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En menos de 48 horas el gobierno israelí de Benjamin Netanyahu anunció unas elecciones anticipadas y las desconvocó.

El primer ministro israelí justificó que pese a que en decenas de años no había habido un gobierno más estable en Israel, no era ningún secreto que en el primer trimestre del año se había dado “cierta inestabilidad” en el país que le obligaba a adelantar la cita electoral prevista para 2013.

¿Pero era realmente una cuestión de inestabilidad o de estrategia electoral?

El ejecutivo apenas había tenido problemas de esta índole hasta el momento. Lo único que ha creado fricciones en el parlamento es la declaración de inconstitucionalidad de la ley Tal por parte del Tribunal Supremo, según ha explicado a Teinteresa el director del Centro Sefarad-Israel Florentino Portero.

Con la citada ley, se eximía a los estudiantes religiosos judíos de realizar el servicio militar. Hay que tener en cuenta que la instrucción militar en Israel consta de tres años y no es un simple adiestramiento, sino que los reclutados arriesgan sus vidas en la guerra, aclara Portero.

El Tribunal Supremo no considera justo que los alumnos ultraortodoxos cuenten con este privilegio y queda pendiente la redacción de una nueva ley más equitativa.

Con el adelanto de los comicios, Netanyahu pensaba que podría ganar bastante representación en el parlamento para sacar adelante esta y otras reformas legislativas y aprobar sin problema medidas como la intervención militar en Irán.

“Israel tiene un sistema electoral de locos que crea parlamentos llenos de micropartidos que dan a los sectores religiosos mucha fuerza”, una realidad que podría bloquear la controvertida Ley Tal y que podría provocar una negativa al lanzamiento de una ofensiva bélica contra la República Islámica.

Sin embargo, en el último minuto, Netanyahu ha rectificado. Con el acuerdo firmado con Kadima, ya no hay razón para el adelanto electoral. El gobierno israelí ya no necesita anticipar unos comicios que le auguraban una mayor representación parlamentaria, porque ya tiene con Kadima el sustento necesario.

Gracias a su alianza con Kadima, el partido de Netanyahu, el Likud, tendrá más facilidad para sortear la oposición de los partidos religiosos en el parlamento para modificar Ley Tal y la de los partidos contrarios a la guerra para lanzar su ofensiva contra Irán.

¿Qué gana Kadima con ello?

Kadima, un partido escisión del Likud fundado por el ex primer ministro Ariel Sharon, llega al gobierno sin esfuerzos y se evita pasar por unas elecciones que no le deparaban nada bueno. “Los sondeos apuntaban a que tendría un mal resultado. A Kadima le hubiese resultado muy difícil llegar al gobierno”, apunta Portero. Con el acuerdo, su recién nombrado líder Shaul Mofaz será investido viceprimer ministro.

Portero considera que la marcha atrás al anticipo de elecciones no se debe tanto a un cambio de parecer del Likud, sino más bien a un deseo de Kadima de no enfrentarse a unas elecciones que le auguraban unos malos resultados. Aunque con el pacto también Likud sale fortalecido.

“En estos años hemos visto como Netanyahu ha intentado que Kadima formase parte de su coalición, pero la anterior líder de esta escisión del Likud consideraba que no le convenía esta alianza”.

Ahora que la dirigente de Kadima, Tzipora Malka Livni, contraria a una alianza con el Likud, ha dado paso a Shaul Mofaz para liderar la formación política, después de las primarias del partido hace dos semanas, Netanyahu ha conseguido al fin aliarse con ellos. De aquí a las próximas elecciones de octubre de 2013, el primer ministro tiene tiempo para que Kadima considere de nuevo una fusión con su partido y contar así con un apoyo parlamentario mucho más sólido.