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¿Cabe preguntarse si los griegos, el pueblo griego que hoy está llamado a repetir una votación que ya realizó hace poco más de un mes, son los nuevos judíos para la Alemania del siglo XXI? Ya sé que la licencia puede ser terrible, que Ángela Merkel no es ni de lejos Adolf Hitler, y que es impensable que la canciller alemana tenga entre sus planes secretos invadir Grecia con el objetivo inconfesable de gasear a millones de griegos por vagos y por deudores. Todo eso es impensable pero hay síntomas preocupantes que hacen pensar que los griegos (después vendrán otros, vendremos nosotros mismos, los españoles) son el gran espantajo para quienes hoy dirigen Alemania y que los utilizan como antes utilizaron al pueblo judío para llevar a cabo sus planes expansionistas, ahora (¿?) en nombre de la economía.

Merkel no solo es la principal patrocinadora de un plan de asfixia económica que está llevando a Grecia a las puertas del tercer mundo (su PIB ha bajado en los dos años últimos un 11,5% y para este algunas previsiones hablan ya de una caída superior al 6%), si no que se ha convertido en el principal problema a una salida razonable. No sólo se le imponen las reglas económicas imposibles de cumplir a través del durísimo rescate si no que se les marcan las pautas políticas y se les dice lo que tienen que votar.

Las declaraciones de Merkel de ayer sábado a 24 horas de las elecciones advirtiendo a los griegos por el sentido de su voto y sus consecuencias si no votaban a la derecha de Nueva Democracia son una intromisión intolerable a la libertad y a la mayoría de edad política del pueblo griego. Grecia, seguramente, debe pagar sus excesos, deberá reformar un Estado insostenible creado artificialmente y sin base en la economía real, pero nunca lo hará desde la imposición y desde la tiranía. Eso solo creará frustración. Eso debería saberlo Merkel y la Troika. Un pueblo humillado (se amenaza desde la UE de que si hoy ganara la izquierda radical de Syriza y su líder Alexis Tsipras, el mes que viene ya no habría dinero ni para pagar a funcionarios y a pensionistas) es un chantaje mafioso y puede acabar siendo el cáncer que provoque la auténtica metástasis de la UE que todos, incluidos los griegos, incluida Merkel, dicen no querer. Es impensable intelectualmente creer y defender que una economía que solo supone alrededor del 2,5% de todo PIB de la UE vaya a ser la que explosione todo el entramado de la arquitectura europea. Si ocurre es porque hay intereses inconfesables en que ello suceda.

Quizás Alemania ha olvidado y seria bueno recordarlo en un día como hoy que el germen donde anidó la serpiente de la II Guerra Mundial fueron precisamente las imposiciones de los aliados para que Alemania pagara la factura completa por el daño causado en el conflicto que asoló Europa entre el año 14 y el 18 del pasado siglo. ¿Es eso lo que Merkel quiere para Grecia? ¿Qué pague toda la factura con los bancos alemanes? Y ya puestos sería bueno recordar aquí que la Alemania que siguió a Hitler solo fue posible gracias al Plan Marshall. ¿Tan difícil es esto de entender? Si te impiden respirar lo más probable es que fallezcas.

Los griegos, está claro, no son lo judíos del siglo XXI para Merkel, pero si las cosas se tuercen y mañana pueden acabar de torcerse definitivamente en función de la respuesta alemana y de la postura de los halcones de Bruselas tras los resultados de esta noche, sí pueden ser definitivamente el pueblo que remueva a la conciencia de la verdadera Europa y que obligue, ahora sí, a un nuevo e histórico rescate de Europa como el que fue posible en la II Guerra Mundial.

La situación ha llegado al punto de que dos guerras mundiales contra el expansionismo alemán y las atrocidades del Nacionalsocialismo no parecen hoy ya imágenes tan lejanas. Aquel rescate costó millones de muertos y mucho, muchísimo, sufrimiento, y solo fue posible con la ayuda americana por el sur y la alianza con el sanguinario Stalin por el Norte. Esperemos que ahora no se llegue a tanto y que Grecia no sea nunca la excusa para otro conflicto bélico en Europa que algunos, por como actúan, parece que estuvieran buscando. Esperemos que los griegos no ocupen nunca ni de lejos el lugar que millones de judíos, aunque solo fuese en el imaginario colectivo. Esperemos todo esto, claro, con permiso de Merkel y a partir de mañana cuando el pueblo griego haya votado con el corazón encogido. Quienes fueron cuna de nuestra civilización, quienes hicieron posible obras como la Iliada y La Odisea, no merecen este trato.