LEÓN OPALIN PARA ENLACE JUDÍO

De regreso a Casa

Cuando participé en Israel en el curso para instructores del exterior, frecuentemente visitaba a los tíos de mi amigo de la infancia, Jacobo; ambos sobrevivientes de los campos de concentración que se volvieron a reencontrar en Israel después de la Segunda Guerra Mundial. En una de las visitas que les hice, un fin de semana en su casa de Ramat Gan, un barrio arbolado y lleno de jardines, se habían reunido con un grupo de sus amigos, también sobrevivientes del mismo Campo de Concentración del tío.

En medio de la plática, que giraba alrededor de esos campos, dos de los presentes comentaban: “No, las piras que hacía en el campo era más grandes que las tuyas; poníamos un nivel de árboles con ramas, seguido por otro nivel de cadáveres de la gente que había sido muerta en las cámaras de gas del campo. No, le contestaba el otro, las mías eran más grandes. Este diálogo se quedó grabado en lo más profundo de mi mente para toda la vida; resulta increíble como situaciones infrahumanas se vuelven parte de lo cotidiano de la gente.

El contacto con sobrevivientes del campo de concentración, con sus brazos marcados con un número por los militares alemanes, como si fueran animales, reforzó el estado de vigilia que mis padres me inculcaron, como quizá todos lo judíos lo han hecho con sus hijos, en relación al Holocausto. Toda mi vida he estado interesado en la literatura relacionada con ese funesto acontecimiento, incluso, en un momento dado, creo que desarrollé una especie de masoquismo con las lecturas sobre ese tema; por ello durante varios años rehuí a la lectura de libros sobre el Holocausto, y sobre todo, a la concurrencia a cines o eventos en los que exhibían películas sobre el mismo.

Con el resurgimiento del antisemitismo en los noventas, impulsado por grupos de la llamada izquierda europea, cabezas rapadas y los islámicos fundamentalistas, he retomado la lectura y he escrito múltiples artículos con una visión renovada sobre el Holocausto, que implica una análisis con una óptica de no olvidar para evitar que se vuelva a repetir, y con la idea de difundir su comprensión por parte de la población no judía.

Terminada mi estancia en Israel, a mi regreso a México me inscribí en la UNAM en la Facultad de Economía. Corría el año de 1959, simultáneamente trabaja en la Tnua para retribuir que ésta me haya enviado a estudiar a Israel.

Mi obligación era prestar un año de servicios en la misma, transmitiendo los conocimientos que había aprendido en el Majon, y en general, compartir mis experiencias en Israel. Fue un periodo difícil por que ya no estaba convencido plenamente de los ideales sionistas, particularmente no me sentía obligado a hacer Aliyá (emigrar a Israel para establecerme en un kibutz). En este ámbito, tenía un reclamo de algunos miembros de la Tnua por mi falta de entusiasmo en el trabajo y porque faltaba a diversas actividades.

Abraham, a quien considero hasta la fecha un gran amigo, era el secretario de la Tnua, me llamó la atención y sin cortesía me dijo que me pagaban por trabajar; tenía razón porque en mi calidad de Madrij que había asistido al Majon recibía una pequeña cantidad de dinero como ayuda para que sólo estudiara y me dedicara a la Tnua. Esa llamada de atención me dolió, ya que todo lo que hacía era por convencimiento, no por dinero. Nunca le he recordado mi inconformidad, empero, la dejé en el olvido. Pienso que la reacción de ambos era natural, en virtud de la inmadurez propia de dos adolescentes.

Por otra parte, ese año, 1959, me hice novio de Sari, quien más tarde se convirtió en mi esposa. Mi mente y mis sentimientos estaban en otra dimensión diferente de la Tnua. Mi última actividad en el Ijud fue un viaje a Monterrey con varios javerim, entre ellos Sari, en un largo trayecto en camión a esa ciudad, en donde iniciábamos un activo proselitismo para atraer jóvenes de esa pequeña comunidad al sionismo. Terminé con Ijud el 31 de diciembre de 1959. Sin embargo, las vivencias de mi estancia en esa organización han quedado grabadas en mí, como una de las mejores etapas de mi vida.

Lamentablemente, en el presente las actividades de las Tnuot son fundamentalmente de carácter social y cultural, y adicionalmente, en algunas la enseñanza religiosa.

Continuara…