TERRA PERÚ

Todos los años, el día de su cumpleaños, Shaul Ladany, un sobreviviente de la matanza de deportistas israelíes en los Juegos Olímpicos de Múnich de 1972, recorre la cantidad equivalente a su edad en kilómetros, el 2 de abril caminó 76 km, uno más que en 2011.

A cuarenta años de sobrevivir al atentado cometido por un comando palestino de “Septiembre negro”, este veterano del asfalto sigue siendo una de las figuras legendarias de la marcha atlética.

Su carrera olímpica comenzó en México en 1968 y aún hoy conserva el récord del mundo de las 50 millas (80 km), que consiguió en 1972 tras caminar 7 horas 23 minutos y 50 segundos.

Hace seis años ganó el título mundial de las 100 millas para los mayores de 70 años.

Con el tiempo, Shaul Ladany se achaparró y sus piernas se arquearon levemente, pero sigue caminando, como mínimo 15 km diarios en Omer, una localidad residencial cerca de Beersheva, en el desierto del Neguev (sur).

“Todo esfuerzo físico repetido trae sus frutos. Con la marcha, me mantengo en forma y puedo sobrepasarme”, explica este atleta delante de la vitrina de su salón en donde expone los centenares de trofeos, copas, medallas y certificados de innumerables competencias internacionales.

“Si se cuentan los entrenamientos y a raíz de 6.000 a 7.000 km por año recorrí más de medio millón de kilómetros”, calcula precisando que cada año, para su aniversario, recorre la cantidad equivalente a su edad en kilómetros.

En Tel Aviv, el presidente del Comité Olímpico Israelí, Zvi Varshaviak, no escatima en elogios: “Ladany es uno de nuestros grandes deportistas. En su tiempo, fue uno de los mejores de su disciplina, poco conocida. Y no es tan viejo, cuando sabemos que nuestro presidente, Shimon Peres, se acerca a los 90 años”.

En Londres, en los próximos Juegos Olímpicos, como siempre desde hace 40 años, Israel organizará una ceremonia para conmemorar a sus 11 atletas y entrenadores muertos en Múnich. Un policía alemán y cinco miembros del comando palestino murieron en la toma de rehenes.

“Eran alrededor de las dos y media de la mañana cuando me despertaron para avisarme que en la ciudad olímpica había terroristas árabes”, recuerda Ladany, que logró escaparse por un ventanal de su habitación.

“Siempre viví situaciones traumatizantes”, confía recordando también el bombardeo de su casa por la Luftwaffe en abril de 1941, en Belgrado, su ciudad natal.

Ladany se refugió en Budapest durante tres años, pero fue atrapado por los nazis que lo enviaron con su padres y sus dos hermanas al campo de concentración de Bergen-Belsen. “El hambre te atormentaba, y los interminables pasados de revista de los SS en el viento glacial y la lluvia”, recuerda.

Pero seis meses más tarde fue añadido junto a sus parientes en una lista de 1.685 judíos, de los cuales 318 niños, que Adolf Eichmann, uno de los arquitectos de la “Solución final”, aceptó liberar hacia Suiza a cambio de un rescate de 1.000 dólares por persona.

Inicialmente el intercambio negociado por Rudolf Kastner, un enviado del movimiento sionista, era de 10.000 camiones suministrados por los aliados a través de la Agencia judía al ejército alemán contra un millón de judíos húngaros.

En cierta forma escapa a la muerte eternamente, resume Shaul Ladany.

Cuando nació el Estado de Israel, Ladany emigró hacia allá. Se casó, es padre de una hija y además abuelo tres veces. Este políglota llevó en paralelo un carrera de profesor en ingeniería industrial y en administración.

Ladany, que es autor de 13 obras científicas, relata su vida en su biografía en “King of the Road” (El rey de la carretera).