala parodia claramente al DJ, David Guetta, que siguió una de sus fiestas aún habiendo víctimas. No niega el holocausto; lo pone de referencia, que es no olvidar. Esto es lo objetivo, sobre lo que podríamos pedir responsabilidades, siendo razonables, sin olvidar que la Argentina actual no es un estado totalitario: es uno de derecho donde el humor, bueno o malo, es humor y no mata.
No me molesta que haya quien se dé por aludido, solo faltaría. A mí tampoco me hizo gracia, tengo familia que volvió rota (para el resto de la vida) y los que no nos han devuelto. A nadie se le puede prohibir sentir y decirlo. Los sentimientos son subjetivos, no se me ocurriría castigar a nadie con los míos. Mucho menos insultar, buscar lo que no hay, iniciar censuras y persecuciones, encender hogueras y pedir cabezas.
El humor de Sala es grotesco y soez (hacia una juventud insensibilizada) y comprometido con el débil, con la minoría y con el progreso. Conociendo a Sala, sin problema en pedir disculpas, me molesta mucho el uso y manipulación que se le está dando a las víctimas.
Los míos lucharon por acabar con la arbitrariedad y el abuso. Seguro que no están de acuerdo, pedirían dialogo y responsabilidad. Una cosa es mostrar dolor y pedir cuidado, y otra un linchamiento público donde se han exacerbado las cosas hasta el punto de que ya hay idiotas pidiendo el asesinato de Sala. Hay algo que mata más que el humor: las soflamas inquisitoriales.
Me agrada que haya personas -judíos y gentiles- que no se dejen llevar, sean razonables y pidan moderación. Siempre es bueno saber que el otro no es distinto, que el verdadero enemigo -el verdadero otro- es que que busca carne de cañón para su causa. Para éstos no hay nada mejor que el enfrentamiento y la “justa ira”.
Basta ya de inquisidores retorciendo y exagerando ¿No aprenderemos? Qué poca responsabilidad. Lo que más me molesta (y también me duele) es ver que se hace desde un pretendido progresismo, defensor de la libertad. Esto es profundamente triste. Decepcionante.
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